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Ya pasó. Madrid sobrevivió al huracán Taylor Swift. La artista estadounidense abandona España tras sus dos noches impecables en el Santiago Bernabéu, dejando tras de sí los restos aún calientes de una fiesta colosal. Después de ser el inequívoco centro de atención mediático, de monopolizar los debates culturales, reventar los 'trending topics' y regar de millones la capital, Taylor Swift deja un vacío que sabe que nadie puede llenar.
Ahora tiene el rumbo puesto hacia Lyon, Edimburgo, Liverpool, Londres, Varsovia, Dublín, Ámsterdam o Milán para hacer un espectáculo medido hasta el último detalle, con una lista de temas que no varía –salvo en dos canciones sorpresa, siempre colocadas en el penúltimo bloque, es decir, para repetir un concierto prácticamente idéntico durante casi dos años. La artista estadounidense permanecerá en el Viejo Continente hasta el 20 de agosto y retomará la gira a finales de noviembre con nueve conciertos en Canadá. El último, el 8 de diciembre en Vancouver.
No se le puede negar que el espectáculo sea impresionante: tras más de tres horas generosas y 45 canciones, un asombroso despliegue visual y todo tipo de cambios de vestuario y escenarios, es imposible que un solo fan quede decepcionado, por muchos cientos de euros que se haya dejado en viajes, alojamiento, comidas y pulseras de la amistad. La sensación de haber presenciado a una estrella en su momento de máximo esplendor es insuperable, pero al mismo tiempo, y esta es una de las claves del éxito, los fans ven en persona a alguien que perciben como muy cercano, alguien a través de cuyas canciones interpretan cada evento de su propia vida.
Todo esto viene de largo: la pandemia echó por tierra los planes de Swift para el tour de 'Lover', el disco de 2019 que contiene hits como 'Cruel Summer' y 'You Need To Calm Down'. En lugar de frustrarse, su productividad fue envidiable, pues además de grabar varios discos regrabó unos cuantos más.
Le faltaba darle la vuelta al parón de las giras. Tenía que desquitarse con un proyecto mastodóntico: 'The Eras Tour'. Los conciertos empiezan con esas canciones de 'Lover' y pasan por toda su discografía, sus eras, sus capítulos épicos de cantar de gesta. Esa historia contó en Madrid, su colección de canciones convertida en película de aventuras.
No solo las aproximadamente 130.000 personas que pudieron entrar entre ambos días al estadio descansan tras una experiencia extrema. El barrio fue tomado para servir a la 'taylormanía', incluso se llenó de espontáneos sin entradas que aprovechaban la generosa sonorización del Bernabéu. Ahora le toca a los vecinos la rareza de enfrentarse a un día normal, el primero de la era después de Taylor. Todo es igual que hace cuatro días, pero todo ha cambiado, se han ido todas las cámaras, todos los camiones.
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También han encontrado su pequeño minuto de gloria los afectados por el ruido, pero más que por su justa reivindicación –el Ayuntamiento de Madrid ya ha dejado caer que habrá multas por saltarse la ordenanza– lo hicieron por estar ahí esta semana, por ser un satélite más del fenómeno Taylor Swift. Cuando toque el siguiente artista internacional (el calendario está nutrido) muy pocos recordarán a la agraviada asociación vecinal, a pesar de las numerosas quejas que durante estas dos noches realizaron a la Policía Municipal los vecinos del Bernabéu. Todo se apoya en emociones exaltadas, pero muy difíciles de definir, ya que para muchos seguidores, todo se resume a que la ven como una «madre».
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