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Traspasando ya la barrera de varias incursiones en el seno de los Edificios Emblemáticos de León, y después de conocer la noticia de la visita de la Reina Isabel II a nuestra ciudad, es menester que dediquemos las siguientes líneas a la investigación de uno de esos edificios desaparecidos de León y que cuentan con una historia que le precede: El Teatro Principal de la plaza de San Marcelo.
Hace ya varios meses que una gran cadena de gimnasios decidió elegir como sede para su nueva localización el antiguo Teatro Trianón, del que hablaremos en otro de nuestros artículos. En su momento hubo un gran revuelo, pues aunque la remodelación y la conservación de la platea y del escenario, habían permitido que la historia del teatro volviera a la vida, también abría el debate sobre la utilización de espacios históricos y su uso particular.
Pues bien, en este caso, que ya trataremos en diciembre, hay división de opiniones, pero en el caso del Teatro Principal, son muchos los que creen que su nuevo uso es digno de su historia. Particularmente hay una gran diferencia, pues, en contra de lo que la mayoría piensa, el Teatro Principal no se restauró, sino que se demolió por completo, como verán en las imágenes. Comencemos a narrar la historia de uno de los primeros Teatros de León.
Adosado a este gran inmueble clásico y barroco que observan como frontispicio de lo que un día fue el Teatro Principal, se encuentra la Casa de la Poridad, o el recodo que une el centro arquitectónico con la casa de la Imprenta Moderna. Este edificio, aún en tan buen estado de conservación, data del año 1548 y fue proyectado por ilustre Juan del Ribero Rada.
Aprovechando la demolición del Teatro Principal y el proyecto, se planificó una restauración, que luego hubo de dotar al edificio del prez que merece. Su magnificencia es digna del orgullo patrio en el que tiempo atrás se desarrollaron las actividades propias de alcaldía, pues fue sede del Ayuntamiento, pero hoy, resalta en su tejado un hueco, que en otra vida pasada (antes de 1966) era ocupado por un elemento arquitectónico, y casi heráldico que fue colocado en otro lugar.
¿Sabrían ustedes decirme de qué se trata? ¿Y si les dijera que de ese elemento hay una copia exacta en el centro de la Avenida Ordoño II, como homenaje al traslado del Ayuntamiento? Hablaremos de ello en otro de nuestros artículos, dedicado a explorar la Casa de la Poridad en Profundidad.
Llegamos a la perístasis de este artículo, pues en 1846, el alcalde de León inaugura el Teatro Principal. Hace ya varios meses que contamos la historia del Hospital de San Antonio Abad. Por aquel entonces, descubre este Flâneur algo que seguramente ya supiera todo leonés, y es la existencia de un exiguo patio de comedias, localizado en el patio interior de lo que luego llegaría a convertirse en el Teatro Principal.
Nos imaginamos posibles representaciones de Shakespeare en aquel humilde patio y la nostalgia nos gobierna cuando vemos un León que ha olvidado prácticamente su pasado.
Este Teatro fue el primero que tuvo nuestra ciudad, llegando a competir con el Teatro Alfageme, fundado por un familiar de nuestro entrevistado, Rafael, quien nos ayudase a encontrar sentido a unas fotografías centenarias descubiertas por nuestro buen amigo y lector, Pedro. Pero parece que el Teatro Alfageme era más sala de cine que de comedias, por lo que durante varias décadas, los leoneses acudieron al Teatro Principal para disfrutar de las representaciones típicas de la época, como la zarzuela del Manojo de Rosas (ya saben: hace tiempo que vengo al taller y no sé a qué vengo…).
La modernidad llegó al Teatro pocos años después, cuando en 1860 y, según las crónicas de Armando G. Colino, se instalaron unas nuevas y majestuosas butacas que saldrían después a subasta, una vez el Teatro Principal fuera derribado. Hay todavía registro de la subasta de esas sillas, y si alguno de ustedes consiguió hacerse con una de aquellas, de las que en su respaldo venían talladas las siglas T.P., puede considerarse un auténtico privilegiado, pues puede sentarse sobre un fragmento de la historia.
Una de sus últimas reformas, en 1946, actualiza y moderniza la fachada y el interior, pero debe debilitar la estructura, pues en 1960 se avisa sobre el posible colapso del Teatro y se invita a la clausura pocos meses más tarde.
Sería derribado, alrededor de 1966, perdiendo León parte de su historia y del legado artístico que durante casi ochenta años, el Teatro Principal se había encargado de recuperar. Hoy, si caminan por la plaza de San Marcelo, no duden en voltear su cabeza hacia la fachada principal, donde no solo observarán los resquicios de ese pasado, sino que detectarán un secreto y una curiosidad: en su parte superior, una corona heráldica de piedra que adorna el inmueble, y su secreto, otra de nuestras historias futuras de los Edificios Emblemáticos de León.
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
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