Una historia de arte, de un 'robo' para engrosar una colección privada. De una salida al mercado que terminó en un marchante francés y de una venta final por 2.000 francos para decorar una galería del museo más importante del mundo. Es la historia de una pieza de arte románico que gracias a un investigador e historiador gallego ya conocer su origen, y no es otro que la basílica de San Isidoro de León.
Publicidad
«España, entre 1100 y 1150. León. Proviene sin duda de la colegiata de San Isidoro de León, Castilla y León, noroeste de España». Es lo que ya se puede leer en la cartela a los pies de una pieza, un león, que descansa en el Museo del Louvre. El museo más importante del mundo reconoce el origen hasta el momento desconocido de una de sus esculturas, que por primera vez certifica que un trocín de León se expone en el prestigioso hogar de la Gioconda, la Venus de Milo o la Victoria de Samotracia.
Y lo hace gracias al incansable trabajo de un historiador gallego enamorado del arte leonés, Francisco Prado-Vilar. Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Santiago de Compostela, donde trabaja con investigador distinguido, y con un máster y doctorado por la Universidad de Harvard., el gallego ha dedicado buena parte de su trayectoria al arte leonés, especialmente a todo lo que tiene que ver con un monumento que es una «joya», San Isidoro.
En 2011 publicó en la revista de arte Goya una extensa investigación sobre la colegiata, 'Lacrimae rerum. San Isidoro de León y la memoria del padre', donde profundiza en la historia y relevancia de este monumento fundamental. Fue hace un año y medio cuando, de estancia en una universidad francesa, visitó el museo del Louvre de París.
En una sala se fijó en el león que descansaba en un rincón. «Me llamó mucho la atención porque me recordó a todo el arte del entorno de León que tanto he estudiado. En la cartela ponía que procedía de España, de la villa de León, pero no había mucha más información», explica Prado-Vilar. Con la mosca detrás de la oreja, se puso en contacto con un departamento del museo para ver la documentación de la pieza. «No había mucho, simplemente indicaban que el museo había comprado el león a un marchante de arte, Brimo de Laroussilhe, en febrero de 1936 por 2.000 francos».
Publicidad
Cuando llegó a España fue el momento de ponerse a trabajar. En una primera hipótesis, el investigador planteó que el león podía haber pertenecido a la portada del Perdón de San Isidoro. Con fotos y archivos logró encontrar un documento que certificaba la existencia de un león parecido al del Louvre a principios del siglo XX, pero en fotos más recientes constató que esa pieza había perdido la cabeza y no podía ser la misma.
Se abrió así una segunda hipótesis: buscar referencias de León en la portada norte del transepto, una zona en la que no había profundizado en su investigación y en la que ha encontrado importantísimos avances. El león del Louvre «sería el gemelo superviviente de los que habían desaparecido de la portada sur debido a la voracidad del tiempo y su exposición a los elementos, algo de lo que este se habría librado por haber sido protegido por su desmontaje o por las construcciones posteriores que cubrieron el lugar en el que estaba», explica el investigador en el reportaje 'Un león románico en París: En busca de los fragmentos perdidos de la basílica de San Isidoro'.
Publicidad
Una portada en al que trabajó el arquitecto leonés Juan Crisóstomo Torbado llena de detalles relevantes para la historia del arte.
Noticias relacionadas
Daniel Casado Berrocal
Rubén Fariñas
Según explica el historiador, Torbado se habría llevado piezas de los trabajos que realizó para su colección privada, y entre ellas habría estado el león que ahora se expone en el Louvre. De la colección del arquitecto habría salido al mercado hasta recalar en una galería francesa donde el museo parisino adquirió la pieza.
«Hablé con la galería porque el siguiente paso era saber cuándo salió el león de España». Un dato importante ya que, apunta el gallego, en caso de que el león cruzara la frontera a principios del siglo XX habría posibilidad de reclamarlo. «La única fecha que hay es la de venta al Louvre pero eso no nos indica nada de cuándo llegó a Francia, y por desgracia no hemos encontrado ninguna documentación», lamenta.
Publicidad
Celebra sin embargo la rapidísima actuación del museo parisino. Una vez les hizo partícipes de su investigación, la cartela cambiaba su texto reconociendo que, «sin duda», el felino es de la Colegiata de San Isidoro de León. «Es fundamental que lo hayan reflejado así porque se reconoce el origen de la pieza, y es relevante que haya un trozo de la historia de un monumento como San Isidoro en uno de los museos más importantes de todo el mundo como es el Louvre», apunta Prado-Vilar, que recuerda que es un paso clave que se suma a la investigación de la historiadora Ángela Franco que realizó un inventario de piezas de León por el mundo en la que no aparecía este león.
«Ahora la gente que visite el museo del Louvre verá esta pieza y sabrá que proviene de León», concluye el gallego, que ha logrado gracias a su trabajo que un trocín leonés se codee, oficialmente, con las obras de arte más grandes de la historia.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Te puede interesar
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.