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Conseguimos salvar el escollo arquitectónico que, como les digo, pertenece más a mi compañero Flâneur, y nos adentramos, en este tercer y penúltimo episodio de la avenida Ordoño II, en los negocios más famosos y en aquellos establecimientos más conocidos por los oriundos.
Por ello, consiguiendo recuperar una pequeña parte de ese ansiado pasado, y habiéndonos despedido anteriormente del Chalet de Paco Sanz y de aquellas muchachas que nos empujaban a conocer más, nos topamos el artículo que ahonda en los negocios que ya nos han abandonado.
Hoy, después de tres semanas, pondremos rostro a la parte más desconocida de Ordoño II de la mano de los historiadores; conoceremos tanto los establecimientos más famosos de la ciudad, aquellos en los que habitan aún los melancólicos, como las salas de cine que se ubicaron a lo largo de la avenida más famosa de León.
Aprovechando un poco esta conexión que ya lleva uniéndonos casi un año, querido lector o lectora, me gustaría que me hablase, en los comentarios, de su experiencia con Ordoño II, con las salas de cine, con sus bares y sus cafeterías; sus negocios, sus avenidas, y sus arterias y sus gentes. Les agradecería que compartieran conmigo, y con otros tantos atrevidos oriundos que disfrutan con estas líneas, su visión de Ordoño II, desde su infancia, desde su imberbe adolescencia o desde su presente madurez.
¿Se acuerda alguno de ustedes de ese edificio que se levantaba, de dos plantas y con dos prominentes torreones a cada lado que servía de Almacén de Coloniales? Aquí disponen de un plano del edificio original. El número 39 de Ordoño II fue demolido en la década de los años setenta y de él apenas se conservan unas cuantas fotografías aéreas.
Pero para este Odonista, no experimentado en la materia, le subyace una duda, y una cuestión, ya que la casa aledaña, la que se incluye a continuación presenta una fisonomía tan similar que, a excepción de algunos detalles y de la diferencia en altura, podría considerársele gemela al Almacén de Coloniales. Tanto mi compañero, en Flâneur, como este ilustre Odonista, seguiremos investigando acerca de este curioso suceso.
En dichas fotografías aéreas, se puede observar las terminaciones esféricas representativas del edificio, pero apenas se encuentran vestigios de su construcción o su desarrollo. Al igual que en esta imagen de 1940, cuando la avenida Ordoño II gozaba de un gran apogeo. La Casa Arriola ya se había construido le restaban seis años de vida al chalet de Paco Sanz, apenas a veinte metros de distancia.
Avanzamos hacia uno de los edificios más famosos de la avenida y, a mi parecer, uno de los más atractivos, por la disposición de sus cristaleras y por su historia comercial.
Junto con el Hotel Quindós, o la antigua Casa del Chupachups, ha sido uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad de León y, más concretamente, de la Avenida Ordoño II.
Este maravilloso edificio se levanta alrededor de 1903, de la mano de Juan Crisóstomo Torbado y es sometido, a lo largo de los años, a varias remodelaciones. En concreto, la de 1997 es llevada a cabo por el arquitecto Chueca Goitia quien recibiría, en 2002, el Premio Nacional de Historia por una obra magna de 2.000 páginas.
Como ven, la orografía urbanística se ha visto alterada constantemente por la evolución de la arquitectura y de la sociedad.
La Casa del Chupachups (recordemos que es el Quindós), se derribaría en 1971, aunque hasta entonces fue uno de los grandes baluartes hosteleros. Así se reconoce en el libro «Aquella Hostelería de León». Pero durante los últimos años de su vida, la estructura fue apuntalada y asegurada para que no se viniera abajo. Protegida y sujeta por vigas de madera, debido a su apariencia y al uso de sus contrafuertes, de la que dirían que estaba casi sustentada por un palo, el nombre de la casa derivó en el de La Casa Chupa-Chups.
