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Esta semana el Odonista sigue afincado en la calle de la Rúa, una de las más famosas de la ciudad de León. En ella han vivido célebres personajes del panorama cultural, pero, sobre todo, ha servido a la historia para trazar una línea divisoria entre la muralla romana y el exterior de la misma. Recuerden ustedes cómo se descubrió apenas hace veinte años, la presencia de un antiguo cubo milenario en el patio interior de una vivienda. Pero la Rúa es más que eso y bajo su precioso suelo empedrado y adoquinado descubrimos el Anfiteatro Romano que llenó de gloria la ciudad que un día fundaron Trajano y Galba al principio del primer milenio después de cristo.
En el presente artículo desgranaremos parte de los misterios que rodean a esta calle, que lleva el nombre de la Rua pero, ¿saben por qué? Viajando hasta el siglo IX después de Cristo, nos encontramos con el hallazgo de los restos del apóstol Santiago en Galicia. Concretamente en 814. Fue muy conveniente este descubrimiento en el punto más septentrional del territorio dominado por el cristianismo, pues surgieron multitud de peregrinos que, desde todas partes del antiguo continente, viajaban a España para ver las reliquias del apóstol.
Fue ya en el siglo X que, ante la afluencia de franceses que emprendían el camino hasta Santiago de Compostela, pasaban por León, dejando su ofrenda a la Virgen del Mercado y pasando por la calle de la Rúa. Fue bautizada entonces, como la Rúa de los Franceses.
El Camino de Santiago, en España, fue una de esas obras faraónicas que colocó al país en el centro del panorama cultural de la Edad Media, donde las cruzadas religiosas ya habían comenzado a ocupar los deseos de los papas y de los caballeros artúricos. Para entrar en León, y según nos cuenta Armando G. Colino en su callejero leonés junto a Javier Tomé, entraban los peregrinos por la carretera de Sahagún, siguiendo por Bercianos del Real Camino, y Mansilla de las Mulas. Cruzaban por Puente Castro y llegaban al rollo de Santa Ana. Este camino nos recuerda a la Pícara Justina, a su paso por León desde Mansilla de las Mulas, describiendo la ciudad al completo y esgrimiendo una crónica de la ciudad en boca de Justina pero en la pluma de López de Úbeda.
El arrabal de Santa Ana, que es conectado por Barahona con Puerta Moneda y esta con la Rúa, nos parece muy lejano a lo que es hoy el barrio de Santa Ana, convertido en un cómodo residencial. Pero antiguamente, y no estoy hablando del siglo XVI sino de 1989, el rollo de Santa Ana no se diferenciaba demasiado de aquel que visitase la Pícara, con sus soportales y sus empedrado característico. ¿Desean conocer la historia del Barrio, desde el origen de Pendón de Baeza hasta las fotografías del antiguo Rollo de Santa Ana? Pues sigan leyendo esta serie de artículos, pues comenzaremos la semana que viene y seguiremos durante parte del mes de julio.
Seguro que ya han escuchado hablar del Palacio Real, lugar fundado en 1371 por Enrique II y que ocupaba gran parte de los solares que se asoman a General Lafuente y a la Rúa. Resulta preciso decir que este fue uno de los grandes palacios mudéjares de toda España, reconocido como el Palacio Real de León. Y aunque son pocos los vestigios de su presencia en nuestra historia, sí que aparecen documentos de gran relevancia para conocer su trayectoria a lo largo de nuestras vidas. Alguno de ustedes, de oída seguramente, lo llegarían a conocer como el cuartel de la Fábrica.
Pues bien, les adelanto que su historia es singular, cuando menos, y que marcará un antes y un después en la historia de estas secciones, pues bien lo han adivinado los avispados lectores. ¿Sabían que hubo un Palacio Real en León? No se preocupen, pues el próximo lunes conoceremos la historia al completo del Palacio Real de Enrique II, de la mano de nuestro querido Flâneur.
Otra de esas historias, ya contadas en otros medios, es la del famoso avión de la Legión Cóndor, que perdió el control en las navidades, en concreto el 23 de diciembre de 1937 y se chocó contra una de las viviendas de la calle de la Rúa.
Antes del somero resumen del accidente, les aconsejo visitar el maravilloso artículo de Susana Vergara, quien recopiló toda la información y la puso a disposición del interesado lector para ilustrar esta historia.
