La larga restauración de la Catedral de León: el proyecto que salvaría a la Pulchra del olvido

Todo amante de León sabe que su monumento eterno es la Catedral de la ciudad, que lleva casi ocho siglos observándonos incólume desde las alturas. La sociedad, los planos urbanísticos y todo aquello que vez construyeran los romanos ha cambiado, se ha desfigurado o incluso ha desaparecido, pero tras su construcción, en el siglo XIII, la Catedral apenas se ha visto alterada.

Hay dos momentos en la historia que marcan el devenir futuro de la Catedral. El último es el grave incendio que sufrió en 1966, cuando el laureado cantero Seoane ordenase a los bomberos dejar de verter agua sobre el tejado. Pero antes de eso, vivió un periodo de penuria y decadencia que la convertía en un peligro para los visitantes a nuestra ciudad; es este periodo, desde el 28 de agosto de 1844, hasta su reapertura en 1901, en el que la Catedral es literalmente salvada por los ilustres arquitectos que convirtieron el deteriorado estado de la Pulchra en lo que hoy conocemos como una de las maravillas góticas de la Península Ibérica.

En el siglo XIX, se decidió que la Catedral de León debía ser cerrada al culto, y no ocurre como hoy en día, que con un poco de mala suerte, una obra o remodelación puede verse retrasada durante meses o unos pocos años, pues la Catedral fue reconstruida durante nada más y nada menos que 42 años. Es decir, que más de una generación de obreros y constructores trabajaron en las obras de reconstrucción.

La fachada central de la Catedral fue reinventada, para dar paso a un novedoso frente que lucía como en las fotografías, actualizado y modernizado, aun respetando en todo lo posible los planos originales. En realidad, y según los investigadores, que con ímpetu han reunido esta información para compartirla con los visitantes en la maravillosa Revista de La Catedral de León, durante las intervenciones de desmonte de la cúpula y el hastial sur, se precipitó hacia la plaza de regla parte del hastial de poniente.

Muchos se habrán deleitado con las fotografías románticas de la Catedral, revestida de un portentoso andamiaje que cubría su fachada principal. Este fue obra de Matías Laviña, que desmontó el hastial y las tres portadas para reconstruirlas al completo. Ya hemos indicado que la restauración tuvo una duración aproximada de cuarenta y dos años y, por ende, la mayoría de arquitectos que trabajaron en el proyecto no pudieron llegar a ver cumplida su labor. En concreto en ella trabajaron hasta seis, entre los que destacan nombres como Juan Crisóstomo Torbado, Demetrio de los Ríos, pero, sobre todo, Juan de Madrazo y Kunt.

Juan Madrazo y Kunt fue el responsable de la obra durante casi diez años, entre 1869 y 1879. Madrazo continuó con las obras de Laviña, cuyas acciones se presupone que habían provocado el derrumbe de parte de la Catedral, aunque había enmendado este desliz añadiendo un llamativo encimbrado que sujetaba la estructura por completo y que permitía a los trabajadores volver a levantar la Pulchra Leonina.

El culto se retomó apenas unos pocos años después, cuando la Catedral recuperase el esplendor perdido tras varias décadas de continuas intervenciones arquitectónicas, siendo tan sonado el derrumbe y la posterior reconstrucción como lo es hoy el famoso incendio de Notre Dame de París.

Ya saben que, recorriendo la historia de León, nos hemos encontrado con varios personajes emblemáticos que han visitado nuestra ciudad. Isabel II, en su visita a León, debió de comprobar por sí misma la grandeza de la Catedral, pues llegó a nuestra ciudad en 1858, pocos años antes de que el templo cerrase durante los siguientes cuarenta y dos. El que sí debió disfrutar con la inauguración de la Catedral, espléndidamente iluminada desde el interior y desde el exterior, fue Miguel de Unamuno, quien se dejase ver por León, ciudad muy visitada por el escritor, para deleitarse con la belleza de un nuevo monumento que se inauguraba en 1901.

En 1966, un terrible incendio comenzó a destrozar parte de la cubierta del tejado de la Catedral, siendo un cantero experimentado, conocedor de las propiedades de la roca porosa que forma la Catedral, el salvador de la misma. Pero, como supondrán, será la perístasis de un futuro artículo sobre el terrible incendio de la Catedral de León.

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