Un recorrido por la historia de los edificios más importantes de León
Edificios Emblemáticos De León
¿Casa Ciriaco o Casa Calvo Quirós? Un icono histórico del ensanche que cumple 110 añosUn recorrido por la historia de los edificios más importantes de León
Edificios Emblemáticos De León
¿Casa Ciriaco o Casa Calvo Quirós? Un icono histórico del ensanche que cumple 110 añosEste escritor, que ya se ha quedado prendado de la belleza de la Casa Goyo, promovida en 1920, tiende a vagar por la plaza de Santo Domingo en busca de su predecesora, un precioso y clásico edificio emblemático que significó el pistoletazo de salida para ... el ensanche y para la construcción de estas recargadas fachadas con tintes franceses. Me fijo en el Roldán, en lo que antes fue el Oliden, luego en la Casa Goyo y en el gigantesco Complejo Santo Domingo diseñado en 1968 y todos ellos, sin excepción, poseen una digna importancia en el entramado histórico y arquitectónico de León. Pero ninguno representa tanto para la ciudad como la Casa Ciriaco, protagonista de nuestro artículo.
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Acostumbrado el Flâneur del tiempo a descubrir que los nombres de las casas provienen del promotor que encarga al arquitecto el proyecto, véase Gregorio con la Casa Goyo, por ejemplo, ya imaginaba que el ideólogo de la Cas Ciriaco poseería, a la sazón, dicho nombre. Pues descubra, querido lector, si aún no lo ha hecho, cuán equivocado estaba yo en el momento de comenzar esta investigación.
Pero vamos con demasiada prisa, queridos amigos y amigas. Narremos, desde el comienzo, desde que Santo Domingo era Plaza de la Libertad, los hechos y los acontecimientos que devinieron en la construcción de la famosa Casa Ciriaco.
Para poder comprender mejor la significativa importancia de la Casa Ciriaco, es necesario acudir a la hemeroteca urbanística, que no es sino mi queridísimo Archivo Municipal en la calle Julio del Campo. Allí uno descubre los tesoros olvidados y secretos de una ciudad, y la labor de recuperación y preservación que allí desarrollan es encomiable y sugerente para cualquier amante de la Historia como lo es este Flâneur.
Me gustaría que observasen tanto la fotografía, como el mapa anexado. En ellos se comprueba fácilmente que la Casa Ciriaco, que conecta Ordoño II con Santo Domingo, no existía y un solar poblaba aquel lugar.
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Las Agustinas Recoletas, que tuvieron que verse obligadas a abandonar su convento en la actual calle del Cid, de la que les hablará mi compañero Odonista, ocuparon, desde el 19 de marzo de 1884, el privilegiado emplazamiento que observan ustedes en la fotografía, justo al lado de la Casa Ciriaco. Aunque si esta última se levantó en 1910, hubo de gobernar en solitario el convento de las Agustinas Recoletas el horizonte urbanístico de León durante casi treinta años.
Lamentablemente, y digo lamentable porque por aquella época los leoneses no poseíamos la noción patrimonial de la que hacemos gala hoy en día, el convento fue expropiado a mitad de la década de 1920, haciendo que las Agustinas Recoletas se vieran obligadas a buscar otro hogar. Para aquel entonces, la Casa Ciriaco ya iluminaba a los leoneses con su porte y fue testigo, en 1968, del derribo del convento y de la construcción del Complejo Santo Domingo que ocupa una gigantesca manzana en el centro de la ciudad.
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Comencemos, por tanto, y después de haber encuadrado su contexto casi historiográfico, a detallar cómo el tiempo moldeó, junto a la ducha mano de los arquitectos, el entorno urbanístico de León.
Como ya sabrán, la Casa Ciriaco no contaba con dicha nomenclatura por aquel entonces, en 1913, cuando el promotor, dueño de la parcela del antiguo Monasterio de Santo Domingo, donde la leyenda dice que se custodiaba, y luego se quemó en un incendio, una pintura original de El Greco, encargó a Manuel de Cárdenas un colosal edificio que promoviera las ínfulas que el Ensanche estaba trayendo a León.
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El promotor, por lo tanto, de esta operación, no era otro que Manuel Calvo Quirós, dueño oficial del edificio y nombre que adoptaría el inmueble desde el instante de su construcción.
El proyecto se presentaría en octubre de 1913 y daría como resultado un precioso edificio clásico, con elegantes ornamentaciones exteriores y una disposición que recuerda mucho a la de los edificios parisinos, que proliferaron en la capital gala tras la intervención del Barón Haussmann en el eje vertebral de su plano urbanístico.
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Llaman la atención estos «Easter Eggs», que nos convencen de que la propiedad pertenece a Manuel Calvo Quirós, y no a Ciriaco, cuyo nombre se le atribuyó más adelante. En el balcón, las iniciales de su nombre y su segundo apellido; la «M» y la «Q».
