Soportales de Santa Ana. Siglo XIX. Archivo Santos Flórez
El Odonista de la Ciudad de León

De la Pícara Justina a Durruti; el fascinante viaje por el Rollo de Santa Ana

El comienzo de la leyenda de la Plaza de Santa Ana, y cómo pasó de ser un arrabal extramuros a uno de los barrios con más historia de León

Miércoles, 3 de julio 2024, 08:19

Ya han caminado por la maravillosa calle de Pendón de Baeza, se han asomado al Palacio Conde Luna, y al Palacio Real de Enrique II, y ya se han empapado de la cultura, recibiendo por parte del destino un solaz que ilumina nuestro camino, ya en el mes de julio dirigiéndonos hacia uno de los lugares más añorados de la ciudad de León.

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Barrio de Santa Ana. Soportales y mercado de cerdos. c.a. 1905. Archivo Santos Flórez

Como bien habrán adivinado, nos adentramos en el famoso Rollo de Santa Ana, un arrabal medieval que permite a León expandir su extensión en aras de convertirse en la gran ciudad que es hoy. A lo largo de estos artículos daremos a conocer nostálgicas fotografías que a más de uno transportarán a su niñez, alcanzando un elevado grado de ataraxia mientras uno observa cómo ha moldeado el tiempo a la ciudad de León.

Barrio de Santa Ana. Mercado. c.a. 1900. Archivo Santos Flórez

Seguro que a muchos sorprende el estado de esta plaza de Santa Ana, del Rollo y de los soportales, ahora inexistentes, pero bien lo recuerdan los más experimentados, que nos avisan sobre el lugar de nacimiento del revolucionario Durruti, quien se atribuyera en primera persona el asesinato del político Regueral, mencionado ya en otros capítulos de esta serie.

Plaza de Santa Ana. Mercado. c.a. 1913. Archivo Santos Flórez

En el presente artículo navegaremos por los límites de lo real y lo ficticio, pues, aunque beberemos de muchas buenas referencias históricas, que acompañarán a las fotografías, también nos toparemos con los curiosos testimonios de los escritores nacionales, como López de Úbeda, quien narrase las desventuras de la Pícara Justina a su paso por León, mientras caminaba por el famoso Rollo de Santa Ana.

Seguro que ya se han ubicado, y que ya reconocen el barrio, la plaza, el rollo y los soportales que desaparecieron hace ya treinta y cinco años. Pero, en caso de que aún no lo hayan hecho, les ofrezco esta perspectiva de la actual Avenida Madrid, que parece irreconocible hace apenas ochenta y cinco años, cuando al fondo pudiéramos encontrar el ya citado en varias ocasiones como el Hospicio de León, donde fuera abandonado el iconoclasta, Genarín, que desafiaba las normas establecidas y convirtió su vida en una alabanza al orujo.

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Comencemos por el principio. Este arrabal fue construido a lo largo del siglo XVI, casi predecesor de la plaza mayor, a la que llegamos desde Santa Ana, pasando por la actual Plaza de Riaño hasta la preciosa plaza renacentista. De hecho, me gustaría que recordasen este dato: La plaza de Riaño, anteriormente fue conocida como Puerta de Santa Ana, pues allí se localizaba una de las puertas de la ciudad que fue destruida para dar un respiro luminoso a la ciudad. Por allí habría de pasar la Pícara Justina cuando aún se encontrase en pie. Pero lo veremos más adelante.

Soportales de Santa Ana. Catedral a la izquierda c.a. 1880.. Laurent

La siguiente imagen es ya conocida entre los amantes de la historia de León, pues nos encontramos una instantánea en la que convergen varias vías importantes y que les recomiendo analizar con atención. A la izquierda, una frugal Avenida de Madrid, casi paralela a Barahona, que se unifican a su llegada en la Plaza del Caño de Santa Ana, donde hoy se encontraría el monumento a Durruti.

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Barrio de Santa Ana. Iglesia de Santa Ana en el cenrro de la Imagen. Avenida Madrid a la izquierda. c.a. 1941. Ejército del Aire

En el centro de la instantánea se encuentra la maravillosa iglesia de Santa Ana. ¿Conocen su historia? ¿Su recorrido y las magníficas fotografías de cómo ha permanecido incólume durante siglos? Tengan paciencia, pues todo ello se resolverá en los siguientes artículos. En esta imagen de los años cuarenta, observamos el Rollo de Santa Ana en su máximo esplendor, cuando Santa Ana contase con sus llamativos soportales y su empedrado, prácticamente similar al de la plaza del Grano, llevase a los leoneses a establecer el mercado, posadas, y fondas en los edificios aledaños.

Estos barrios, construidos extramuros, eran comprendidos como aquellos lugares residenciales de moriscos y judíos, que se separaban del centro neurálgico de la ciudad. Y yo pienso que, aunque la Pícara bien debió toparse con una ciudad anticuada y anclada en la Edad Media, estos barrios alejados de la Catedral también forman parte de nuestro hogar, pues es un enfoque holístico el que me permite admitir que cada una de las partes independientes de los barrios exteriores a las murallas son de sustancial importancia para comprender León como la suma de todos sus fragmentos. Y el Rollo de Santa Ana siempre ha cosechado un gran éxito entre los más nostálgicos.

