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Hoy nos acercamos a un lugar desconocido para la mayoría de leoneses, sirviendo siempre un regio murete de ladrillo como pantalla amnésica del recuerdo de uno de los Edificios Emblemáticos de León: la Villa Romana de Navatejera.
Saben ustedes, que tanto este Odonista como el Flâneur se desmarcan de cualquier vinculación política, y que pretenden acercarles la cultura y el patrimonio desde una perspectiva aséptica a niveles políticos, pero muy reivindicativa en el campo de nuestro folklore. Caminando, por lo tanto, por estas calles periféricas, y más concretamente por la Avenida de la Libertad de Navatejera, mis ojos se fijan en esa gran muralla de ladrillo rojo, en la que tantas veces he reparado al conducir por la misma carretera hacia cualquier pueblo de la montaña leonesa.
En esta ocasión, caminando, me acerco a su relieve, y me encuentro no solo con un aspecto desconocido de nuestra historia leonesa, sino también de nuestra historia romana. Este recinto, cerrado, prácticamente hermético, esconde la gran joya, digna de lugares donde el patrimonio se hubiera conservado de una forma más respetable y recordándonos el gran auge de prospecciones arqueológicas como la ya celebérrima Villa Romana de la Olmeda, lejos de nuestras fronteras leonesas.
La VilLa Romana de Navatejera fue descubierta en el siglo XIX y data del siglo IV –V de nuestra era. Cuando León ya había alcanzado su peculiar desarrollo romano, y la muralla central se levantaba para inaugurar una ciudad digna de reyes y de emperadores, a varios kilómetros se erguía una humilde Villa, como aquellas que hoy visitan los curiosos viajeros en Pompeya.
Estas ruinas epicóricas cuentan con una disposición típica en las construcciones romanas, ya sabe sin entrar en demasiados detalles técnicos que este escritor apenas conoce, con zonas eminentemente diferenciadas como la urbana, la residencial, la rústica y la repleta de mosaicos, donde también resaltan conductos subterráneos calefactados.
Durante los años veinte del siglo XX, y con un esplendor del que gozaba León gracias al desarrollo de varias industrias y empresas, que revitalizaron sin duda la zona, dieron comienzo las labores de excavación. Así, también podemos ver, gracias al trabajo de Historiadores como Díaz Jiménez, el descubrimiento de las termas y de la zona de los baños, que aunque mucho tienen que envidiar a las de Caracalla, cuentan con dimensiones impresionantes, para localizarse a escasos kilómetros del campamento de la Legio VII.
De los últimos años de esta villa, allá por el citado siglo V, se levantó una gran iglesia con forma de cruz latina que hacía las veces de basílica, y en la que se pueden encontrar indicios de su utilización como lugar de reposo para los restos de los propietarios de la Villa.
La Villa Romana de Navatejera fue declarada Bien de Interés Cultural y Monumento Nacional en 1931, pero hace, en estos instantes, veinte años de su cierre al público. En 2004, como rezan las crónicas, el monumento cerró sus puertas para volver a permitir la entrada en 2007 a los investigadores, que calcularon su recuperación en alrededor de 600.000 euros. Su puesta a punto es a todas luces necesaria y aconsejable, pero entendemos inviable por parte de los Ayuntamientos, que no prevén en un futuro cercano un desembolso económico de tal calibre para la conservación de este inmueble inmaterial, por su importancia histórica.
Este Flâneur se aleja de Navatejera, caminando hacia nuestro querido centro de León, sirviéndole tan solo la palabra de los expertos y aquellas imágenes que con ustedes ha compartido y realizadas por encima del murete, para certificar el abandono de uno de los grandes y más Emblemáticos Edificios de León.
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
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