Cree Amin Maalouf (Beirut,1949) que la humanidad «pasa hoy por uno de los períodos más peligrosos de su historia». Hay una falta de autoridad moral y de liderazgo que lamenta el escritor intelectual y académico francolibanés. Lo analiza en 'El laberinto de los extraviados: Occidente y sus adversarios' (Alianza). Cree que volvemos «a la guerra fría», le inquieta que «se trivialice la amenaza de otra confrontación mundial» y juzga «alentador» que se reconozca al Estado palestino.
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-Nadie parece escuchar hoy a los intelectuales como ocurría en el siglo XX
-Hoy nadie tiene credibilidad moral en el mundo. Ni las grandes potencias, ni las autoridades religiosas ni los intelectuales. Nadie tiene una verdadera autoridad intelectual. Es una realidad.
-Vivimos otro momento convulso con, ¿una grave amenaza para la paz mundial?
-Así es, por desgracia. Se percibe más en Europa. Creímos erradicados de la historia europea los conflictos armados. Y ahí está la guerra de Ucrania. Es inquietante. La marcha de la historia no es un movimiento rectilíneo hacia la paz, la democracia y la prosperidad. Hay momentos de regresión y caída, y esto da mucho que pensar.
-La guerra en Palestina, ¿es otra gran amenaza?
-Y muy seria. Sorprende menos que la de Ucrania. La violencia en Oriente Próximo viene de lejos y ahora se incrementa. Nunca ha conocido un periodo de verdadera paz. Ambas guerras son un grave peligro en las relaciones internacionales. Entramos en una nueva época de turbulencias que parece otra guerra fría.
-Reconocer al Estado palestino como han hecho España, Irlanda y Noruega, ¿es una buena noticia?
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-Debía haber dos Estados desde hace mucho. Se habría evitado mucho sufrimiento. Hoy las cosas son más complicadas. Es alentador trabajar en esa dirección, aunque no soy nada optimista. No creo que suponga un avance hacia una solución inmediata, aunque fijar un objetivo reconociendo que debe haber dos estados es un principio necesario.
-¿Estamos a las puertas de una III Guerra Mundial nuclear e irreversible?
-No diría irreversible. Los arsenales nucleares existen desde los años cincuenta. Han crecido en estas décadas y se pensó por eso que la guerra era inevitable. Lo inquietante es que se hable de forma recurrente de riesgo de confrontación y se trivialice en la mente de la gente. Que se banalice. Se pensaba que no habría guerra nuclear y Rusia no deja de apelar a ese riesgo. La gente no parece consciente de la gravedad del peligro. Quienes tienen el recuerdo de Hiroshima conocen el horror nuclear. Pero esa imagen apocalíptica no está en la mente de las nuevas generaciones, No están inmunizadas y para ellos Hiroshima no significa nada. Pero no creo que estemos en vísperas de otra guerra mundial.
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-La polarización aumenta, el mundo se escora a la derecha y la izquierda no lo frena. ¿Qué pasa?
-El final de la Guerra Fría cambió la atmósfera política en el mundo. Pasamos de las divisiones ideológicas a las confrontaciones identitarias. Es un hecho que una cierta derecha nacionalista se siente mucho más a gusto en un ambiente identitario que la izquierda. Países emblemáticos para la izquierda como Suecia basculan a la derecha de la derecha. Es llamativo que en la patria de la socialdemocracia gobierne una derecha bastante dura. Lo mismo vale para Italia y su larga tradición de izquierda.
-Con Estados Unidos en su ocaso. ¿Quién ocuparía su papel?
-Está claro que Estados Unidos no consigue asumir su papel de superpotencia única en el mundo. También lo es que no hay alternativa. Que nadie lo puede asumir. Hay una especie de ausencia de liderazgo en el mundo. China sueña con asumirlo, pero no puede. Tampoco Rusia. Y Europa no se dota de los medios necesarios. No asistiremos al surgimiento de una nueva potencia. Debemos apostar por un nuevo orden internacional, una nueva forma de gobierno mundial en el que muchos países cooperen para resolver los grandes desafíos de la humanidad.
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-Putin es una fuerza desestabilizadora. ¿Una tragedia para la democracia?
-Una gran tragedia. Hubiera sido mejor apoyar los cambios de Gorbachov. Prometían una Rusia diferente, integrable en el sistema internacional. Por desgracia, en el momento crucial Estados Unidos y otros países prefirieron apostar por Yeltsin, una especie de liquidador que entregó el poder a Putin. No se puede reescribir la historia, pero se tomaron malas decisiones en un momento crucial.
-¿Trump volverá a la Casa Blanca?
-Es una posibilidad real. No lo sabremos hasta el último momento. Las elecciones serán muy reñidas. Sería muy inquietante para Europa. Alguien como Trump se entendería con Putin a espaldas de Europa con una enorme facilidad. Es un riesgo real. No dudaría en hacerlo. Iría a Rusia como fue a Corea del Norte.
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–¿Dejaremos de matarnos en el nombre de Dios?
–«¿Qué le gustaría que le dijera Dios cuando muera?», me preguntó en el cuestionario de su programa Bernard Pivot, el gran periodista cultural francés que acaba de fallecer. «Oír de Dios que él es inocente de todos los crímenes cometidos en su nombre», contesté.
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