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Riaño, la lucha por la supervivencia
LA MONTAÑA ORIENTAL LEONESA

La lucha por la superviviencia

Riaño hito importante en la Ruta Vanidiense Camino de Santiago - Picos de Europa

Lunes, 28 de marzo 2022

Uno de los tramos más espectaculares de la Ruta Vadiniense Camino de Santiago discurre de Norte a Sur por la Montaña Oriental Leonesa, comarca perteneciente a la Cantabria Histórica, integrada toda ella en la cordillera que se extiende entre Peñacorada y los puertos que nos comunican con Asturias y Santander; abarca zonas distintas, tanto por sus ríos: Porma, Esla, Cea, Sella, Cares, que discurren por los valles del mismo nombre, como por sus concejos históricos y merindad.

Dos realidades, la geográfica e histórica vertebran el territorio y la vida de los montañeses hasta los tiempos actuales. Realidades que nunca son tenidas en cuenta cuando desde satrapías ajenas a nosotros, de un tiempo acá, nos aplican ordenaciones del territorio elaboradas con una ignorancia que nos atrevemos a calificar de supina. Riaño y su entorno entran en la historia en el año 26 a C. cuando el emperador Augusto inicia la guerra montañera contra las irreductibles tribus cántabras.

La tribu Vanidiense

La única batalla campal de esta guerra se peleó en Bérgida (Valverga-Valdeburón), a espaldas de Riaño, para luego llegar al punto de ser exterminados en el Monte Vindio, macizo occidental o de Peña Santa en Picos de Europa (E. MARTINO, Roma contra cántabros y astures, 2ª edición., 81). La tribu Vadiniense, un resto de ese poderoso pueblo, abandonará los altos castros y coronas de Valdeón y Sajambre, para habitar por mandato romano el fondo de los valles a un lado y otro de la cordillera. Este pueblo nos dejará el importante testimonio epigráfico de sus monumentos funerarios que singularizan nuestra montaña con los nombres prerromanos de sus clanes, (Aliessigini; Arabos; Arcaedunos; Bedunigos; Bodoecos; Biragideginos; Pentiocos etc) alguno de ellos con presencia actual en el territorio como es el caso de Aleje.

La Vía Saliámica a su paso por Crémenes. Camino de la conquista romana para someter a los cántabros y vía por la que entró a la montaña la cultura y civilización grecolatina hija del Oriente. Siro Sanz García

Los vadinienses son un pueblo en el camino de su romanización, un grupo que ya escribe y lee la lengua latina, sin embargo, aún en el siglo IV fiel a sus raíces indígenas. Riaño es junto con Crémenes y el Macizo de Peñacorada, uno de los núcleos donde más abundantes han sido los hallazgos pertenecientes a los vadinienses.

Contemporánea de la conquista romana es la calzada del Esla, testimoniada en el año 973, como vía Saliámica o del río (J.M. Mínguez, Colección diplomática…, p. 324-325). Desde Lancia progresaba hacia el norte por el valle del Esla, entrando en Cistierna a la Garganta del Esla.

En Riaño el camino se bifurcaba hacía Liébana por tierra de la Reina (Remoña y San Glorio) y hacia Asturias por Sajambre (calzada del Dobra, hoy con el nombre de quien la reparó en el siglo XVII, el Arcediano de Villaviciosa) y por Valdeburón (Pontón, Ventaniella y Tarna).

La Vía Saliámica es camino de conquista y civilización; por ella penetró en la montaña la cultura grecolatina, hija del Oriente, cultivada en las preceptorías montañesas hasta el siglo XX, ahora en el Instituto Bíblico y Oriental en su sede de Cistierna. Por ese camino también nos llegaron entre los siglos III-V, las divinas palabras de Cristo, que expulsaron los viejos y crueles dioses de los cántabros, habitantes de los bosques, aguas y altas cimas de nuestras montañas.

La Cantábrica Leonesa

Las montañas que contemplan los peregrinos que en nuestro tiempo la recorren hacia Santiago, o en sentido inverso hacia Santo Toribio de Liébana, fueron refugio de la cristiandad oprimida durante los siglos VIII al X, solar donde se forjó con la rebelión de Pelayo, el inicio y origen de la Nación Española ya pergeñada en la unidad espiritual y territorial que impuso el tercer Concilio de Toledo en el s. VI.

Más tarde, nuestra tierra enfrentada en numerosas ocasiones a Castilla, defenderá fielmente desde los castillos del Alto Esla, generación tras generación, su pertenencia a la diócesis y reino de León. Somos pues cántabros y leoneses fronterizos, lo que nos otorga una personalidad muy especial, nada aldeana ni localista.

