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'La habitación azul', 1923. Una de las obras más icónicas de Suzanne Valadon. Centre Pompidou
Suzanne Valadon, la antimusa de Montmartre que superó a sus maestros
Arte

Suzanne Valadon, la antimusa de Montmartre que superó a sus maestros

El Museo Nacional de Arte de Cataluña recrea la epopeya de la gran pintora francesa que escaló entre machirulos del lumpen parisino al olimpo de arte / Modelo de Degas, Renoir o Toulouse-Lautrec, saltó de la tarima al caballete para ganarse el respeto del París de las vanguardias

Miguel Lorenci

Barcelona

Viernes, 14 de junio 2024, 18:43

De buscarse la vida en la calle a ser reconocida por Degas como «uno de los nuestros». Es el insólito, milagroso y épico viaje, vital y artístico, de Suzanne Valadon (1865-1938), una mujer de vida difícil y disipada que pasó de ser modelo de los machirulos bohemios de Montmartre a convertirse en una pintora respetada y cotizada en el efervescente París las vanguardias a principios del siglo XX. Y a superar, en muchos casos, a sus maestros.

Su mal conocida obra se reúne por primera vez en España en 'Una epopeya moderna', la muestra que el MNAC (Museo Nacional de Arte de Cataluña) le dedica hasta el uno de septiembre, en colaboración con el Centre Pompidou. Ofrece más de un centenar de piezas, entre óleos, dibujos, grabados y esculturas. Hay además material documental que desvela el paradójico papel de Valadon en el París que cambió para siempre el rumbo del arte entre 1910 y 1930.

Incluye obras de coetáneos de Valadon franceses y catalanes -Casas, Rusiñol, Degas o Toulouse-Lautrec- que evidencian la riqueza artística de la época junto al insólito ascenso de una creadora de excepcional talento y sensibilidad que desde el lumpen se ganó el estatus de artista para brillar en todos los géneros, del retrato al desnudo, pasando por la naturaleza muerta y el paisaje.

'Mujer con medias blancas. 1924. Museo de Bellas Artes de Nancy

Pintora, dibujante y grabadora, Valadon fue un portento que lo tuvo todo en contra. Con quince años se buscó la vida como modelo en un mundo de machotes con paleta y pincel, frecuentadores de burdeles y bebedores de absenta. Posó desnuda para Renoir, Puvis de Chavannes, Toulouse-Lautrec, Utter, Steinlen, Wertheimer, Forain, Hynais, o Henner. Pasó de la tarima al caballete, los pinceles y la paleta para hacer lo que vio y absorbió en sus talleres, y maravilló a Edgar Degas. «Eres uno de los nuestros», le dijo atónito el pintor al ver los primeros carboncillos que Valadon dibujaba de tapadillo entre posado y posado.

Cuando tenía 19 años, Toulouse-Lautrec la rebautizó. «Posas desnuda para viejos, así que deberías llamarte Suzanne», le dijo el contrahecho pintor de Albi evocando el bíblico mito de Susana y los viejos. Marie-Clementine aceptaba el consejo y se obraba la metamorfosis que convertía a la musa en antimusa, a la crisálida en la mariposa que revoleteó para llenar de vida y color sus lienzos.

'El porvenir desvelado por la tiradora de cartas', 1912. Studio Monique Bernaz, Ginebra.

Pintaría obras hoy icónicas como 'La habitación azul' -imponente óleo de 1923 que cierra la retrospectiva-, naturalezas muertas, odaliscas, retratos familiares, autorretratos crepusculares, rarezas como 'Venus negra' y óleos polémicos como 'El verano' o 'Adán y Eva', uno de los primeros desnudos integrales masculinos que Valadon debió retocar con una hoja de parra para poder exponerlo en el Salón de los Independientes de 1920.

'Desnudo en ele canapé', 1920. Studio Monique Bernaz, Ginebra.

El desnudo es un hilo conductor de la exposición, que se abre con 'La echadora de cartas'. «En los desnudos se impone a todos sus coetáneos. Escapa de la estereotipada mirada masculina y de la femenina; al no tener formación, retrata a las mujeres con mucha más naturalidad» destaca Eduard Vallés, jefe de colecciones del MNAC y comisario de la exposición junto a Philip Dennis Cae.

Acróbata

Hija de una lavandera suiza de dieciséis años y de padre desconocido, Valadon trabajó como florista, camarera, verdulera y lavandera. Fue acróbata en el circo y, tras una caída, cotizada modelo antes que pintora. «Pasó de modelo a artista en un entornos más que complicado, en un mundo muy masculinizado y entre los pioneros de la modernidad», explica Eduard Vallés, jefe de colecciones del MNAC y comisario de la exposición junto a Philip Dennis Cae.

'Autorretrato en el el espejo', 1927. Colección de la ciudad de Sannois, en depósito en el Museo de Montmartre

«Se suponía que no podía ser artista por haber sido modelo, pero persistió hasta escribir un brillante capítulo de la historia del arte para el que no estaba destinada», subraya Vallés sobre de la alocada antimusa-pintora que se se paseaba por Montmartre con un ramo de zanahorias y una cabra a la que, se dice, alimentaba con sus obras fallidas.

Retrató y enamoró a Erik Satie, inefable músico al que sacó se sus casillas al abandonarlo. Satie le dedicó 'Vexations', una venganza en pentagrama que puede oírse en la muestra en un armonio de la época, junto. En 1882 su vida se cruzó con la del periodista catalán Miquel Utrillo. Valadon tenía un hijo de padre desconocido que tomó el apellido del periodista y se convirtió en el pintor Maurice Utrillo.

'Suzanne Valadon pintando el retrato de Marie Coca en su estudio', 1927. Album / Fine Art Images

«Tuve grandes maestros. Me quedé con lo mejor de cada uno, de sus enseñanzas y ejemplos. Pero no copié a nadie. Me encontré a mi misma, me hice a mí misma, y dije lo que tenía que decir» se ufanó Valadon poco antes de fallecer. A su funeral asistieron Picasso, Braque y otros grandes pintores del momento. Dejó un formidable legado de 500 telas y 300 obras sobre papel, pero su figura y su obra cayeron pronto en un cruel olvido. Sus cotizadas obras están hoy en los museos más importantes del mundo, del parisino Pompidou, al neoyorquino MoMA o el de Bellas Artes de Boston.

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