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Lunes, 19 de septiembre 2016, 11:16
Un mundo de luz y de color se abre en el interior de la Catedral de León, bastión del gótico español, emblema por antonomasia de la ciudad. Su simbolismo, con grandes vidrieras e impresionantes estructuras de luz, envuelve y traslada al mundo de la ... espiritualidad siglos atrás en la que fue concebida.
737 vidrieras que desafían a la gran penumbra de su interior, con una extensión de 1.990 metros cuadrados y que constituyen un inmenso catálogo de arte y belleza que poco a poco recobran el esplendor perdido con el paso de los siglos.
El Cabildo de la Catedral de León avanza en el proyecto de restauración del conjunto de sus vitrales que, tras la parálisis en las tareas de manteamiento que vino pareja con la gran reforma del siglo XIX, se retomó en el año 2006 y que ha sufrido varios altibajos a lo largo de este camino por falta de presupuesto.
Un proyecto ahora sustentado por la repercusión económica de la entrada del tempo y que en la actualidad se centra en el ventanal sur 13 donde los visitantes pueden imaginar la majestuosidad de los vitrales estampados en una lona con la que se busca mitigar los efectos de las obras. Posteriormente, la restauración se encaminará hacia el rosetón para ir caminando con las plataformas hacia el centro del templo.
Precisamente, son las del transepto sur las más deterioradas, llegando a presentar hasta un 80% de la opacidad. Sin embargo, se está llevando a cabo una restauración intermitente para así evitar la pérdida de visión por parte de los turistas. En cualquier caso, desde el Cabildo de la Catedral tuvieron claro desde un inicio que era necesaria una intervención en el conjunto de las vidrieras.
Decantarse por una zona más perentoria que otra es complicado ya que urgente es todo, lo más dañado es el lado sur por el contraste brutal sufrido por la oscilación térmica, que en invierno puede llegar a los 30 grados de diferencia", señala Mario González, administrador de la Catedral.
Objetivo ambicioso
Un proyecto, desarrollado por la leonesa Esoca, que conlleva un estudio fotográfico previo y que abarca un exhaustivo proceso que incluye el desmontaje de cada panel y una documentación exhaustiva del estado previo y posterior una vez restaurado en el que se analizan las patologías particulares de cada uno de los vidrios.
Las vidrieras sufren estados de corrosión, suciedad, roturas y abombamientos, que son analizados de manera individual para llevar a cabo su restauración. Tras el desmontaje, se lleva a cabo en el taller la corrección de las posibles deformaciones, su limpieza y la reposición de los vidrios fracturados.
Un delicado proceso que además contempla la restauración de la piedra y que prevé una mejor preservación de los vitrales en un futuro. En el lugar de la vidriera se coloca un vidrio de protección que sirve de cerramiento así como una red antioxidante para evitar los daños posibles.
Minuciosos, delicados y costosos trabajos si se tiene en cuenta que el coste del metro cuadrado ronda los 4.000 euros. Pero el Cabildo de la Catedral no se pone freno. Su objetivo es que en el plazo de ocho o diez años culminar la restauración de los 850 metros cuadrados restantes para devolver el esplendor a uno de los principales reclamos de la Pulchra Leonina, la mayor colección de vidrieras medievales del mundo.
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