Iglesia de Santa Ana. 2024. Daniel Casado

La historia de la Iglesia de Santa Ana

¿Quién era Santa Ana y por qué fue tan importante para la religión católica y para el barrio homónimo de la ciudad de León?

Lunes, 8 de julio 2024, 11:38

Han conocido el templo del rey, con la aparición del Palacio Real de Enrique II, durante la semana pasada. Ahora conoceremos, de la mano de este entusiasmado Flâneur, la historia del templo de Dios, la Iglesia de Santa Ana. Ya se han empapado de la primera parte de la trayectoria del barrio de Santa Ana, pero como aperitivo para el siguiente episodio, debemos conocer la de la Iglesia que da nombre al barrio, otro de esos Edificios Emblemáticos de León. Si bien el Rey, y Dios ya tienen su templo, les lanzo el órdago de averiguar cuál es el templo del pueblo, que desvelaremos al final del artículo y que estudiaremos a lo largo de las siguientes semanas.

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Como primer apunte, y al hilo de las palabras de mi hermano Odonista, en la época de la construcción de las cercas, el siglo XIV, había una gran comunidad judía y morisca entre los habitantes de León. Muchos de ellos se afincaron en arrabales extramuros como Puente Castro, San Martín, Santa Ana, o Santa Marina. En relación a esto último, debo avisarles de un acontecimiento sorprendente: La iglesia de Santa Marina cambiará de ubicación. Será transportada piedra a piedra hasta su nuevo enclave. ¿Cómo no han podido enterarse de esto? seguro que se preguntan muchos de ustedes. Pues bien, no se alarmen, pues este hecho ocurrió hace cientos de años, y no tiene visos de volver a repetirse. Pero la curiosa historia del barrio bien merece uno de nuestros artículos que verá la luz tras el parón de las vacaciones, en septiembre.

No es extraño encontrar una iglesia medieval en el centro de León, que conserve en su interior parte de su estructura original, además de varios esgrafiados renacentistas. Sobre todo teniendo en cuenta su origen hospitalario. Es decir, aledaño a la iglesia de Santa Ana, se levantaba un hospital de leprosos que ya se ha perdido para siempre. A su vera, la iglesia servía a la Orden del Santo Sepulcro. Observamos un ejemplo de este arquetipo secular en la actual iglesia de San Marcelo, adscrita al Hospital de San Antonio Abad, en la plaza de las Palomas.

Pero, aunque ha sido remodelada en varias ocasiones, fue levantada originalmente en el siglo XII, cuando a las afueras de León, de lo que después serían las cercas, se localizaba el Lazareto u hospital de leprosos, siempre lejos de cualquier contacto con la vía pública por ser una enfermedad contagiosa. En el siglo XV pasaría a formar parte de la orden de Malta y después a dar nombre a un barrio al completo.

Iglesia de Santa Ana. Archivo Santos Flórez

Aún recuerdo cuando, y no sé si les habrá pasado a ustedes, observaba el cambio de estación cuando las cigüeñas se aposentaban en el campanario de la Iglesia de Santa Ana. Su fachada exterior, tan austera como lo permitía el gótico, da pie a una planta de cruz griega que posee un bello soportal que cobija la puerta, arco de medio punto, que actúa como puerta secundaria.

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Como ya recordarán, cuando contamos la historia de la calle de la Rúa, los peregrinos entraban desde Puente Castro, por el arrabal de Santa Ana hacia Puerta Moneda, donde dejaban sus ofrendas a la Virgen del Mercado, antes de llegar por la Rúa de los Franceses a la calle Ancha.

A continuación, habiendo determinado el origen de la iglesia y los escasos cambios que ha sufrido conforme el paso de los años, es necesario centrarnos en la figura de Santa Ana. Pero antes de continuar, reconozco que debo aclarar un concepto nada baladí, que ha dado mucho que hablar tras el artículo del Odonista de la semana pasada. ¿Santana o Santa Ana?

