'Turandot', de Giacomo Puccini, vuelve al Teatro Real, donde se estrenó hace cinco años, y lo hace bajo la dirección y puesta en escena de Robert Wilson, el mismo que la estrenó hace un lustro en el coliseo madrileño. Según dijo Wilson en la presentación del montaje, la producción cuenta con pocos cambios. Como ya hizo en en 2018, el director de escena ilumina con delicadeza y elegancia a los personajes, a lo que inviste de un aura espectral. También en esta ocasión la dirección musical corre a cargo del italiano Nicola Luisotti.
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La ópera, que Puccini dejó inconclusa debido a un cáncer de garganta que le condujo a la muerte, es difícil de cantar por el despliegue de sobreaguados que la soprano se ve obligada a acometer. La obra se representará del 3 al 22 de julio en 17 funciones. Se trata de una coproducción del Teatro Nacional de Lituania, la Canadian Opera Company, la Houston Grand Opera y la Opéra National de París, teatros donde ha cosechado el aplauso del público.
El tenor Jorge de León tendrá que dar todo de sí para interpretar el aria 'Nessun Dorma', una de las más famosas de la historia y que ha desbordado el ámbito de la ópera y experimentado un sinfín de versiones y adaptaciones. «Son pocos los tenores que pueden abarcar este tipo de repertorio porque el personaje está cantando vocalmente con una técnica y una escritura bastante exigente y compleja», apuntó el cantante canario. Para De León, la responsabilidad de cada cantante estriba en hacer de su papel una interpretación personal, a través de una impronta única de color y expresión.
La producción está integrada por tres elencos, los encabezados por Anna Pirozzi, Ewa Plonka y Saioa Hernández como la princesa Turandot; Adam Palka, Liang Li y Fernando Radó en el papel de Timur; el ya mentado Jorge de León, Michael Fabiano y Martin Muehle como Calaf, y Salome Jicia, Ruth Iniesta y Miren Urbieta-Vega para encarnar a Liù.
En esta ocasión el homenajeado en las diferentes funciones será el intérprete español Pedro Lavirgen, que actuó como Calaf en La Scala de Milán y murió hace dos meses a los 92 años tras erigirse en una de las mejores voces de la lírica de la segunda mitad del siglo XX.
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Puccini murió el 29 de noviembre de 1924 sin concluir la partitura de 'Turandot', que terminó su discípulo Franco Alfano sobre la base de apuntes y notas del compositor. Esta versión será la que volverá a representarse a partir del próximo lunes en el Teatro Real, que cierra con esta ópera la presente temporada. El final es, pues, de Alfano, que cuenta con más detractores que entusiastas. Estas discrepancias de gustos están muy bien ilustradas por una leyenda: Arturo Toscanini estrenó la ópera en 1926 en la Scala de Milán, pero detuvo la música en el tercer acto, cuando acontece la muerte de Liú, uno de los personajes protagónicos. Entonces se dirigió al público para proclamar: 'Qui il Maestro finí' (Aquí terminó el maestro).
Robert Wilson define 'Turandot' como «una historia, muy antigua, de origen persa, que es en realidad un cuento de hadas». El director piensa que Puccini no puso punto y final a la ópera porque no sabía cómo hacerlo. Su quehacer ha consistido en ponérselo fácil al espectador: «Las producciones de ópera están son tan densas a veces que para escuchar las voces y la música tengo que cerrar los ojos; mi reto como director es que los espectadores mantengan los ojos abiertos mientras escuchan la música», alega Wilson.
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La historia original de 'Turandot' la protagonizaban siete princesas, una de las cuales era rusa y vestía de rojo. «El rojo es el color del amor, de ahí que sea el predominante en la puesta en escena y el que atraviesa la obra». El contraste lo encarnan los ministros del emperador, Ping, Pang y Pong, «tres personajes que no tienen nada que ver con la situación, de la que son testigos, que visten de distinta forma, que se mueven mucho y para los que Puccini escribió una música diferente. Son el contrapunto», aduce Wilson.
La soprano italiana Anna Pirozzi, que da vida a la princesa Turandot, cree que su papel está sembrado de obstáculos: «Vocalmente es un papel con muchas dificultades, aunque es un papel corto si se compara con el de Abigail de 'Nabucco' de Giuseppe Verdi. Al principio de mi carrera me animaban a cantar 'Turandot', pero yo alimentaba el mito de que había que cantarla más hacia el final de mi carrera. Luego empecé a pensar: ¿Por qué no hacerlo cuando aún tienes una voz plena y sana, sobre todo cuando es imprescindible la inmediatez de los agudos?»
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