Señor de Bembibre, un homenaje literario en el corazón de León

Son muy pocas las calles de León que cuentan con tanta historia literaria. Ya hemos pasado por la Avenida Padre Isla para cerciorarnos de su importancia histórica, pero también es cierto que, aunque muchos leoneses ilustres cuenten con su nombre estampado en el odónimo de la calle, pocas son las ocasiones, por no decir casi ninguna, en las que en el callejero de la ciudad aparecen dos referencias a la misma persona. Pues si bien ya existía una calle con el odónimo de Gil y Carrasco, se bautiza después a la presente arteria como «El Señor de Bembibre», haciendo referencia a la obra de este romántico escritor.

Paseemos por esta calle para conocer la historia tanto del autor, como del personaje que describió, basándose en los textos de los románticos que por aquel entonces llegaban a España bajo el nombre de Wether, Ivanhoe, etc.

Enrique Gil y Carrasco, como supondrán, es leonés de pura cepa, pues nace en Villafranca del Bierzo el 15 de julio de 1815. El alto nivel económico de su familia le permitió dedicarse a la literatura y recibir una sólida educación. Se mudó a Valladolid, donde estudió derecho y empezó a relacionarse con el movimiento cultural de la época, atrayéndole por encima de todo la literatura y el periodismo.

Fue nombrado agregado cultural en la Embajada de España en Berlín, lo que le permitió acercarse a otras culturas y ampliar sus horizontes culturales hasta alcanzar las altas esferas intelectuales. Su carácter sensible y melancólico, descrito así por sus coetáneos, influía en su forma de escribir, pues plasmaba esa nostalgia en sus famosos personajes.

En 1839 es diagnosticado con Tuberculosis, enfermedad que se cree que se agrava tras su viaje a Berlín, donde finalmente muere en 1846, apenas dos años después de culminar una de las obras más representativas del romanticismo histórico español.

El Señor de Bembibre, odónimo que da nombre a esta calle, es una obra del autor descrito que transcurre en su mayoría en la provincia de León, en concreto en la región berciana. La novela describe parajes como los de Bembibre, el castillo de Cornatel y Ponferrada, donde un caballero templario ha de perseguir el amor de una bella doncella, doña Beatriz, (suponemos guiño a Dante), entrando en conflicto con diversos personajes, como el conde de Lemos, padre de la dama, que se enfrenta a don Álvaro por el amor de su hija.

El amor y la pérdida juegan un papel fundamental, pero tal y como explora Walter Scott en su Ivanhoe, novela en la que se basa también Carrasco, la temática caballeresca y Templaria es inherente al momento descrito en su espacio diegético, es decir, el tiempo medieval en el que se basa la novela.

La obra consiguió una gran acogida, aunque lamentablemente Gil y Carrasco nunca llegaría a ver la aceptación de la misma ni cómo su nombre aparecería en el callejero leonés. En 1963, la corporación municipal nombra la calle que va desde Fernández Ladreda hasta Octavio Álvarez Carballo.

Me encantaría rescatar una breve anécdota de las aclamadas crónicas de Armando G. Colino, quien investigase a fondo la historia de las calles de León y que me parece justo sacar a colación. Siendo un nombre tan llamativo este para el novedoso barrio de la Chantría, se decía que por aquel entonces, y ante el desacostumbrado uso del título de la obra para indicar una dirección en una carta, muchas de las misivas eran dirigidas, o redirigidas por el departamento de correos a la localidad de Bembibre, creyendo los carteros que, en realidad, escribían a un aleatorio señor de Bembibre.

Hoy caminamos por esa calle maravillándonos con su leyenda, con intención de hacer observar al lector las maravillas de un plano urbano que sirve de lienzo para describir historias inenarrables cuyos protagonistas moldearon una ciudad eterna, como lo es León

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