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Maderas Morán. En el Rollo de Santa Ana, durante la inundación. Archivo Santos Flórez

No sabemos si la Pícara Justina llegaría a ver inundado el Rollo de Santa Ana como así lo muestra la antigua fotografía del famoso local de Maderas sito en la plaza homónima, pero sí que contamos con el testimonio del escritor, Francisco López de Úbeda, quien expresase con acierto cómo la Pícara Justina entraba en nuestro querido León, realizando un recorrido antológico por la ciudad. Accediendo a León por Puente Castro, como todos los peregrinos, señala de esta manera su paso por el arrabal de Santa Ana:

«Junto a esta puente por do entré está el arrabal de Santa Ana, que si como iba a ver fiestas, fuera a buscar la muerte civil, yo escogiera el ir por allí a buscarla, como el otro que escogió morir sangrando de los tobillos. ¡Necio!, mejor fuera escoger que le llevaran a morir cien mil leguas de su lugar o que le dejaran ir a morir a León y entrar por la puerta del Castro y arrabal de Santa Ana, que con este medio tuviera esperanza de que en el ínterin pudiera apelar sesenta veces y tener despacho.»

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Ya entré por la puerta que dicen de Santa Ana, y a fe que no faltaron gentes que mirasen la procesión de los que entrábamos, y sobre todo la mesonera burlona hacía raya, que un cansancio, aunque embota el gusto, aguza el garabatillo. Hice paraje en un mesón que está pegante con la misma puerta de Santa Ana, lo primero, porque mi cansancio no me daba más licencia (que al cansancio los antiguos le pintaron con las piernas trozadas); lo segundo, me entré allí por ver entrar gente de Campos empanada en carretas; lo tercero, por tener cerca un paseo que llaman el Prado de los judíos, y lo principal, porque vi una fuente apacible allí junto a la puerta del mesón. Fuente es que corre cuando quiere, y algunas veces se queda a oír vísperas en la Iglesia Mayor o hacer colación de rábanos en la plaza de San Martín. Dígolo, porque con todos estos puestos y manantiales, tiene necesidad de hacer cuenta antes de llegar allí, y aun cuando llega trae necesidad de otra tanta agua con que lavar el barro que ha cogido en estas estaciones. Yo había oído nombrar la fuente Cabalina, y viendo que allí iban a beber muchos caballos que habían venido de acarreo para las fiestas, pregunté si aquella era la fuente Cabalina; engañóme el nombre.

De esta guisa narraba la Pícara cómo caminaba por la ciudad de León, con su desacostumbrado desquite y su personalidad altanera, conociendo el caño de Santa Ana, a la que hace alusión con el nombre de la fuente. Análogamente, también se queda contemplando la maravillosa iglesia que se yergue a su vera. De ella hablaremos más adelante, pues este artículo introductorio pretende situar al lector en su escenario diegético predilecto, allí cuando la tierra, la grava, el empedrado y los soportales de Santa Ana eran un lugar de peregrinación para los visitantes que, con atracción realizaban las fotografías que hoy han llegado hasta nuestros días.

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Entierro del párroco don Eutiquino en 1961. Archivo Santos Flórez

Llegamos a dos curiosas fotografías que resaltan por encima de las de nuestra investigación. En la superior, datada el 19 de marzo de 1961, durante las exequias del párroco de la Iglesia de Santa Ana Don Eutiquino, que reunió a cientos de personas, y en cuyo rostro podemos ver el triste semblante de aquellos que echarán de menos a un personaje muy querido del barrio. Nos sirve como ejemplo para ver cómo el tiempo fue transformando la ciudad, el arrabal, y el barrio, que por supuesto acabó domeñado por los grandes edificios, por el progreso, y por el asfalto, que acabaría cubriendo el empedrado pasado de nuestra ciudad.

Barrio de Santa Ana. Victoriano Crémer

La siguiente fotografía curiosa está fechada en la década de los años setenta. Y no tiene una mayúscula importancia por lo que aparece en ella, sino por el fotógrafo que la tomó. Amante de la ciudad como era, don Victoriano Crémer, uno de los grandes poetas de nuestra historia, salía este conocido literato a vagar por las calles, realizando imágenes que nos sirven ahora para ver cómo era el pasado de León apenas cincuenta años atrás. Y se reconoce en él su epígono, al que no le llega ni a la suela de los zapatos, pero que sigue sus pasos periodísticos para acercarles a ustedes un pedacito de la historia de León.

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Santa Ana, por Honorato Puente. Compartida por Jorge Díez

Ahora bien, ¿cómo influyó en el barrio de Santa Ana el progreso urbanístico de la ciudad de León y qué supuso para su crecimiento? ¿Cuándo fueron derribados los soportales? ¿Y la iglesia, qué importancia tiene para el barrio un lugar de peregrinación católico que, como se imaginarán, fue el epicentro del crecimiento del arrabal de Santa Ana? ¿Qué relación une a Buenaventura Durruti con el barrio y, cómo se transformó el barrio en lo que hoy conocemos?

Acérquense a la historia de León, de la mano de este Odonista,y de su homólogo, el Flâneur, que se atreverán, tanto el lunes que viene, como el próximo miércoles, a desgranar las historias que se nos han quedado en el tintero. Conozcan la trayectoria de la Iglesia de Santa Ana en Edificios Emblemáticos de León y tengan paciencia hasta dentro de una semana, cuando podrán asomarse al pasado reciente del barrio de Santa Ana para conocer cómo se ha transformado el anteriormente llamado arrabal en el elegante barrio que hoy brilla en León.

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