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Siempre que se habla del pantano de Riaño se tienen muy en cuenta las afecciones y el daño que se hizo aguas arriba de la presa. La sistemática destrucción y arrasamiento de 8 pueblos hace 35 años, en la recién estrenada democracia gobernada entonces por ... los socialistas, pesaba y pesa en el subconsciente colectivo de todos los montañeses.
Aún recordamos con dolor aquellos momentos del feroz aniquilamiento de nuestra historia y forma de vida. Los pueblos de la Comarca de Riaño que se ubicaban en el fondo del vaso del pantano, soportaron lo insoportable, contemplaron con impotencia la destrucción de sus hogares, la división cainita entre sus gentes, la fuerza bruta de una policía al servicio de la barbarie.
Gentes obligadas a emigrar, con la prohibición bíblica de no volver la vista atrás, pues el doloroso recuerdo les persigue después de tantos años allí donde se encuentren. A los tremendos males y afecciones ocurridos por encima de la presa, también tenemos que añadir 35 años de desastre medio ambiental y turístico aguas abajo Insidiosamente, desde el mismo momento del cierre de la presa, el daño producido por la fiebre pantanosa y su abominación, comenzó a bajar año tras año por el cauce del Esla envenenando poco a poco la vida de los pueblos desde las Salas hasta Gradefes.
Primeramente asistimos extrañados y perplejos al dislocado cambio del paisaje ribereño. Crecidas antinatura a partir de mayo que duraban todo el verano hasta bien entrado el otoño. Estiaje en pleno invierno dejando un río exhausto y encenagado. La acumulación de lodos y materia orgánica en las orillas no se iba ni con las crecidas estivales. Las gélidas aguas procedentes del fondo del mar muerto montañés, acabaron con la temporada de baños tan concurrida en todos los pueblos ribereños: Crémenes; Valdoré; Verdiago; Aleje; Alejico; Sabero; Gradefes.
Esa misma frialdad, pasmaba y pasma aún algunos cultivos como el de las leguminosas, no hay más que hablar con algunos hortelanos. Las tranquilas y transparentes tablas del río, cubiertas de algas sobre las cuales las ranas cantaban el esplendor del verano montañés y que servían de refugio a la rica fauna piscícola desaparecieron también. Un río en el que no se escucha el croar de las ranas, ni se observa a la culebra en busca de las pintonas, ya no es un río, es una cloaca.
En fin, un cauce que se había vuelto loco a fuerza de someterlo a la sinrazón humana, a las mentiras de los políticos, a la ambición de los regantes de las tierras llanas manipulados por algún cura trabucaire, que prometían a un campesinado envejecido, compitiendo ya con la subvencionada agricultura europea, una revalorización inmediata y producción de sus tierras del uno por mil. Los páramos de León, según aquella gentualla se convertiría en la tierra de Jauja, en una especie de Arcadia leonesa, donde los quesos y longanizas colgarían de los árboles.
Las pérdidas más sensibles e inmediatas para las economías de los montañeses fueron: la pesca, que no ha dejado de disminuir; el turismo de baños que se acercaba al Río Grande, para pasar las jornadas estivales de junio hasta mediados de septiembre. Los beneficios generados por la pesca, y turismo de baños que llenaban la hostelería local ¿se cuantificaron?.
Hoy día nuestros vecinos portugueses reclaman el inalienable derecho que siempre tuvieron sobre aguas tributarias del Duero, mucho nos tememos que chocarán con el mismo egoísmo de los sedientos páramos dedicados desde la época romana a una agricultura de secano, el mismo egoísmo y acritud al que hace 35 años se enfrentaron los riañeses.
Desde hace 40 años dos grandes ríos que desaguan en Portugal, el Duero y Tajo bajan con menos caudal por tanta sangría y más contaminados. En fin, el glorioso pasado del Esla pasó a mejor vida sin ninguna compensación por pérdidas tan sensibles para los montañeses. La verdad es que nuestros prohombres nada hicieron ni hacen por luchar batalla tan justa. Al día de hoy, ni siquiera se han preocupado de exigir un plan de emergencia en caso de rotura de la presa, al menos nosotros lo desconocemos, pero podemos afirmar que nunca se ha hecho un simulacro de evacuación de la población de Crémenes; Sabero; Cistierna; Gradefes; Mansilla; municipios que se verían afectados por semejante desastre. Que Dios nos coja confesados.
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