Lápida de Dovidero, hijo de Ampáramo, príncipe de los Cántabros. (Robledo de la Guzpeña-Peñacorada) Siro Sanz García

La personalidad de la Montaña Oriental Leonesa, también conocida como «La Montaña» o «La Cantabria Leonesa» es universal. La rebelión de Pelayo enraizada en esta tierra, es la que otorga a nuestra historia local su carácter de universal pues sin aquella victoria de Covadonga y la resistencia en Picos y Alto Esla, retaguardia de la primera capital de los cristianos, no existiría ni la nación de los españoles, ni la portuguesa ni todas aquellas otras que de nosotros han venido después en América.

En la Edad Moderna la lucha siguió en estas montañas contra los señores de la tierra: Tovar, Aliste, Valverde y Prado. Con diferente suerte nuestros antepasados por medio de sus representantes concejiles preservaron hasta hoy el legado ancestral de las tierras comunales siempre deseadas por señores y gobiernos que amenazan con desamortizaciones. Mientras las aguas de los ríos sigan corriendo nuestros antiguos concejos continuarán defendiéndose de las asechanzas actuales en defensa del concejo leonés, su patrimonio y tradiciones.

¡Ojalá sigamos bebiendo el vino en la plateada copa concejil y el pendón continúe ondeando en las grandes romerías y concejo abierto¡

El viejo Riaño, centro neurálgico de la comarca y otros 7 pueblos, perecieron después de una dolorosa agonía en el año 1987, gobernaba entonces nuestros destinos el Partido Socialista. Así, por la mano del hombre y espurios intereses materiales, fieramente, fueron aniquilados dos mil años de historia; todo ello arrasado y sepultado bajo las oscuras aguas de la presa de Remolina.

La memoria histórica

El nuevo Riaño se alza como recuerdo de esa barbarie contemporánea en el «Alto de Valcayo». Los mejores de entre sus hijos siguen luchando por un futuro mejor, casi siempre incierto y esquivo. Aquí, se han reconstruido piedra a piedra, las venerables Iglesias de San Martín de Pedrosa del Rey y San Pedro de la Puerta, testigos de la locura destructora que no respetó ni a los muertos ni a la misma parroquial de la villa: la iglesia de Santa Águeda, dinamitada como preaviso de otra revolución del 34, cuando tantas iglesias de nuestra comarca fueron quemadas por los odios y división de clases que nos acarreó la minería. Riaño sí respeta y mira a su pasado como única, fecunda y gloriosa fuente de auténtica memoria histórica, en la que obtiene la fuerza para seguir luchando por un futuro mejor.

El museo etnográfico de la villa y la Revista Comarcal de Riaño son un buen exponente del trabajo desinteresado y amor de señalados hijos de este pueblo y comarca por un pasado que sigue vivo y actuante. Un museo que se ha constituido como auténtico reservorio de la identidad montañesa. El viajero que lo visite no dejará de conmoverse, pues está delante del retrato y la vida de nuestros antepasados montañeses.

El viejo Riaño, centro neurálgico de la comarca y otros 7 pueblos, perecieron en 1987 después de una dolorosa agonía, gobernaba entonces nuestros destinos el Partido Socialista. Siro Sanz García

El Alto Valle del Esla desde Cistierna hasta las los puertos con Asturias y Santander no es sólo un paraíso natural, como se vende la comarca en las Casas del Parque, imbuidas de esa nueva religión ecologista, de dogma panteísta que nos devuelve al paganismo antiguo adorador de árboles, animales y bosques, confundiendo al Creador con lo creado, olvidando la vida y labores de los paisanos para humanizar un paisaje menos natural de lo que las apariencias presentan y haciéndonos sentir como extraños a fuerza de interdictos y prohibiciones en nuestra propia tierra.

El Alto Valle del Esla, La Montaña o La Cantabria Leonesa es mucho más que eso, atesora un denso pasado que ha configurado la fisonomía actual de nuestros valles generación tras generación hasta el momento actual, cuando vemos que la naturaleza sometida y escaliada por los repobladores lebaniegos y asturianos hace más de 1000 años, reclama de nuevo lo que el hombre le arrebató.

Pero no nos rendimos, la España vacía o vaciada no lo es tanto, desde lo alto de las montañas que un día habitaron los terribles dioses de Vadinia columbramos un futuro que a pesar de las acechanzas del presente se nos antoja prometedor.

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