Iker Cortés
Viernes, 22 de noviembre 2019, 00:12
Respira. En los primeros compases de 'Happens to the Heart', Leonard Cohen (Montreal, 1934 - Los Ángeles, 2016) respira. Es un detalle tan íntimo e inesperado que cualquier oyente puede pasarlo por alto. Pero por un instante es como si el aliento y ... la cavernosa y profunda voz del poeta y cantautor canadiense no se hubieran apagado nunca. Cuando se cumplen tres años de su muerte, sale al convulso mercado discográfico 'Thanks for the Dance' (Sony Music Entertainment), un álbum póstumo que evita los descartes y las caras B –tiempo habrá para ellas, descuiden– tan asociadas a este tipo de lanzamientos y reúne nueve temas nuevos en los que se encontraba trabajando el autor de 'Hallelujah' cuando la muerte lo alcanzó a los 82 años de edad.
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De ordenar, adecentar, pulir y producir esas pistas se ha encargado su hijo Adam, músico también y responsable de la exquisita producción de su último larga duración en vida, 'You Want It Darker' (2016), publicado apenas unos días antes de que el compositor falleciera a consecuencia de una caída durante la noche.
Siete meses después, Adam se retiraba a un garaje reformado, en un patio cerca de la casa de su padre, con la intención de trabajar en ese material nuevo. Evidentemente había dolor y una necesidad de permanecer junto a la voz de su padre, pero también quería volver a trabajar con él y rendir un homenaje a quien tanto había hecho por llenar de poesía y música la vida de tantos. Aquellas sesiones de grabación que habían dado forma a 'You Want It Darker' también habían dejado tímidos esbozos de canción, a veces con una melodía básica, otras con apuntes de voz o apenas unos versos recitados.
No cabe duda de que la tarea no era nada fácil, así que Adam comenzó a contactar con músicos de todo el mundo –instrumentistas, solistas, grupos, productores...–, personas que habían profesado sincera devoción por el de Montreal. No dudó en desplazarse, por ejemplo, hasta Berlín para pedir ayuda a quienes participaban en el llamado People Festival. No erró el tiro.
Por allí andaba Damien Rice. Admirador confeso de Cohen, el cantautor irlandés versiona con frecuencia su 'Hallelujah' e incluso escribió una canción titulada 'Back To Her Man', inspirado en todas aquellas mujeres que caían rendidas al poeta en sus conciertos. No dudó en dejar su voz. Como tampoco lo dudó la cantautora canadiense Leslie Feist. Richard Reed Parry, el multiinstrumentista de los también canadienses Arcade Fire, tocó el bajo, y el compositor y guitarrista Bryce Dessner, de The National, hizo lo propio con las seis cuerdas.
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Pero Adam no fue el único que viajó para terminar un álbum que cada vez iba tomando más forma. En otra ocasión fue el aragonés Javier Mas, el guitarrista español que acompañó a Cohen en el escenario durante los últimos ocho años, quien voló desde Barcelona a Los Ángeles para capturar el espíritu del artista en la guitarra del compositor de 'Everybody Knows'. No es la única aportación española al conjunto. La catalana Silvia Pérez Cruz, a quien hemos podido escuchar en más de una ocasión paladeando el 'Pequeño vals vienés', también colaboró en el albúm poniendo su voz a dos de las canciones.
En Montreal, el productor Daniel Lanois, aportó arreglos y tocó el piano en algunas de las canciones, el coro Shaar Hashomayim, que tuvo un papel tan importante en el sonido del último álbum, colaboró en una canción, y Patrick Watson aportó su talento como coproductor de una canción. En Los Ángeles, Jennifer Warnes hizo coros y Beck colaboró con la guitarra y el arpa de boca. Finalmente, Michael Chaves, se encargó de la sonorización y la mezcla.
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Cuenta Adam, en la nota de prensa que Sony ha enviado con motivo del lanzamiento, que «al componer y hacer arreglos de la música para que se adaptara a la voz y las palabras de Leonard Cohen, elegimos sus marcas musicales más características, consiguiendo así que él estuviera con nosotros. Lo que más me emociona del álbum es la gran sorpresa que se han llevado todas aquellas personas que lo han escuchado. '¡Leonard vive!', decían, uno tras otro».
Con más de 23 millones de álbumes vendidos en todo el mundo, el papel de una obra póstuma como ésta es ingrato, pero sin duda demuestra que nadie puede callar a Leonard Cohen.
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