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Ibán Salvador, pianista con solo 12 años. Sandra Santos

Las prodigiosas manos del pequeño Ibán Salvador: «Mi favorita es la Rapsodia húngara de Franz Liszt»

Este niño leonés de 12 años lleva unos meses practicando de forma autodidacta con un piano de 88 de teclas y ya ha dado su primer concierto en solitario para orgullo de sus padres que se sienten «como la madre de la Pantoja»

Sábado, 16 de noviembre 2024, 09:19

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Su casa es ya de por sí un pequeño museo en el que él se ha encargado de poner la última nota. Sus padres están más nerviosos que él, que espera sentado en su taburete y haciendo sonar las teclas con armonía. Con tan solo 12 años, Ibán Salvador Savino ya sabe dibujar y esculpir, y desde hace unos meses, de forma autodidacta, ha empezado a tocar el piano.

Sus prodigiosas manos ya se atreven con Frédéric Chopin, Eduard Grieg o Franz Liszt. Todo ello tras ver por televisión al pianista del rock Jerry Lee Lewis, que inspiró a este pequeño genio que ya afina sus dedos.

Del órgano de juguete pasó sin darse cuenta a un piano Casio de 30 teclas. Meses más tarde ya estaba con uno semiprofesional de 61 acordes que se estropeó, lo que le llevó a dar el martillazo final de las 88 teclas con un Ringway del que no sabe la numeración.

En solo un año ha aprendido cómo utilizar este complejo instrumento y leer sus partituras, las cuales nos explica: «Un pianista no puede ver un solo pentagrama, tiene que tener dos, uno para cada mano, con una clave más grave y otra más aguada». Y todo eso lo aprendió viendo vídeos de cómo eran las notas, cómo se leían las partituras y leyendo libros de teoría musical. Lo volvemos a recordar por si alguien se ha perdido: solo tiene 12 años. «Me gustaría improvisar algunas melodías por mí mismo», confiesa también.

Su debut fue en las tablas del teatro de La Bañeza, en el premio Conrado Blanco, y su primer concierto en solitario hace solo unos días. Ante el público toca melodías conocidas y nada sencillas. Entre ellas estará la Rapsodia húngara de Liszt, su favorita. «Dicen que es muy compleja, pero yo la toco porque me gusta».

Cuando se sienta en la banqueta, no necesita ni partitura. Todos los movimientos están en su cabeza. Desde la que tilda como sencilla, una sonata de Mozart, hasta las más difíciles como la que está aprendiendo de Bethoveen y su tercer movimiento de Claro de luna.

Y en casa no pueden estar más orgullosos de su pequeño al que poco a poco le van ayudando a crecer. Pilar Martínez y Vicenzo Sabino siempre han estado rodeados de artistas. Él se dedica a la pintura y a la escultura y su hija mayor es diseñadora gráfica. Sin embargo, nunca habían tenido un músico en su elenco. «Un buen día cogió un teclado de mierda, de esos de bebés que son horrorosos y de colorinchis y me dijo: mamá, quiero uno más grande». Pedido y conseguido. Redes sociales y casi un crowfunding para que Ibán cumpla sus sueños. «Me dijo que había sido el mejor regalo que le habíamos hecho nunca y empezó como un borriquillo ahí, ahí... y a tocar melodías».

Imagen principal - Las prodigiosas manos del pequeño Ibán Salvador: «Mi favorita es la Rapsodia húngara de Franz Liszt»
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Para sus padres, como no puede ser de otra forma, su hijo es maravilloso. Pero es que, además, no solo porque lo digan ellos. La gente empezó a comentarles lo bien que sonaba lo que hacía un niño de 12 años, mientras ellos no sabían muy bien a qué atenerse, aunque la música que salía de sus dedos les gustaba. «Aunque el niño fuera malo como la tiña, yo que soy como la madre de la Pantoja pues hasta que haga un borratajo me parece arte», expone Pilar María emocionada y más nerviosa que su pequeño.

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Le gustaría contar con los recursos suficientes para llevar a su hijo al conservatorio napolitano, donde tiene los orígenes Enzo, el padre de la criatura, aunque el pequeño insiste en seguir aprendiendo por sí mismo. «Va a llegar hasta donde quiera, aunque sea un hobbie porque eso también es importante para la vida. Y mientras hace eso, no está con la Play o en internet». Ibán no tiene smartphone, tiene un teléfono de teclas; Ibán no tiene ordenador y usa máquina de escribir, algo que se ha fomentado desde casa. «Todo lo que le podamos proteger de la intoxicación digital, para mí es algo que estamos haciendo casi como una resistencia».

Entre partituras en clave de Sol y de Fa y unos imposibles movimientos de manos para alcanzar todas las teclas, este pequeño artista se despide con dedicatoria incluida para nuestra cámara que cumple años. Porque sí, el 'Cumpleaños feliz' también lo sabe tocar.

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