Fue levantado, en su lugar, el famoso Banco Popular, olvidándose la historia de un establecimiento que aún mucho tiene que contar, como veremos en el siguiente artículo, con la historia del negocio que habitó sus bajos durante tantos años.
Pero, siendo ahora menester abordar cambios sustanciales en el panorama de los edificios de León, es inevitable acordarnos de todos sus bares, sus salas de fiestas y sus establecimientos de entretenimiento. En esta casa, la primera que se edificó en Ordoño II, según muchas fuentes, abrió sus puertas el bar Hollywood. En el letrero, sobre la cristalera, se intuye el nombre del famoso bar cabaret.
El Hollywood era, sin duda, el bar más famoso de la primera mitad del siglo XX. Allí, en 1936-35, acudía la gente a escuchar la música que llegaba directamente desde la onda radiofónica y se bailaba como en ningún lugar se hace hoy en día. Según se cuenta en el libro «Aquella Hostelería de León», El Hollywood intentó imitar el lujerío y el brilli brilli de los paises vecinos y sirvió también de cuartel general de los líderes de la legión Cóndor cuando se instalaron en León.
Pocos años ha, se levantó, sobre la antigua casa ya reformada, un edificio de cinco plantas que sirve de vecino para el gran edificio modernista de la Caja de Ahorros, sede actual del Ayuntamiento de León.
Pero los bares no han sido los únicos establecimientos que han operado en Ordoño II. Proliferaron, por aquella época, varias salas de cine que permitían, a los curiosos caminantes solitarios, fundirse con la pantalla y con las imágenes que en ella se proyectaban.
Entre ellos, el famoso Cine azul, en el mismo edificio que los Almacenes Lobato. Estaba a cargo de la sala de cines Isidoro Sainz Ezquerra. Al principio, el Cine Azul poseía una pantalla y una cafetería, pero posteriormente se transformó exclusivamente en sala cinematográfica. Pertenecía, tanto este cine, como el siguiente, a la Empresa Leonesa de Espectáculos, que dirigía un tal Hermógenes Fernández, al que seguro que podréis conocer como hermano de Ciriaco (Casa Ciriaco) y Gregorio (Casa Goyo) Fernández.
Por último, el Cine Mari, que a día de hoy cuenta, gracias a su profunda raigambre en nuestra sociedad, con su propio pasaje homónimo. El Cine Mari abrió sus puertas en 1939 y las cerró casi cuarenta años después, cuando la totalidad de los leoneses de la época habían pasado por sus butacas. Me imagino, mientras paseo por el pasaje, a los jóvenes que salían despedidos de la sala para comentar, entre cuchicheos, el interés de la película visionada. La vivacidad de aquella multitud hoy es recordada con los honores de un pasado glorioso que debe homenajear este enamorado Odonista.
Sin lugar a dudas, los comercios, que son al fin y al cabo el alma humana de una calle, aportan vitalidad a una zona, a priori, carente de ella, pues sin la presencia del leonés, estas calles ya estarían vacías y abandonadas. A ellos les dedicamos el presente artículo. Una breve narración de citados establecimientos que nos recuerdan la importancia de la ilusión, del trabajo duro y de despertarse cada día con una sonrisa, para que el paseante solitario de Ordoño II pudiera estar siempre acompañado.
Pero, no menos importante es la calle en sí, aspecto que poco o casi nada trato en los presentes artículos. Y quizás otras avenidas han gozado de una austera remodelación o un casi desapercibido asfaltado, pero, no hay avenida, en León, que haya cambiado tanto su orografía urbana y su disposición. Siempre ha sido recta, de eso no hay duda, y ya conocemos su historia, pero, hagamos, por lo tanto, un recorrido por su trayectoria urbana, resaltando sus obras, sus mejorías y sus remodelaciones para llegar hasta nuestros días, conociendo los caminos que derivaron en la tan criticada peatonalización, conociendo, por fin, la historia completa de la avenida más famosa de León; Ordoño II.
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