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Edificios Emblemáticos de León desgrana una de las historias más curiosas de sus mastodontes arquitectónicos. Hace poco más de un mes se sumergía en la trayectoria del Hotel del Inglés, o tal y como se le conoce actualmente, el Alfonso V, recordando que desde su remodelación ha adoptado este nombre, pero antes fue el incólume Oliden, que siempre se irguió sobre la Plaza de la Libertad para iluminar a los paseantes con su egregia estela.
Ahora bien, hay dos aspectos que subyacen a esta historia. El primero llega de la mano de uno de nuestros lectores, que asegura que, aunque es conocido este hotel por su elegancia, el actual no cuenta con una entrada adaptada para personas con movilidad reducida ya que, en su entrada, se hallan ocho escalones difíciles de superar.
Análogamente, hay un detalle histórico que parece extraído de un libro de espías durante la Guerra Civil Española, un acontecimiento que tuvo lugar en el mismo hotel aludido y que puso en jaque a las tropas republicanas y nacionalistas teniendo como escenario la plaza de la Libertad. Este breve apunte viene recogido en varios libros de historia, pero lo hace llegar un lector de la sección, Miguel, quien ilustra con su gran dominio de las leyendas leonesas y de la historia de la ciudad. De él nace esta aproximación a los hechos ocurridos el 20 de julio de 1936.
En síntesis, el bando de los sublevados comenzó, a las dos de la tarde del día de los hechos, un tiroteo contra el enemigo, afectando el lanzamiento de proyectiles, balas y granadas a las estructuras internas de muchos de los edificios de la capital. En concreto, fue la torre de la iglesia de San Marcelo la que se llevó la peor parte, recibiendo varios impactos que durante varias décadas pudieron observarse en su fachada, remodelada y ampliada su altura desde 1963.
Imaginando, mientras se pasea por la plaza de Santo Domingo, antes la de La libertad, cómo las balas volaban desde el Hotel Oliden hasta el campanario de la Iglesia de San Marcelo, donde se aposentaban varios soldados, también vienen a la mente las palabras del cronista belga que curiosamente se encontraba en León durante el desarrollo de los acontecimientos.
Albert t´Serstevens fue un escritor que desarrolló su actividad en Francia y que, durante uno de sus viajes a España, pasó por León y por Burgos, documentando cómo la Guerra Civil estaba afectando a estas ciudades. En sus líneas se describe este episodio oscuro de la historia, que llega a nuestros tiempos gracias a la traducción y al comentario de María Luisa Piñero Maceiras.
T` Serstevens asegura que llegó a León, montado en su coche y acompañado de Marie-Jeanne un 20 de julio a las once de la mañana. Podría asegurarse que poca era la suerte de Serstevens, arribando a León en un momento tan convulso, pero toda España se encontraba en esas líneas fronterizas entre la masacre y la pobreza y cualquier momento hubiera sido inoportuno para hacer una inmersión en el territorio leonés durante la Guerra Civil.
«Al llegar a la Plaza de la Libertad, encontré un poco de sombra para el coche cerca del Gobierno Civil, y me disponía a dejarlo allí cuando se acercó un guardia civil: alto y delgado, con el cinturón reluciente, y el gran tricornio de cuero, se parecía a un destornillador bien pulido y me dijo:
—¿Tiene usted intención de dejar el coche aquí?
—¿Está prohibido?
—No, pero le aconsejo muy fervientemente que lo deje al abrigo de un garaje»
T´Serstevens tomó en consideración el consejo del guardia civil y apeó el vehículo al resguardo de las balas. Después hubo de comprender que ese guardia le había salvado de un gran siniestro, pues el coche hubiera quedado prácticamente inutilizado debido a la gran batalla que se iba a disputar en la plaza de la Libertad.
Llegó por lo tanto al Oliden, donde habría de disfrutar de un opíparo yantar a base de huevos a elegir o bistec con patatas, «el eterno menú de una cocina sin imaginación».
Llegaron las dos de la tarde, y se comienzan a escuchar los primeros disparos. Los comensales deciden protegerse de los mismos abrazando la moqueta del elegante hotel, mientras decenas de soldados aparecían por la Plaza de San Marcelo hasta la de la Libertad al grito de ¡Viva España!
Los soldados comenzaron a abrir fuego contra el hotel, y los otros contra el campanario de San Marcelo, mientras estos protagonistas, turistas en León, se escondían tras las ventanas, protegidos por la guardia presente en el Oliden. Fue entonces cuando, en aras de acabar con la resistencia y los sublevados, el capitán del ejército entró, según cuenta la crónica de t`Serstevens, a la cocina del edificio para preguntar al maitre si tenía gasolina. Pretendían quemar el edificio del Gobierno Civil.
Según se recoge en el libro de Serrano y Álvarez Oblanca, en la sublevación y el triunfo del alzamiento militar «el capitán Moral —tal y como describe también t`Serstevens—con morteros y ametralladoras, se dirigió al Gobierno Civil, en el que estaban reunidas las autoridades civiles y algunos de los dirigentes sindicales que habían ido a entrevistarse con el gobernador ante el cariz que tomaban los acontecimientos».
El recorrido de Serstevens sigue unas cuantas líneas más, relatando cómo escaparon de la batalla, cómo terminó la revuelta y llegando al León soñado por los turistas franceses, mostrándo una ciudad agradable de la que observaron los mejores monumentos y edificios. Como comprenderá el lector, toda esta información, de gran envergadura y de importancia, se merece otro artículo, recordando el paso de Serstevens durante una de las sangrientas batallas de la Guerra Civil en León por los edificios más emblemáticos.
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José A. González y Álex Sánchez
Clara Alba y José A. González
Juan Cano, Sara I. Belled y Clara Privé
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