Son curiosos los albures del destino, que condicionan nuestro camino y dirigen nuestros pasos hacia los ignotos designios.
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Por el momento, me alejo de Navatejera, pues ya hemos conocido la historia de la Villa Romana abandonada muy cerca de Villaquilambre. Muchos comentarios aseguran que su recuerdo no ha caído en el olvido; así por ejemplo nos lo recuerda el Colegio Villa Romana, a escasos metros del yacimiento, y que mantiene su organización teniendo siempre en cuenta la existencia de este inmueble material e inmaterial.
Por ello, camino hacia el centro, hacia el origen de toda la historia de León, para toparme con un Edificio Emblemático, que llamó la atención de los más experimentados ciudadanos de León y que con cariño guardan historias, tanto en su interior, como en localizaciones aledañas a este lugar. El problema acontece cuando, al arribar a San Francisco, este Flâneur, seguidor de los Edificios más bonitos de nuestra ciudad, descubre que aquel que pretende investigar, ya ha desaparecido. Conozcamos la historia del Hospicio de San Francisco.
Muchos de ustedes quizás contengan una vaga imagen del Hospicio de León, pero como ya hemos dicho, serán aquellos con más suerte y la memoria en buen estado, pues este maravilloso edificio desapareció definitivamente a finales de los años sesenta. Hace casi sesenta años.
El nombre oficial del Hospicio no era el de «San Francisco», sino el de San Cayetano. Expliquemos el origen del edificio y colémonos, sin que nadie perciba nuestra presencia, en su interior, para toparnos con las fotografías de aquellos expósitos que no solo fueron abandonados por sus padres, sino que fueron criados con ternura por los integrantes de la orden que gobernaba el Hospicio, convertido también en Colegio San Cayetano.
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A finales del siglo XVIII, Carlos III cedió estos terrenos al obispo Cayetano Cuadrillero y Motta, quien tuvo la intención de construir una Casa de Misericordia. Este hombre, instruido en la religión y en la fe cristiana, fue un defensor de los derechos de los niños y niñas de León, siempre movilizando sus recursos en pos de facilitar la vida de aquellos que habían sido abandonados en los tornos de la ciudad o a las puertas del Hospicio.
Acudamos ahora al breve pasquín editado en los años cincuenta por el Hospicio de San Cayetano, quien describía la peculiar situación del lugar, su historia, y las actividades desarrolladas en su interior en pos de nutrir a sus educandos en las artes de las labores típicas de los leoneses.
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«Fue su fundador el excelentísimo señor don Cayetano cuadrillero, obispo que fue de León en el año mil setecientos ochenta y seis. La caridad del Prelado levantó este hermoso edificio y su mucha generosidad le dotó con singular largueza, para bien de la niñez abandonada y con el noble fin de arrancar a la miseria o al infortunio aquellos seres humanos recogidos y guiados con amorosa mano por la senda del bien y del deber puedan ser de provecho para la sociedad y útiles para la patria».
El Hospicio de San Cayetano abarcaba la superficie que hoy comprende el edificio de correos, el conservatorio, el parking de Santa Nonia, el antiguo Instituto de Higiene de león, la biblioteca pública y el teatro Emperador. Con una gran huerta para que los alumnos e internos pudieran aprender a labrar la tierra, al otro lado, al final de esta, se encontraba la Fábrica de Hilaturas de León, cuya puerta ya hemos conocido en otros artículos anteriores, que da nombre a la calle de Puerta de la Reina, y que engalana hoy la entrada a la Audiencia Provincial de León.
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«La enseñanza elemental comprende las asignaturas usuales para que los niños y niñas puedan obtener una cultura común punto y para la enseñanza profesional. Cuentan los alumnos con talleres de zapatería, carpintería, albañilería, sastrería e imprenta. También se les enseña agricultura que practican en la huerta de la casa y en la magnífica finca que el establecimiento poseía las afueras de la ciudad».
Hay dos tesoros que guardaba el Hospicio y que hoy han sobrevivido al paso del tiempo. El primero de ellos es un conjunto escultórico formado por dos columnas, que daban la bienvenida a los alumnos, internos y fieles. Estas dos construcciones han permanecido incólumes al paso de los años, pues fueron rescatadas y ubicadas en el complejo de San Cayetano, a las afueras de la ciudad, en la Carretera de Carbajal de la Legua.
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Por otro lado, la fuente que se podía encontrar en el interior del Hospicio, hoy descansa en los jardines de San Marcos, siendo este el vestigio último de aquel Colegio de San Cayetano que fue acicate de la enseñanza en nuestra ciudad, para niños que lo habían perdido todo.
Las piedras del antiguo Hospicio de San Cayetano, los restos tras su demolición, se pueden encontrar en el actual Parking de Santa Nonia, apiladas y preparadas para caer en la obliteración y el abandono. En la Iglesia de Rioseco de Tapia, bajo el Jesús de Nazareno, se encuentran las baldosas, que se reciclaron del Colegio de San Cayetano.
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Como corolario, el edificio fue adquiriendo un tono mohíno y transformándose poco a poco en una ruina. En 1963, comenzaron las labores de destrucción, perdiéndose finalmente el edificio al completo alrededor de 1966.
Hoy pasea este Flâneur por el pequeño jardín de San Francisco frente al edificio de correos, deleitándose con la única piedra que permanece intacta frente a lo que fue el complejo Hospicio de San Cayetano. En sus grietas, observamos el paso del tiempo, y su testimonio nos ofrece el recuerdo de cientos o miles de niños y niñas que vieron satisfecha su curiosidad gracias a este desaparecido pero nunca olvidado Edificio Emblemático de León.
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