Así decía el parte oficial de Regimiento de Infantería de Burgos. […] aproximadamente sobre las doce horas un aparato de aviación de la Base Aérea del Norte, chocó violentamente con una casa de la calle de la Rúa de esta ciudad próxima al cuartel de la Fábrica (lo que hoy en día es el Casino del Conde Luna y un día ocupó el Palacio Real de Enrique II) resultando muerto el piloto, que según referencias tomadas por el informante, era de nacionalidad alemana, habiendo oído que también resultaron heridos dos paisanos y una niña, sin que puedan concretar los nombres de ninguno de ellos así como tampoco el número y clase del aparato.
Hubo de ser un terrible acontecimiento que despertó (si no lo estaba ya) a la ciudad de León, pendiente de la Guerra que se estaba disputando en toda España, pues fue durante el epicentro de la Guerra Civil. Por desgracia, murieron al instante dos pequeñas que no fueron nunca conscientes de lo ocurrido. El piloto también acabó muerto como resultado del choque. Pero lo que más llama la atención es la rapidez con la que el suceso se ocultó a la opinión pública. De hecho, y aunque la memoria de los más experimentados nos pueda contar parte de aquellos rumores, no es hasta que Susana, junto a otros investigadores, como el mismo Tomé, Wenceslao Oblanca, López Contreras, encuentra esta información cuando sale a la luz la verdadera historia del avión alemán que se chocó contra uno de los edificios de la Rúa.
Y ya por último, nos asomamos al pasado de la calle General Lafuente, calle señalada también por su vinculación con el régimen franquista, pero que resulta de vital importancia para conocer otro de esos sucesos curiosos de la historia. Noticia de última hora es la que les contábamos apenas hace unos días, cuando se nos aseguraba que, tras la aplicación de la Ley de Memoria Histórica, el nombre de General Lafuente iba a ser eliminado del callejero. ¿Qué piensan ustedes: están de acuerdo con el cambio de nombre?
En su entramado, que va desde la Rúa, el número 33, muy especial para mí, hasta a Avenida Independencia, se celebraron, a mediados del siglo XX, en concreto en la década de 1940, varias corridas de toros, con el Palacio real como testigo, y en las que los matadores cortaban las orejas, que impregnaban el suelo de la calle de sangre.
Aquí algunas de esas fotografías que pasarán a la historia, pues hoy camino por esa pequeña calle para adentrarme en el corazón de la Rúa. Es difícil pensar que en estos lugares, donde nuestros pasos son comunes y donde la rutina se ha afincado, hayan ocurrido infinidad de sucesos que han marcado la historia de nuestra ciudad.
Me despido de la Rúa y bajo hacia mi barrio, mi hogar, desde donde siempre escribo estas líneas, y me cruzo con una historia que ya me ha congelado el alma, pues resulta increíble observar cómo ha cambiado el plantel del barrio de Santa Ana cuando uno observa las fotos del famoso arrabal y rollo. Pero antes, de narrar esta alteración, que se producirá a comienzos del mes de julio, es preciso poner el broche al mes con la historia del Pendón de Baeza, con un suceso que da nombre a una famosa fuente, rotonda o calle, para contarnos la leyenda de una tela centenaria que impulsó a los soldados leoneses en la toma de la plaza de Baeza.
Aparece aquí un curioso personaje de León, el gran Odón Alonso, maestro y director de orquesta, que hasta tiene dedicada una plaza en su honor. ¿Ubican la localización de este monumento a Odón Alonso? Como anécdota, ya en dos ocasiones me ha ocurrido, que suelen relacionar a este Odonista, con el buen Odón, y aunque la serendipia bien podría habernos vinculado, este nombrecillo que ha salido de mi imaginación nada tiene que ver con el director de orquesta. El nombre Odonista, proviene del odónimo o «nombre de una calle», que le viene como anillo al dedo a esta sección. Aplico, por lo tanto, los sufijos que derivan el odónimo a Odonista, o amante de las calles de León, que pasea por su ciudad natal admirando los preciosos edificios y laberintos urbanos por los que se pierde. No estaría mal que la RAE admitiera esta definición, pues es un sentimiento que no pocos experimentan y que describe a la perfección el amor que uno siente hacia su ciudad.
Al fondo queda ya la Rúa, que se despide de mí, y al frente, una nueva historia, con la que aprendo y de la que me enorgullezco. Visiten, de la mano de este Odonista curioso, las calles de nuestro querido León para empaparnos, juntos de la cultura ancestral que ha marcado nuestro presente.
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
José A. González y Álex Sánchez
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