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Contemplando el paso de los años enclavada en el corazón de la ciudad, la avenida de Ordoño II ha sido testigo mudo pero vivo del paso del tiempo. Que los años, que no han sido pocos, dejan su huella en esta columna vertebral de León parece evidente. Pero veamos de qué forma.
Cuando se discute sobre su peatonalización leonoticias apuesta por descubrir qué ha cambiado en esta arteria capitalina. Lo hacemos de la mano del experto Juan Carlos Ponga, que nos avanza cómo eran y cómo son los edificios de esta avenida.
Uno de los cambios más evidentes está en pleno corazón de Ordoño II. En el lugar que ahora ocupa el edificio administrativo del Ayuntamiento se encontrontaba «un chalet precioso», como apunta Juan Carlos Ponga.
Era el de Agustín Alfageme y Alfageme, que fue construido en 1914 por el arquitecto Federico de Ugalde. A diferencia de las demás villas de la avenida, ésta se construyó al fondo de la finca.
Pero su originalidad vería su fin en 1972, cuando el Ayuntamiento dio permiso a la Caja de Ahorros de León, que lo había comprado, para derribarlo. En la actualidad, un edificio totalmente diferente alberga las oficinas municipales. «Era un edificio de carácter regionalista muy interesante, cuando se hizo con él la Caja de Ahorros se hicieron exposiciones de pintura y escultura que llamaron la atención», avanza Ponga.
Junto a él, el nuevo edificio de Zara al que se le subieron en la actualidad algunas plantas. «El resultado no ha sido muy acertado, personalmente creo que se podría haber hecho mucho mejor», lamenta el experto.
Cuando se comienza a caminar por Ordoño II uno se encuentra con el primer contraste. La Casa de la familia de Paz Fernández Peña sorprende por su altura, dando la sensación de estar 'acogotada' entre dos grandes edificios. Algo que no siempre fue así.
«Eran dos casas exactamente iguales hechas por la misma familia, pero una de ellas se vendión y el comprador decidió tirarla en los 80 para hacer un nuevo edificio», explica Ponga.
En la misma acera pero avanzando hacia Guzmán se encuentra la que fue conocida durante años como la 'Casa del Chupa-Chups', donde ahora se encuentran las oficinas del Banco Popular.
La razón que justifica el nombre es curiosa. «Aquí estuvo el Hotel Quindós y durante mucho tiempo estuvo apuntalado por vigas de madera, por lo que los leoneses empezaron a decir que era como el chupa-chups, 'que un palito la sostiene', como decía el anuncio».
Construido entre 1919 y 1927 siendo arquitecto Isidoro Sáenz Ezquerra, fue derribado en el año 1972, dando lugar al edificio actual.
Este es uno de los edificios que más se asemejan a su pasado. «En un primer momento se hace y se diseña en planta baja, por lo que cuando se decide levantar la altura el edificio en cuatro pisos se resintió por problemas de cimentación».
El Banco de Santander contaba con una genial rejería de forja que fue sustituida por una muy sencilla de cuadradillo en los ventanales, ya en los años 20.
Alrededor de 1900 se construyó el Chalet de Aguas de León, conocido también como el del Cine Mary por estar éste en un costado del mismo. De estilo neomudejar, el chalet contaba con ático y torreón, reconocible perfectamente en el paisaje del antiguo Ordoño II.
Junto a él, una arcada metálica tenía la inscripción 'Cine Mary' que daba acceso al pasaje.
1977 fue el año de su demolición, dando lugar al edificio actual en el que se enmarca la oficina provincial de Tráfico, en una constucción de estilo similar a la que se lleva en algunos edificios de la época en el Madrid del final del Franquismo.
Poco tiene que ver el actual edificio del Banco de España, casi llegando a Guzmán, con el anterior. En la actualidad vemos una construcción neoclásica que incluye columnas incrustadas «muy propia del momento, en los primeros años del Franquismo, en los que se exaltaban los tiempos de gloria del Imperio Español».
Nada queda del chalet de Don Paco, construido en 1894, que llegó a ser una de las «construcciones emblemáticas de Ordoño II», como defiende Ponga.
Este edificio está situado en la confluencia con la calle Villafranca.
Frente al actual Banco de España se encontraban otros dos chalets como el de Don Paco. Solo uno de ellos está en pie.
«Había que responder a otras necesidades de capacidad, eran difíciles de mantener en la estructura urbana porque se busca sacar la máxima rentabilidad al terreno.
Por este motivo solo ha sobrevivido el actual Palacete Colonial, «un edificio más bien racionalista que mantiene la línea arquitectónica en que se movian en aquel momento» y que ahora sirve de hospedaje.
El objetivo de construir estos chalets no era otro que «cumplir con la intención de la burguesía de encontrar la comodidad en enclaves aislados».
Junto al Palacete Colonial desapareción el hotelito de Manuel de Cárdenas en los años 70, siendo actualmente la sede de Caja Rural.
En la acera del Ayuntamiento de Ordoño II, poco antes de llegar a la esquina del Edificio Luben, nos espera un secreto.
En el Edificio Lorenzana se encuentra escondida una curiosa torreta con palomar en la parte superior. Un majestuoso mirador enclavado en la fachada.
León bebe en la zona de la influencia francesa, como puede verse en las mansardas del comienzo de la avenida e incluso en el Edificio Lubén.
Estos pisos abuardillados de influencia parisina se los debemos al arquitecto Cárdenas.
De hecho este arquitecto diseñó algunos edificios para la calle Ancha también con cúpula, que no se terminaron de hacer.
Todo este remate de pizarras en último cuerpo se ha repetido en época moderna frente de la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León.
Tocando la Glorieta de Guzmán el Bueno con los dedos se llega al número 39 de la avenida. Aquí se encontraba el Almacen de Coloniales, construido en 1920 por el arquitecto Francisco Javier Sanz.
Demolido entre 1972 y 1973, el primer edificio tenía influencias clásicas y dos elementos torreados, como describe Ponga en su obra.
El motivo del derribo fue dar a luz un edificio más alto, con Manuel Arroyo Quiñones de alcalde.
Ordoño II sigue siendo una avenida viva. Una mezcla de estilos que conviven a ambos lados de la vía. Una muestra del pasado y del presente que enseña en su columna vertebral la realidad de una historia compartida.
Se cumpen diez años de la publicación de 'León Perdido', libro en el que Juan Carlos Ponga da luz a un profundo estudio sobre las construcciones desaparecidas en la ciudad entre 1800 y el 2000.
Ahora, en 2019, Ponga estima que, aunque no hay edificios nuevos, «sí que se han subido alturas a algunos». La razón parece palmaria: «Mantener edificaciones de baja altura es difícil por la especulación y la presión de la propiedad, que supera a la presión social. El problema no está en elevar tres plantas, sino en hacerlo tan mal».
Por ello, Ponga es un defensor a ultranza de constuir «en el estilo del momento», aceptando que «en otros momentos históricos no hubo una defensa del patrimonio como la de ahora», lo que hubiera ayudado a conservar algunos de los edificios perdidos.
Sobre la posible peatonalización de Ordoño II, el experto acepta la mayor pero advierte. «Deberían de peatonalizarse algunas zonas de los barrios, no mandar el tráfico del centro al exterior».
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