EDIFICIOS EMBLEMÁTICOS DE LEÓN
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EDIFICIOS EMBLEMÁTICOS DE LEÓN
Permítame el acostumbrado lector saltarme los prolegómenos rutinarios y, en ocasiones, laboriosamente burocráticos, para comenzar este artículo allí donde lo dejamos la semana pasada.
Recordará usted cómo la Bodega Regia ocupaba un lugar predilecto en el panorama leonés, en plena Plaza de San Martín, y de cómo la familia Vidal Suárez se había hecho con el bar que, un tal Emilio les había dejado en herencia.
Es curioso el devenir del tiempo, que localiza a la Bodega Regia en aquellos almacenes de vino llamados Bodegas Regias y que llegaron a convertirse en lo que hoy todo el mundo conoce como uno de los mejores establecimientos culinarios de León. Y ello nos ha llevado al presente, a la localización en la que se ubica la Bodega Regia y, sobre todo, a desvelar la incógnita que planteamos al principio de estos artículos. ¿Qué hace un cubo de la muralla, perfectamente habilitado para la hostelería, en pleno centro de León?
En 1997, Marcos adquiere el edificio actual en el que se encuentra la Bodega Regia y realiza sobre él una reconstrucción que dio un cambio radical al aspecto de la misma. Pero, antes de entrar en esos detalles, es necesario ofrecer al lector una precisa aclaración de la ubicación de la Bodega Regia. No solo su localización sino el contexto que la rodea.
En una ubicación particularmente prodigiosa, encontramos la Bodega Regia, en pleno centro de León, junto a la calle Ancha y en la calle Regidores, que quien la transite podrá llegar hasta la Plaza del Mercado y el Palacio del Conde Luna. ¿Observan ustedes algo curioso? Déjenme que se lo muestre en el mapa.
Con esta privilegiada vista de pájaro, que nos permite observar la disposición de los edificios de nuestro callejero, podemos ver que la muralla romana, la original, cruza por los patios traseros de las casas del centro, y es que en el siglo XIV, como hemos visto con anterioridad, varios de los constructores utilizaron la muralla antigua para levantar sus edificaciones, tal y como hizo el Hospital de San Antonio Abad en el siglo XI, años después de que se construyese la muralla medieval.
Aquí un claro ejemplo de la situación geográfica y política de la Bodega Regia, localizada en el rojo recodo, del que ya pocas piedras remanen, pero sí cuatro de los cinco cubos que poseía dicho tramo, a día de hoy.
Este hecho, su privilegiada construcción de, por aquel entonces, seiscientos treinta años, hizo que el edificio poseyera, en su interior, un cubo de la muralla casi derruido, pero que consiguieron, gracias al tesón de Marcos y de su familia, recuperar y ofrecer al pueblo leonés.
Pero, ¿cómo cambió la Bodega Regia, y la casa en la que habitaría a partir de ahora es espíritu hostelero y altruista de la familia Vidal Suárez? ¿Cómo fueron las reformas a las que fue sometida dicha casa y cómo es el aspecto del torreón de la muralla por fuera y por dentro?
La casa más actual, aledaña al edificio original, construidas en el siglo XVIII y XIV respectivamente, estaba formada por viviendas personales y privadas que la familia se vio obligada a reformar y a dar un toque mucho más hogareño.
Marcos había decidido no darse por vencido en su empeño y remodelar, reconstruir y restaurar cada una de las partes de la casa antigua, dotando a la nueva villa de un aspecto actual sin desprestigiar los recuerdos que en ella siempre habían vivido. Por ese motivo, muchos de los elementos ornamentales que pueden ver en las fotografías antiguas, permanecen hoy en la retina del asiduo visitante o del esporádico huésped, reconociendo las puertas, ventanas, barandillas o centenarias vigas de madera que siempre habitaron dicho edificio.
Si uno camina por los comedores privados, habitaciones convertidas en acogedores lugares para el disfrute de los comensales, podrá sentir cómo el paso del tiempo ha cuidado la Bodega Regia, viéndose alentada por un espíritu de aceptación entre los clientes y recompensada por su tesón, resistiendo a casi seis siglos de historia.
Nos despedimos de las estancias más cuidadas, para atravesar una pared, que una vez estuvo tapiada, y que ahora nos permite pasar al famoso cubo de la muralla, donde quedo prendado de su encanto. Allí, en su interior, descubro su historia pasada y me enamoro de la presente.
Es menester, al fin, dar con el torreón de la muralla romana e introducirnos en su interior, redescubriendo la leyenda y sintiéndome parte fundamental de esta.
