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Miércoles, 21 de agosto 2019, 16:39
El actor leonés Carmelo Gómez reivindica el oficio de actor mientras sigue alejado del cine español, del que duda que sea mejor ahora porque «ha desaparecido del panorama internacional», y augura un cambio en la sociedad que llevará a que el arte vuelva a ser una necesidad vital y no un lujo.
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Llegó un momento en el que Carmelo Gómez (Sahagún, León, 1962) comenzó a no estar a gusto en el cine y decidió alejarse y dejar de rodar películas. «Hay un momento en la vida en que uno quiere ser famoso y hay otro en que uno quiere hacer las cosas bien para no tener nada de lo que arrepentirse», dice, en una entrevista con Efe.
Carmelo Gómez sigue trabajando en el teatro y estos días está impartiendo un taller de interpretación en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander.
Defiende la docencia como «un acto de generosidad», para transmitir lo que ha aprendido en toda una carrera. «Necesito transmitir lo que creo que puede valer a otros«, explica, a la vez que asegura que dar clase le ha enseñado a él también muchísimo.
Afirma que no le importa que las generaciones más jóvenes no le reconozcan como famoso, pero confiesa que tiene sentimientos encontrados: por una parte alivio, pero por otra la sensación de «haber perdido pie».
«Es un alivio por un lado porque estás más suelto y puedes mirar a la gente sin que te miren a ti. Pero por otro lado te das cuenta de que ha habido un momento de escalón en que todo cambió y se fue a otro sitio, y has podido perder pie«, destaca.
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Él, que está «pensando en dejarlo todo», no lo vive como un drama, pero sí lo ve en cierto modo «peligroso» porque percibe «una amnesia» general de una generación respecto a otra.
«Es peligroso como actor, porque esa gente no me va a ir a ver nunca al teatro. Y también es peligroso como sociedad porque ¿cómo es posible que ignoremos todo aquello que no está en el móvil?, ¿qué va a pasar con estas generaciones que no ven más mundo que lo que aparece en una pantalla?«, reflexiona.
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No tiene «la más mínima idea» de qué camino puede tomar el cine español porque está «muy fuera» y no ve «casi nada», pero lo que sí piensa es que va a haber un gran cambio social que, por supuesto, afectará también a ese mundo.
Según cuenta, él tuvo la suerte de vivir un cine «laborioso», con directores con las ideas «superclaras», que rodaban solo lo que necesitaban y cuyo trabajo estaba «en todos los festivales».
«Ahora se hacen doce horas y así ¿cómo vas a trabajar en casa?«, interpela, antes de dudar de que el cine actual sea mejor. «¿Por qué? Ahora no vamos a ningún sitio, nuestro cine ha desaparecido del panorama internacional», considera.
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En su opinión, habría que «hacer una reflexión» sobre qué ha pasado y qué se ha perdido en el camino.
Del cine que él hacía echa de menos la relación con la cámara, el «juego» y la «seducción». También el cine «artesanal», el que «se hacía antes», «plano a plano, mirada a mirada, momento a momento».
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