Sobre el Vexu Kamin (Viejo Camino de Santiago), mal llamado Camino Olvidado

En 1986 peregrinó D. Julián a la tumba del Apóstol y surgió en él una pregunta: ¿Por dónde caminarían a Santiago los peregrinos antes de la existencia del Camino Francés, ya que por gran parte de éste durante varios siglos no podían hacerlo, por ser territorio ocupado por los moros o recientemente reconquistado y peligroso para viajar? La respuesta vino después de un extensa, intensa y rigurosa investigación en archivos, bibliotecas y sobre todo, pisando el terreno; el trabajo de campo que muy pocos hacen.

Así, restando tiempo de convivencia con su amada esposa, sudando la gota gorda en verano, pasando frío en invierno, gastando dineros y gasolina, encontró D. Julián el Vexu Kamin y su recorrido desde Irún hasta Santiago. Descubrió (él solito, únicamente él) un camino que cuando dejaba atrás la región de los vascones discurría entre bosques y valles, siempre hacia el Oeste, por el piedemonte de la Cordillera Cantábrica (Norte de Burgos, Palencia, León), hasta adentrarse en Galicia. Camino que recorrieron miles de concheros durante más de trescientos años, antes de la existencia del Camino  Francés, cuando las frecuentes razias musulmanas en la Meseta Norte hacían imposible cualquier peregrinación.

Desde la primera difusión y edición de sus investigaciones: «Vexu Kamin. Viejos Caminos de Peregrinación», su obra se ha visto inmersa en una polémica alimentada por desleales intenciones, incluso, deslealmente plagiada. Una polémica que solo alcanzamos a explicar por el enorme ego de aquellos que sin investigar ni publicar, desean subir al festín de gloria depositado en el carro de heno, un carro de gloria cargado con los grandes sacrificios del investigador.

Al mismo tiempo, se iniciaba una polémica baldía sobre cierto documento, obviando toda la investigación aportada que se constituía en el principal y más válido documento, basado en todos los indicios descubiertos sobre dicho camino. Otros, los más atrevidos, sin temor de Dios ni del autor, pues saben que es un bendito, se lanzaban a señalizar el camino y rebautizarlo con el amnésico, cursi y  prosaico nombre de: «Camino Olvidado». Pensamos que después de casi 30 años ya no estará tan olvidado. Aquellos que se han ocupado desde entonces de señalizar el camino, sin el consejo y guía del que tiene la potestad otorgada por la propia investigación, más que dirigir al peregrino a la tumba del apóstol, parece que pretenden y es su intención llevar a la tumba por andurriales montaraces: al peregrino, al camino y al Apóstol.

Entre otros muchos, un ejemplo flagrante de la adulteración que ha sufrido el Vexu Camin, queda patente en el tramo comprendido entre Puente Almuhey y Boñar: ni pasa por la cara Sur de Peñacorada ni por S. Pedro de Foncollada ni por la Serna, en la obra original del descubridor e investigador sí pasa por esos lugares; últimamente San Pedro de Foncollada y la Serna se ofrece en las guías como una opción más. Se descalifican ellos mismos cuando ningunean e ignoran al investigador en sus juntas, charlas y simposios.

En fin, creemos que D. Julián ya está curado de espanto con tanto chasco, deslealtad, plagio, estropicio y desafuero infligido a su investigación. Paradójicamente todo lo sucedido, le ha hecho más fuerte y valeroso en orden a defender lo que le pertenece. Para D. Julián el Vexu Kamin es como un hijo, es su posesión más preciada, es el corderito del que hablaba el profeta Natán, cuando condenó la conducta del rey David por arrebatar de mala manera la mujer del valeroso Urias, al que de propina envió a la muerte.

Aquellos que se sirven del camino descubierto por D. Julián González Prieto, llevan el camino hacia sus intereses particulares, adulteran como adulteró el rey David con la mujer de Urias; se han convertido en el garabito que acerca la rama cargada del fruto trabajado por otro. El Viejo Camino de Santiago, EL VEXU KAMIN, si lo comparamos con el otro que discurre por el secarral africano de la Meseta, tiene un futuro esplendoroso por el gran potencial reflejado en sus abundantes valores paisajísticos y patrimoniales, pero solo, si se ciñe al estudio realizado por D. Julián. Su obra tiene además un valor añadido, algo que casi ningún tratadista menciona cuando escribe sobre los caminos a Santiago: resalta continuamente el valor espiritual y penitencial del camino, valor que tenía cuando lo inauguró el rey Alfonso II el Casto en los albores del siglo IX.