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Curro es el guía más veterano de la Cueva de Valporquero, donde lleva trabajando desde hace casi cuatro décadas. Irene de Celis

Toda una vida en la cueva: «Disfruto viendo cómo la gente se sorprende con Valporquero»

Curro es uno de los guías más veteranos de la Cueva de Valporquero, a la que lleva accediendo 39 años y en la que se ha encontrado «con muchos que se creen los descubridores de la cueva y grupos que te dan la espalda» | Su priemer día de trabajo, con 18 años, llegó en blanco pero «luego le vas cogiendo el truquillo a todo»

Rubén Fariñas

Valporquero

Sábado, 12 de noviembre 2022

Cuando en 1983 Curro accedía por primera vez con un grupo al interior de la cueva, seguramente no imaginara que cuatro décadas después seguiría haciendo lo mismo.

Francisco es uno de los guías más veteranos de la Cueva de Valporquero, una joya de la provincia que impresiona a cada una de las decenas de miles de personas a las que ha acompañado a su interior desde que tenía 18 años.

Desde hace cuatro décadas

Recuerda el primer día, en una jornada lluviosa y en el que se quedó «en blanco» cuando accedió por su cavidad principal. «Siempre he sido de los que no se atrevían ni a salir al encerado; era impensable hablar en público», confiesa. Sin embargo, y a pesar de los nervios de esos días, fue cogiéndole el truco a cada visita.

La sala de las Pequeñas Maravillas y la Gran Vía son sus zonas preferidas, mientras que la Rotonda es la que más sorprende al turista por su tamaño y gran número de estalactitas.

Galería. El guía camina por el interior de la cueva acompañando al equipo de leonoticias.

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Galería. El guía camina por el interior de la cueva acompañando al equipo de leonoticias. R.F.

En todos estos años, Curro ha podido ver el avance de la cueva, con la mejora de caminos y la iluminación. 39 años de trabajo en los que se ha encontrado con muchas personas que aseguran ser los descubridores de Valporquero. «Te encuentras con gente que piensa que son los primeros en descubrir la cueva, en los años 50 o 60, pero todo eso es falso porque no se sabe cómo se encontró ni quién la encontró. Se conoce que existe desde el asentamiento del pueblo de Valporquero, hace 350 años».

Pocos cambios ha notado en las formaciones, que tardan entre 70 y 100 años en crecer un centímetro cúbico. Es por ello que dan suma importancia a evitar que los más curiosos intervengan en el curso natural de la cavidad. Él nunca ha visto a ningún turista tratar de llevarse algún trozo de estalactita o estalacmita, pero hace unos años una pareja 'pilló' a alguien saltándose los límites del camino. «Te puedo asegurar que le cayó una multa de entre 3.000 y 5.000 euros». Y es que a la gente, aunque les digas que no se puede tocar nada, «la curiosidad del tacto les puede».

Respeto a la cueva

Y es que no todos los grupos respetan el patrimonio natural ni el trabajo de los guías. Sin embargo, la veteranía es un grado en la vida y de ello ha hecho una virtud. «Hay grupos que hablas con ellos y te dan la espalda, como que no les interesa, sobre todo estudiantes un poco macarras. Lo bueno es que la experiencia te ayuda a enfocarlo de otra manera y no a todos les cuentas lo mismo».

Con quienes sí se ha familiarizado es con los únicos habitantes de la cueva, unos pequeños bichos que viven dentro y fuera del agua. Se trata de una especies que nacen, crecen y mueren en la cueva, que no tienen ojos y carecen de pigmentación, con un tamaño de un milímetro a un centímetro.

No considera que su trabajo sea monótono, a pesar de haber accedido miles de veces a la cueva. De hecho, lo que más le cansa son las esperas entre grupos. «Es mi trabajo, me gusta, al contrario, no lo cambiaría. Hay días que te pilla mejor o peor, pero intento transmitir que la cueva me gusta y no ser apático. De hecho es que me gusta, y es mi medio de vida».

Curro trabaja en un escenario de película, como la versión del Viaje al Centro de la Tierra que se rodó en 1977, o un capítulo del Quijote del que guarda una simpática anécdota. Su jefe, Onofre, iba a hacerles una foto a los guías con Alfredo Landa y Fernando Rey, a la conclusión del rodaje, pero la cámara no tenía carrete y nunca se pudo revelar.

Reconoce que la palabra 'impresionante' es la que más repiten los turistas, y no es para menos. El privilegio de Curro, a lo largo de casi 40 años, es haber disfrutado a diario de Valporquero, una cueva que ya forma parte de su vida y de la que disfruta viendo sorprenderse a cada grupo que acompaña a su interior.

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