Marcos nos enseña las fotografías de 1997, cuando dieron con este maravilloso tesoro histórico que muchos desearían poseer en exclusividad y que la Bodega Regia comparte con todos los leoneses.
Según nos cuenta, el cubo lucía de esta manera, carcomido por el paso de los temporales y olvidado al recuerdo de los romanos que una vez lo utilizaron para proteger a León de los enemigos.
Sustentado por débiles ladrillos, un estrecho pasillo intentaba comunicar estancias ya inexistentes y este corredor se proyectaba ahora hacia el exterior, a merced del tiempo y del oblivion.
Desde arriba, podemos hacernos una idea de las labores que tuvieron que desarrollar aquí tanto la familia de Marcos como los trabajadores que se encargaron de la reforma. Metros de escombros que fueron sacados, a mano, por decenas de personas, ante la ausencia lógica de potentes excavadoras o máquinas de trabajo de ningún tipo.
La curvatura del torreón es perfectamente visible desde este punto, aspecto que utilizó Marcos para levantar su propio diseño de cubo de la muralla, que hoy se eleva sobre los tejados de León, a la vista de muy pocos leoneses, debido al crecimiento de la ciudad.
La primera de las alturas, en la planta baja, sería utilizada como comedor. Una hospitalaria estancia ovalada que sirve, en estos momentos, como centro neurálgico de la Bodega Regia, consiguiendo reunir cada vez a más familiares y amigos, en especial, tras la terrible época de la pandemia.
Situándonos de nuevo abajo, donde hoy estaría el comedor descrito, observamos el piso superior, o primera planta, accesible desde las legendarias escaleras que Marcos consiguió restaurar y conservar. Allí, una sala de juntas recibe a los empresarios y trabajadores que desarrollan juegos y actividades corporativas y que Marcos cede siempre de buena gana. Pero lo extraño, llamativo e inusual, es el techo de esta, pues una gran cristalera opaca permite que la luz del sol se cuele por ella para iluminar la estancia. ¿Qué ocupa el piso de arriba? ¿Qué secreto esconde el cubo de la muralla, que todo leonés debería conocer? Dejemos este desenlace para el final.
Me cuelo en la vivienda de Octavio, vecino del Roldán y enamorado también de la historia, y consigo distinguir, desde la lejanía de su cuarto piso, el cubo de la muralla de la Bodega Regia. Observo su amplia cristalera y decido investigar más de cerca.
La diligencia de Ciano y de Natalia son de otro mundo y me permiten, con cuidado, asomarme a la Torre del Palacio de los Guzmanes, intentando descubrir cómo se ve el cubo de la muralla desde esa altura, desde una privilegiada vista de la ciudad de León. Pronto conoceremos la historia del Palacio. Antes, desenmarañemos el misterio que hemos creado alrededor de la figura del cubo de la muralla.
Aquí está, al fin, el oasis definitivo en el centro de León. Una portentosa edificación de canto rodado, recordando la forma que entonces hubiera tenido el cubo, me permite ver, en la parte inferior, la cristalera por la que entraba luz hasta el piso de abajo. En las paredes, vigas de madera y piedras adornan un torreón que se viste al estilo de la Bodega Regia y, desde sus ventanas, se observa un paisaje maravilloso.
Digo adiós a la Bodega Regia, que me ha acompañado durante estas semanas, y me asomo una vez más a los ventanales del cubo de la muralla. Suplico que visiten este lugar, pues se eleva en el centro de una ciudad histórica, parte de su fundamental leyenda, un torreón privilegiado del que Marcos y su familia, todos los que me han recibido hoy, se sienten plenamente orgullosos.
Agradezco a David el gran soplo que me guió hacia este gran cuento de hadas, a María, por recibirme aquel caluroso día de mayo que se convirtió en tormentoso, a Marquines, por hacerme sentir parte de este monumento arquitectónico en el que se ha quedado parte de mi sensibilidad y, sobre todo, a Marcos Vidal Suárez, que me enseña parte de la vida que vivió, para poder compartirla con todos ustedes, llegando a los corazones de los leoneses y fundiéndose en el seno del mío para siempre.
Me asomo a esa ventana por última vez para reconocer desde ella muchas de las caras conocidas que a mi paso han salido a lo largo del camino: la Imprenta Moderna, el Roldán, el Palacio de los Guzmanes, la calle Teatro, y me empacho con su desborde cultural, prohibiéndome a mí mismo compartir, en este artículo, una instantánea de las vistas, e invitando, al eterno lector, a acudir a la Bodega Regia, conocer a Marcos Vidal y a su familia y a asomarse a un cubo de la muralla milenario y ver desde su ventana todos los Edificios más Emblemáticos de León.
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
José A. González y Álex Sánchez
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