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El presente artículo será de una importancia mayúscula, y, al mismo tiempo, nos servirá para introducir la figura de una de las personalidades más famosas de León. No hablo de contemporáneos, como Dani Martínez o Jesús Calleja, me refiero a una figura literaria del Barroco leonés que tuvo una vida maravillosa y que colocó a su ciudad natal, León, en el mapa europeo: El Conde de Rebolledo.
No solemos dedicar este espacio en El Odonista a la biografía completa de los personajes de León, por ello, creo que es bueno saber que dispondrán de otro artículo con información complementaria, y allí donde la vida del Conde Rebolledo se explicará extendidamente. Por el momento, nos dedicaremos a contextualizar al Conde y a contar varias curiosidades sobre su persona, que cambiarán el callejero leonés, pues, como se habrán imaginado, Conde Rebolledo también forma parte de las arterias urbanas de León.
El Conde Rebolledo nace en la ciudad de León. ¿Dónde? Tengan paciencia, que van a ver los planos originales del lugar de nacimiento de Bernardino de Rebolledo y Villamizar. Así se llamó. Fue hijo de Jerónimo de Rebolledo, señor de Irián y de Ana de Villamizar y Lorenzana. Fue bautizado a escasos metros de la casa en la que llegó al mundo, en la iglesia de Nuestra Señora del Mercado el 31 de mayo de 1597.
Esta es, efectivamente, la casa en la que nació y vivió durante su infancia nuestro querido Conde Rebolledo. Forma parte de ese empedrado característico de la plaza del grano, conservando sus soportales y sus vigas originales, aunque, como es lógico, el edificio ha sufrido varias reformas a lo largo de su vida.
Aquí pueden ver cómo es la casa por fuera, sus dimensiones y su grandeza. Desde el siglo pasado, ha sido ocupada siempre por establecimientos hosteleros, remarcando en la llamativa fachada el nombre del lugar de reunión social. La Plaza del Grano siempre ha sido una ubicación para el esparcimiento de la vida, desde que se instalase el mercado en ella, hasta nuestros días, donde la noche del jueves al viernes santo miles de jóvenes (y no tan jóvenes) se reúnen como en conciliábulo para celebrar la muerte de nuestro Genarín, del que ya hemos hablado en varias ocasiones.
Volviendo a la historia del Conde Rebolledo, este embarcó a Flandes, donde lucharía en Maastricht, Wertal y Gueldres. Entró a formar parte del cuartel general del Duque de Lerma en 1635. Él honraría la figura de su padre, quien también habría luchado en la batalla de Lepanto. Pero hablaremos más adelante de esa historia.
Vuelve a España tras la muerte de su madre, aunque no dura demasiado en nuestro país, pues debido a su gran valor estratégico, el Conde de Rebolledo es enviado como embajador ante la Corte de Dinamarca por el Rey Felipe IV. Es entonces cuando el Conde de Rebolledo, en aras de ocupar su tiempo, dedica su vida a la contemplación y a la escritura, componiendo grandes poemas como Ocios, Selva Sagrada o sus poemas, publicados bajo el nombre de Rimas Sacras.
Aquí disponen de un plano cenital de la casa del Conde, donde pueden advertir la disposición que intuimos no ha cambiado demasiado, de la casa en la que llegó al mundo nuestro escritor más laureado. La historia del Conde continúa, pues tras el fallecimiento de su padre, Bernardino de Rebolledo dona un gran galeón que había pertenecido a este, Jerónimo, a la Iglesia de Nuestra Señora del Mercado. Las crónicas nos aseguran que su padre, durante la batalla de Lepanto, se encomendó a la Virgen, solicitando no perecer en el combate, ruego que fue escuchado y concedida la vida. La réplica del galeón en el que viajó Jerónimo De Rebolledo aún se encuentra expuesta en la iglesia de la plaza del Grano. Durante muchos años, quizás siglos, el galeón fue exhibido, colgado del techo, como ven en las imágenes, luciendo en ambos lados pintadas aludiendo a «Lepanto» y a «Rebolledo». Aunque este se encontraba, después de casi quinientos años, en un estado deplorable, siendo necesaria una nueva ubicación y una restauración acorde a la importancia histórica del objeto.
En este breve paseo por las calles de León, con el Odonista, apenas nos permitimos el lujo de ahondar en la historia del Conde Rebolledo, cuya leyenda encuentran seguro compilada en artículos de gran interés como los de Margarita Torres, o Rafael González Cañal, que sin duda desmigaremos en otra ocasión. Arribamos, al fin, a la calle Conde Rebolledo, que une varias arterias de León, y por la que muchos de ustedes seguro que han transitado sin darse cuenta de a quien está dedicada.
Es menester de este artículo rendir un caluroso homenaje a esta persona, que defendió a nuestro país en las guerras extranjeras y que fue un gran diletante, sobre todo de las letras. Pero, en concreto, la calle que lleva su nombre, y según el Nomenclator, tuvo otros como los de Tripería, Rinconada del Conde, Puerta del Peso y Cal de Escuderos. Su trayectoria conecta la calle de la Rúa y la plaza Mayor mientras se asoman a ella avenidas como Azabacherías, donde se encuentra el preciado anfiteatro romano de León, la plaza del Conde Luna, o el Barrio de San Martín.
Pero hay, por encima del resto, un elemento que destaca y que, a su vez, permanece ignoto, debido a que está oculto por los edificios adyacentes. Es la muralla romana. Conde Rebolledo es la calle paralela a la construcción de la muralla, así como también lo fue la Rúa. La muralla se extiende hasta Puerta Obispo, donde gira para continuar por la carretera de los cubos. Su recorrido es maravilloso y nos enseña la importancia de la muralla en época romana y medieval.
Pero, ¿conocen ustedes la grandiosa extensión de la muralla? ¿Saben dónde se ubican las cercas de León? Quédense, queridos lectores, a conocer su historia, y, sobre todo, su recorrido, en el próximo artículo del Odonista, un curioso reportaje muy visual, créanme, sobre uno de los monumentos más importantes de la ciudad de León: sus murallas.
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José A. González y Álex Sánchez
Clara Alba y José A. González
Juan Cano, Sara I. Belled y Clara Privé
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