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Avanzando desde Santa Ana, cual peregrino entusiasmado por conocer la historia de una ciudad eterna, nos adentramos en la calle Barahona, cuya historia conocimos la semana pasada, nombrada en honor al judío Barahona, quien predicase con sus salmos melódicos y fuera reconocido en la ciudad de León; llegando a su término oficial, nos encontramos con las ruinas de un pasado desconocido, del que apenas se tiene constancia, más que por las crónicas de los historiadores. Una de las grandes puertas desaparecidas de la ciudad, que fueron demolidas entre finales del siglo XIX y principios del XX: Hoy hablamos de Puerta Moneda.
Sabe mal sentirse tan cercano a esos ancestros que encontraron a bien demoler todo cuanto quedaba del pasado de las puertas de León, que bien seguro que luz quitaban a la ciudad, pero que también pudieron haber conservado y preservado para no haber perdido con ello parte de nuestra esencia.
Otro gran ejemplo de esta tropelía es la conocida Puerta Obispo, que ya comentamos durante uno de nuestros paseos como odonistas, hace ya más de un año. En esta fotografía, recientemente compartida por la Fototeca, encontramos una visión desde el Palacio Episcopal que pocas veces se ha visto. La Puerta Obispo aún permanecía erguida, y la vista de la Catedral, entorpecida por su existencia; este hecho, sumado a algunas leyendas urbanas que corren como la pólvora, impulsaron a los entonces dirigentes de la ciudad a desarrollar un proyecto expansionista que abriera (nunca mejor dicho) las puertas a un nuevo León más expedito y luminoso.
Un flagrante caso fue el de la Puerta Sol, que ya hace tiempo que fue olvidada por los leoneses. Entre otras muchas puertas maravillosas de León, que han perdido el legado que durante siglos nuestros antepasados construyeron, por ejemplo, nos acordamos de la Puerta de Fajeros, en pleno Santo Domingo, la Puerta de San Francisco, la Puerta del Peso en Bermudo III, la Puerta de Santa Ana o Cal de Moros, o la Puerta del Arco de Ánimas, así como la de Renueva, que estaba adosada a la muralla de San Isidoro.
En el caso de Puerta Moneda, su derribo es aún mucho más doloroso para la memoria histórica de los leoneses, pues esta servía de entrada a todos los peregrinos, que entraban desde Puente Castro hasta el centro de León por una majestuosa Puerta que les daba la bienvenida.
El origen del nombre proviene del intercambio pecuniario que siempre se llevaba a cabo en las inmediaciones de la puerta, allí donde las actividades económicas servían para dar vida a una ciudad que dependía del paseante solitario, o del peregrino acompañado, llegando estos muy dispuestos a gastarse sus monedas en diversos productos típicos de la ciudad.
La Puerta Moneda tenía una gran envergadura, y poseía una efigie de Fernando III, que luego hubo de ser sustituida por una estatua del rey Carlos III que se exhibió desde 1759 hasta 1905, cuando la puerta fue demolida bajo el mandato de Cecilio Díez Garrote.
La Puerta Moneda siempre estuvo marcada por la actividad monetaria, y tanto fue así que gracias a la influencia del empleo surgido por los «monederos», llegó a crearse, alrededor de 1232, la Cofradía de los Monederos, en el Real Monasterio Benedictino de San Claudio, del que ya hemos hablado en muchos otros artículos.
Como ya se ha citado en varias ocasiones, esta Puerta sirvió de entrada para los reyes más laureados, como Fernando el Católico, cuando recibió los restos de San Marcelo, historia ya narrada durante el episodio del Monasterio de San Claudio. También visitaron la ciudad Carlos V; para luego hacerlo Fernando II, y su esposa.
Multitud de personajes históricos que tuvieron el privilegio de adentrarse por la Puerta Moneda y sentir la impresión de pasar a través de un pedazo de historia para luego llegar al corazón de una de las ciudades más hermosas de España. Hoy, un recuerdo silente te golpea a tu paso por Puerta Moneda, pudiendo observar el hueco, la herida, y la cicatriz, que deja el progreso en la historia.
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
José A. González y Álex Sánchez
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