Arnau Griso: «Las discográficas han pasado de ser creadores a cazadores de talentos»

La innovación es una de vuestras señas de identidad…

Arnau: Salimos de un fenómeno que era novedoso hace unos años. La industria y este sector cambia a una velocidad que nos tenemos que adaptar todos, las primeras son las discográficas que han pasado de ser creadores a cazadores de talentos. Ahora el papel de estas empresas es ver quien despunta en redes para darle un mayor soporte. Se ha democratizado tanto la música que las discográficas ponen su foco en la gente que destaca, porque toda la industria gira en torno a las redes sociales.

¿Cómo es pasar de publicar vídeos en Youtube a estar con un disco y una gira?

Eric: Es el cambio que queríamos hacer y por el que decidimos dejar nuestras respectivas empresas. Nos dimos cuenta que las visitas no dan la felicidad pero las personas que hay detrás si, en el momento en el que nos descubrimos que la música nos permitía conectar con la gente, vimos el poder que tenía y la felicidad que nos aportaba por lo que decidimos lanzarnos. Este cambio, que implica dedicarnos al 100% a la música, nos aporta una gran felicidad.

El nuevo panorama musical implica ser muy activo en redes sociales, algo que ustedes dominan…

Arnau: Somos nosotros lo que seguimos llevando nuestras redes sociales, pero es algo que exige el guion. El reto es crear un contendió de calidad porque todo el mundo tiene acceso a esta nueva forma de comunicarse. Aportar algo que interese a tus seguidores es complicado, hay que mezclar muchos aspectos, dado que hay un componente muy alto de amarillismo. La gente quiere saber de tu vida y tienes que decidir cuánto abres la puerta a este aspecto.

¿Cómo logran encajar el buen rollo con la crítica social?

Eric: Somos mucho más críticos que felices, pero si pusiéramos sólo crítica solo llegaríamos a un público muy underground. Queremos llegar a todo el mundo, incluyendo esa vaselina, que es el humor, para que al final demos cuatro 'ostias' de realidad, que es lo que queremos. No es una felicidad tonta, es la reflexión que hay detrás de cada palabra.

Son un grupo surgido hace poco pero ya tienen un amplio grupo de seguidores, ¿en qué ha cambiado sus vidas?

Arnau: seguimos flipando con la mayoría de las cosas que nos pasan, porque nunca nos hemos puesto expectativas con este proyecto. Empezó como una broma y se ha ido haciendo gorda con el tiempo. Nos sigue sorprendiendo colgar el cartel de no hay entradas en nuestros conciertos. Esta nueva vida es algo a lo que nos hemos tenido que acostumbrar

Ustedes, como el kanka o el Niño de la Hipoteca han creado una nueva forma de hacer música…

Eric: El niño de la Hipoteca se autodenominó 'cantaotuber', nosotros, sin intención de hacerlo, simplemente por utilizar YouTube automáticamente también nos hemos convertido en cataotuber. El Niño de la Hipoteca o el kanka tuvieron que innovar y adoptarse esta nueva forma de transmitir música pero nosotros no teníamos otro método, somos millennials.

'Para que el mundo lo vea' critica el mundo del postureo, como llevan que al sonar esta canción miles de móviles se alzan para grabarlo

Arnau: Es la gran paradoja. Lanzamos este tema como una crítica al uso de las redes sociales, y de repente estamos metidos en esa vorágine de postureo. Me recuerda al fenómeno Torrente, en cuanto a que Santiago Segura crea a este personaje como una crítica social a lo que representa y muchos espectadores empiezan a idolatrar a Torrente. Es una contradicción enorme pero que nos viene genial.

El Robe de Extremoduro exige que la gente disfrute de sus conciertos y que no se dedique a estar pendiente del móvil

Eric: Estoy de acuerdo con Robe, un concierto es un momento único para disfrutar y no verlo a través de una pantalla, pero a la vez animo a mis seguidores a que cuelguen cositas bajo el hashtag 'Revolución Bananera', es la hipocresía que manejamos (risas).

Es la primera vez que actuáis en león

Arnau: Si, es la primera vez que vamos a León. Mi madre ya me ha dicho que tengo que ir a visitar la catedral. Asique con muchas ganas de ir.