Pero, si era Manuel Quirós su promotor, ¿por qué se la conoció, años después y hasta nuestros días, como Casa Ciriaco?
A partir de 1922, se estableció, en los bajos de la Casa de Calvo Quirós, una empresa textil que desarrolló su actividad en ella tras haber comenzado su andadura empresarial allá por 1908 en la calle Cervantes. Como era de esperar, la sastrería se denominaba Casa Ciriaco. La nomenclatura se extendió y el nombre de la tienda absorbió al de la casa oficial, cayendo, para los transeúntes menos atentos y menos sensibles, en el olvido, el nombre de Manuel Calvo Quirós que ya han rescatado muchos arquitectos e historiadores.
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Manuel de Cárdenas, arquitecto municipal de la ciudad de León, y que ha sido y será recurrente en nuestros artículos, por su importancia para León, también realizó grandes proyectos como el derrumbe de Puerta Obispo (casi al mismo tiempo), la construcción de la Casa Goyo, la Casa Lubén, el Chalet de Padre Isla, y la Casa Lorenzana, justo al lado de la de Calvo Quirós.
Y resulta extraño, pues apenas catorce meses después de finalizar este último proyecto citado, el de los Lorenzana, consigue llevar a cabo obra faraónica como ninguna construyendo un edificio que bien podría ser la arista opuesta del prisma arquitectónico en la misma manzana, distando de su vecina, la Casa Lorenzana, con la que comparte un pequeño patio interior.
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El progreso llega a León, a partir de la segunda década del siglo XX, para colmar de «rascacielos» una plaza de Santo Domingo prácticamente incólume y sin llamativas edificaciones. Se derriba el Hospital de San Antonio Abad, se construye la Casa Roldán, la Imprenta Moderna y las casas aledañas, la Casa Goyo, el Oliden y muchos otros edificios famosos de la capital, pues entre esas fechas tiene lugar la expansión urbanística de la ciudad.
Aquí ven, al ya citado Reloj de Santo Domingo, contando las horas a la sombra de la Casa Ciriaco o Calvo Quirós, mientras ambos observan que el desarrollo de la ciudad, el avance, la evolución y el crecimiento conlleva, como dice una de mis películas favoritas, dejar siempre algo atrás. Contemplen cómo cambió, por aquel entonces, la orografía arquitectónica al desaparecer el Convento de las Agustinas Recoletas allá por 1968.
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Durante los años venideros, La Casa de Calvo Quirós ha dado cobijo a bancos, almacenes textiles y diversos establecimientos comerciales, a los que todos, en algún momento, hemos acudido. Hoy resulta ser uno de los baluartes de esta ciudad y, con su enhiesta figura, nos acerca a un pasado remoto del que los leoneses hemos de sentirnos orgullosos.
Sin la figura de Manuel de Cárdenas, o de Calvo Quirós, o de la Familia Roldán, de Gregorio Fernández, de Paz Peña, de Joaquín Chamorro, y de otros muchos promotores y arquitectos, no dispondríamos de tan abundante riqueza cultural y León no sería, hasta la fecha, una de las ciudades más hermosas de España.
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Hoy caminamos por la calle, como lo harían estos caballeros hace más de 60 años, mirando hacia arriba para comprobar la belleza de los edificios que nos rodean. Y recuerden que yo no soy ni arquitecto, ni periodista, mi experto historicista, tan solo un escritor humilde enamorado del vagar por la ciudad, del pasear al albor de un sol que ilumina las fachadas de las Casas que llevan nombre, no por egocentrismo ni ambición, sino porque las personas que las habitaron las dotaron de vida.
Y como inexperto investigador, en muchas ocasiones cometo errores u omito cierta información, por ello, escucho vuestros comentarios para aprender, de un pasado que casi se me antoja onírico.
Pero convencido estoy de que estos artículos consiguen su cometido, y es provocar una gustosa reacción en el paseante acompañado que, tras leer estas líneas, vaga por la ciudad y mira al cielo en busca de curiosidades históricas y arquitectónicas al grito de: «¿sabías que...?».
Pero, ¿quién fue la familia de Ciriaco? ¿Cómo llegó a convertirse la Casa Calvo Quirós en lo que hoy conocemos como Casa Ciriaco? Como podrán comprobar, esta es la magia de los artículos, que nos acercan a nuestro pasado para recordarnos una parte olvidada del mismo. No hemos terminado, por lo tanto, con la Casa Ciriaco, pues en el siguiente artículo conoceremos la línea genealógica de la familia de Ciriaco y cómo pasó de tener un pequeño local en la calle Cervantes a regentar uno de los establecimientos comerciales más famosos de la capital.
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El encargado de contaros esta historia no seré yo, sino el mismísimo nieto de Ciriaco; Nacho «Ciriaco» que nos abrirá las puertas de su casa, para enseñaros los retales de un pasado glorioso que pervive hoy en uno de los Edificios más Emblemáticos de León.
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