Edificios Emblemáticos De León
Edificios Emblemáticos De León
El arbitrario crecimiento de León, acompañado de su desmesurada ambición arquitectónica puso de manifiesto la necesidad de la ciudad por albergar, en su núcleo central, llamativos edificios que resaltasen su patrimonio. De esa manera, una vez el Hospital de San Antonio Abad fue demolido, y ... más de cinco mil metros cuadrados dejaron paso al desarrollo de esta maravillosa urbe, la proliferación de estas estructuras se hizo notar. Véanse los artículos referidos al Hospital de San Antonio Abad, a la Imprenta Moderna o al Edificio Roldán. Inclusive al edificio esquinado de la calle Independencia, que desgranamos en el artículo anterior.
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Pero a esta carrera de altura, se sumaron otros edificios emblemáticos de la ciudad y que deseaban, con ahínco, pertenecer a la excelsa lista de edificaciones que se elevaban más allá de los veinte metros de altura.
Sin detener nuestras pasos más de lo necesario, pues el camino que hemos de recorrer es largo pero gratificante, es menester abordar la problemática situación que se vivía en la época y siempre en relación a la comparativa entre edificios.
El Roldán, con sus más de treinta metros de altura y su moderna fachada, llamaba la atención de los viandantes y las cosas aledañas, que no eran pasto de furtivas miradas y caían en el olvido.
Por otro lado, en el año 1923, Federico de Ugalde construye la planta baja de los almacenes de Hijos de Fernando, esquina con Independencia y Legión VII, y ocho años después, se suma a esta disposición el edificio de la Imprenta Moderna, originariamente con dos alturas y, después, con tres.
En 1945, se propone, de la mano de Francisco Javier Sanz, la ampliación del edificio esquinado con cinco alturas más, elevándolo hasta los 28 metros de altura y dejando a la Imprenta Moderna con un par de pisos menos. Esta decisión, resultaría fundamental, pues también se añadiría, en la parte referente al mismo complejo, pero por la calle de la Legión VII, unas nuevas alturas y remodelaciones que pretendían modernizar el presente plantel, como una alteración en los diseños originales que añadía un último piso exclusivamente central que coronaba el edificio.
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Con la superioridad que su alrededor trasmitían los edificios de la Casa de la Imprenta Moderna, el Roldán, el edificio Esquinado, la casa Goyo, o el Edificio Ciriaco, la Iglesia de San Marcelo resultaba el hazmerreír de todos los arquitectos actuales. Como pueden comprobar en la imagen, por aquel entonces, desde su construcción, hasta 1963, la Iglesia contaba con tan solo dos alturas en su campanario.
Pero, observando el continuo fluir del tiempo, el desarrollo de los edificios, y comprobando cómo los mismos se elevaban más que el tempo de Dios, se concretó realizar una serie de reformas que pusieran de manifiesto la necesidad del cambio.
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En 1951, se produce la primera gran reforma de la Iglesia de San Marcelo, en la que se planteaban serios cambios impulsados «por el crecimiento de la ciudad y la modernización de los edificios a su alrededor», pero no es hasta 1963, momento en el que el máximo esplendor de los edificios alcanza su apogeo, cuando se decide, finalmente, añadir dos alturas más a la Iglesia de San Marcelo, consiguiendo casi alzarse con la superioridad frente a su competidor directo, el Edificio Roldán.
Consigue, de esta manera, la iglesia despuntar e introducirse en la carrera de altura en la que llevaban enfrascados más de cuarenta años el Roldán, la Imprenta Moderna, o el esquinado, dejando perplejos a los visitantes de la ciudad y a los oriundos ante tal despliegue de efectivos, elevando el campanario al cielo de León y recuperando la alta estima que siempre tuvo la Iglesia de San Marcelo, anexada anteriormente al Hospital de San Antonio Abad.
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Después de más de cien años y meses de investigación, ha llegado a la conclusión este humilde Flâneur de que todos ganamos con la carrera en la que esos edificios compitieron.
Durante estos meses, casi tres, con más de doce artículos, miles de palabras, cientos de fotos y millones de historias entrelazadas, los edificios de la Imprenta Moderna, la Casa Roldán, la casa de Independencia, y la Iglesia de San Marcelo nos han iluminado con su ambición y con su tesón a la hora de despuntar en una creciente y multitudinaria competición en una ciudad en pleno desarrollo. Justo es, como no puede ser de otra manera, rendirles este pequeño homenaje en forma de artículo, que lleva mi firma, pero que alberga los testimonios de todos los que los habitaron.
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Sus leyendas nos han acompañado durante casi cien días, y la atracción que de ellos se desprende es proporcional al ímpetu y valentía que demuestran al desear alcanzar el cielo. Con ellos, me marcho yo también hacia las alturas, dispuesto a encontrar, a vista de pájaro, nuevas aventuras que puedan enseñarme tanto como he aprendido con las anteriores.
Se despide de nuevo este escritor, que con ahínco y compromiso, se dispone a descubrir las historias ocultas tras las fachadas de los Edificios Emblemáticos de León.
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