Hace escasamente un mes se cumplían 1300 años de la batalla de Covadonga en 722. Una efeméride que incluso en Asturias, ha pasado sin pena ni gloria. A diferencia de España, los franceses hinchados como sapos de tanto hablar de ellos mismos, se erigen en ... salvadores de la cultura europea rememorando la batalla de Poitiers (732). Cuando de todos es conocido que esa batalla fue una mínima algara contra un ejército árabe en retirada, agotado e impedido por el botín de sus saqueos en el sur de Francia.
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¿Qué ocurre en España, cuando menospreciamos a personajes de la talla de D. Pelayo? Por qué no interesa saber que aquí, en el espacio comprendido entre Peñacorada, Covadonga y Liébana, nuestros antepasados iniciaron la resistencia al Islam que dominará desde la India hasta Astorga. En Covadonga, Hispania se jugaba su pertenencia al ciclo cultural cristiano de occidente. Sin D. Pelayo y sin Covadonga los destinos de la Península Ibérica sería el de los pueblos señoreados por el Islam desde hace 13 siglos.
El Padre Martino celebraba el pasado mes de mayo en Villagarcía de Campos su 97 cumpleaños y vindicó y recordó con su magna obra: «La Rebelión de Pelayo», al rey y a la batalla que iniciaron la lucha contra el islam ibérico. Desde hace tiempo se vienen repitiendo en León capital, conferencias, artículos, presentaciones de libros que niegan la autenticidad de la victoria cristiana de Covadonga. Autores poco serios y con egos que no caben en la Catedral de Covadonga, deportivamente se complacen en denostar y disminuir la importancia de un acontecimiento tan determinante para la suerte de la cultura occidental. Veamos lo que decía el historiador C. S. Albornoz al respecto de tales lumbreras: «No es lícito dudar de la autenticidad de la victoria cristiana de Covadonga, ni lo es rechazar por fabulosos los nombres de las figuras principales que en ella intervienen.Con sus comentarios irrespetuosos y excesivamente liberales de las fuentes, o con su demoledor hipercriticismo, sañudo y cruel, la erudición del siglos XIX y de principios del XX se ha complacido en enredar la madeja de los testimonios históricos que aluden al suceso inicial de nuestra Reconquista. Y lo han conseguido con tal éxito que hoy es empresa más que difícil sacar el hilo del ovillo» (C..S Albornoz , Orígenes de la nación española, II, 137).
Es Alfonso III el primer cronista que localiza la batalla de Covadonga y se apoya en un texto no conservado del s. VIII. Estamos de acuerdo en que el dato que más disuena es el de 187000 musulmanes que llegaron a Covadonga. Aceptamos las hipérboles, pues hasta los árabes exageran cuando dicen que los combatientes de Rodrigo entre soldados y jinetes eran unos 600.000. Pero, ¿por qué y para qué el cronista cristiano habría colocado el pie del monte Auseva por capricho y falsía la batalla de Covadonga? Ninguna fuente histórica contradice esta localización. Los cronistas árabes incluso detallan elescenario de la batalla. Así Ibn Hayyan dice: «La sierra en que se habían guarecido Pelayo y sus hombres». Isa al Razi comenta:«La roca en que se habían refugiado los cristianos». Ambos describen las hendiduras de la peña en Covadonga. La batalla fue una emboscada. El arzobispo Rodrigo dice que las fuerzas cristianas estaban ocultas en los montes pues la cueva no podía cobijar a todos. Un dato que armoniza con la emboscada es el de que las piedras (lanzadas por los honderos) que volvían sobre los que las lanzaban y fuertemente los despedazaban, un efecto no de piedras de honda, sino de las que les lanzaban los cristianos desde las alturas de Priena, sobre el desfiladero que conduce a Covadonga. También el desenlace apoya el hecho de una emboscada: el que una parte de los árabes ascendiera a la meseta de Enol y pase a Liébana, siendo exterminados en Subiedes, mientras que la otra vuelve hacia atrás y es desbaratada en Olalies (Sta Eulalia bajo el Pierzu). Hechos solo explicables por el efecto de una emboscada lanzada sobre el centro de la columna, dividiéndola en dos, a la altura de Priena. Covadonga fue la emboscada más productiva de cuantas quedaron en la historia. En su día (siglo XVI) recogió Ambrosio de Morales, presente en Abamia, el testimonio de la tradición. «Una de las cosas que a mí me ha parecido muy notable en todo esto de Covadonga y por aquí es que aquí fue la furia de Augusto César con los Asturianos (Guerras Cántabras) cuando los sujetó… que parece que se habían acogido a la fortaleza natural de Covadonga y sus contornos (Picos de Europa), y así se pudo tener más noticia deste lugar en tiempo del rey D. Pelayo para acogerse a él, como ya se sabía que otros antiguamente lo habían hecho» (Viaje. OVIEDO, 1977, P. 67). De la nada no sale nada y las tradiciones de Pelayo como indígena, no godo, organizador de la resistencia contra los musulmanes son muy importantes en la Cantabria Leonesa (montaña Oriental); en el Ponga; en Liébana y hasta en Campo de Caso en la cuenca del Nalón. Sin embargo algunos eruditos o que se tienen por tales, ignoran por completo la tradición y el origen de esas tradiciones porque ni han pisado los territorios donde se originó la importante gesta de D. Pelayo. Lo del principio.., hipercriticismo de gabinete.
Que salgan estos señores un poco al monte, al menos les dará el aire y se despejaran las miasmas de sus cerebros. ¡«Válganos Dios, y que falta está haciendo una ley contra la ignorancia, para poder destituir de sus empleos a algunos catedráticos y enviar a la escuela de primeras letras a éstos percibidores de miles de duros»!... (D. Antonio de Valbuena de Pedrosa del Rey dixit)
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