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Pues bien, en términos racionales, el nombre oficial del barrio debería ser el de Santa Ana, pues su origen proviene de la Santa Hannah, siendo esta la madre de la Virgen María. Pero bien es cierto que, conforme el paso de los años ha permitido a los leoneses utilizar este odónimo a gusto del consumidor, la evolución del vocablo ha derivado etimológicamente al de Santana, lo cual no es incorrecto, pues a través del uso del lenguaje, este tiende a moldearse conforme las necesidades de los hombres y mujeres así lo precisan. ¿Y ustedes? ¿Cómo lo llaman? ¿Santa Ana, o Santana?

Recuperamos esta bella fotografía tomada por el Ejército del Aire en el verano de 1941 y que ya hemos conocido en artículos anteriores solo para resaltar la importancia nuclear de la Iglesia, colocada en el centro del barrio de Santa Ana, allí donde los feligreses pudieran disponer de culto a su merced. Volviendo al tema en cuestión, y bebiendo de los apuntes de Armando G. Colino, el nombre de Ana significa «gracia», en relación a su elección a dedo por el Todopoderoso para ser la abuela del hijo de Dios. Como en canción de Mecano, Joaquín, marido de Hannah (recuerden que es Santa Ana), se acercó al templo de Dios para pedir descendencia pues, por mucho que lo intentasen, no conseguían resultado alguno. Joaquín se refugió en las montañas, lo que entristeció a Ana, angustiada y sola.

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Tomó como determinación la mujer ofrecer su posible descendencia a Dios, y, con la serendipia que conlleva un acontecimiento como este, se apareció ante Ana un ángel divino que le dijo: «El Señor ha visto tus lágrimas y darás a luz, y el fruto de tu seno será bendecido por todo el mundo». Por la acción divina, y ya saben mi posición de legos ante esta idea, la mujer quedó embarazada de una hija a la que llamarían Myriam o María. La Madre de Dios llegó al mundo en Jerusalén, tras seguir las indicaciones del ángel, que les había convidado a abandonar Galilea. Pero, como nos recuerda el sabio Armando, la historia de Ana no termina con el nacimiento de María y con su futura muerte.

Es en el siglo IV cuando Santa Elena, madre del emperador Constantino, levanta en Jerusalén la iglesia de Santa Ana, sita en el lugar en el que las sagradas escrituras localizaban la casa del matrimonio entre Ana y Joaquín. Se rindió culto a sus personas, pero no fue hasta el siglo XII, cuando en Occidente se la tuvo en cuenta, con la incorporación al calendario juliano de varias festividades en su honor, hasta que en 1584 se convirtiera en patrona de la Región de Bretaña. Se convirtió así en patrona de las mujeres trabajadoras y del colectivo minero, siendo representada con su hija, María, sentada en su regazo, llevando esta al niño Jesús. Puede que esta historia no sea la más alambicada de las leyendas cristianas, o tan épica como la de Santa Nonia, cuya tumba conecta León con un pozo infernal (de la que, como supondrá, hablaremos a lo largo del mes de septiembre en un increíble artículo), pero su vida fue tierna y martirizante, cargando con el estigma de la infertilidad a sus espaldas hasta que Dios (o cualquier otro tipo de milagro divino... ya me entienden), permitió que engendrase a la Madre del Señor.

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Les invito a conocer la Iglesia de Santa Ana por dentro, a vagar por el maravilloso barrio homónimo y conocer las curiosidades que lo rodean, así como adentrarse en las inmediaciones del lugar para imaginarse, gracias a las transiciones aquí expuestas, cómo la historia de la Iglesia de Santa Ana ha acompañado siempre el avance arquitectónico de León.

Todo cambia, y la iglesia se rige por la teleología racional, que nos incita a pensar en la posibilidad de que su destino, siempre fuera ocupar el lugar en el que hoy se levanta, permitiendo desarrollar el culto y guiar al arrabal hacia el crecimiento completo. Por último, es menester que sean pacientes y esperen a mi buen compañero de camino, el Odonista, quien les explicará con todo detalle, y unas magníficas fotografías, la conclusión histórica del rollo de Santa Ana, su destrucción y el nacimiento de un nuevo concepto, que permitiría abrir León al mundo a través de avenidas tan importantes como Alcalde Miguel Castaño o Pendón de Baeza.

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