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El politólogo Víctor Lapuente. Carlos Pina
Víctor Lapuente: «Dios y la patria nos superan como individuos»

Víctor Lapuente: «Dios y la patria nos superan como individuos»

El politólogo y profesor de la Universidad de Gotemburgo propone un decálogo de principios para superar el narcisismo que ahoga las sociedades

Álvaro Soto

Madrid

Lunes, 25 de enero 2021, 00:18

Víctor Lapuente ha escrito un libro a contracorriente. Recuperar los valores, alabar la capacidad de sacrificio, dudar a derecha y a izquierda e inclinarse solo hacia la moderación, en la política y en la vida, no parecen conceptos de moda en la sociedad. ... Pero este politólogo oscense (Chalamera, 1976) de extenso currículo no quería quedarse callado ante la deriva del mundo. «El jueves me diagnosticaron un mieloma múltiple. El domingo nacía mi hijo Antón. Y el lunes comencé a escribir este libro. Sin prisa, pero sin pausa. No sabes el tiempo que te queda», avisa en las primeras líneas de su luminoso 'Decálogo del buen ciudadano' (Península), un compendio de ética y política que a veces recuerda a la aristotélica virtud del punto medio y, a veces, a la 'Ética para Amador' de Fernando Savater.

«El individuo-narciso, alentado ahora por las redes sociales, empezó a nacer hace décadas. Es el resultado de una ideología de derechas que ha reemplazado a la democracia cristiana por políticos como Berlusconi, Trump o Johnson, que presumen de no pagar impuestos, y que ha derivado en el neoliberalismo», opina Lapuente. «Pero es también el resultado», continúa, «de una izquierda que ha matado la idea de pedir sacrificios y que ha convertido al Estado en una máquina dispensadora de derechos, pero no de deberes». «La derecha ha matado a Dios y la izquierda ha matado a la patria», resume Lapuente.

Doctor en ciencias políticas por la Universidad de Oxford, profesor visitante en Esade y catedratico en la Universidad de Gotemburgo, ciudad en la que reside, el autor preconiza un Estado del Bienestar como el de Suecia, que conoce a fondo, y que contra lo que algunos tópicos mal fundamentados hacen creer, funciona «de abajo arriba» y se basa «en la responsabilidad individual».

LAS FRASES:

  • Soluciones. «Más que reinventar el capitalismo, debemos tratar de reinventarnos a nosotros mismos»

  • Optimismo. «Angela Merkel o la Comisión Europea nos muestran que todavía queda esperanza»

Pero Lapuente también reivindica la idea de Dios, y aunque asume que hacerlo ahora supone predicar en el desierto, sugiere darle una vuelta a la idea. «El concepto de dios surge en civilizaciones que estaban colapsadas», recuerda, y plantea que se perciba a Dios en la misma esfera que la patria: ideales de trascendencia impersonal «que nos superan como individuos y que involucran a la comunidad».

No por casualidad el libro es un decálogo, paralelismo con los diez mandamientos de los católicos que el autor talla en la piedra de la realidad contemporánea: 'Busca al enemigo dentro de ti', 'No te mires al espejo', 'Agradece', 'Ama a un Dios por encima de todas las cosas', 'No adores a falsos dioses', 'Da a Dios lo que es de Dios, y al César lo que del César', 'Cultiva las siete virtudes capitales', 'Ponte en la cabeza de tu adversario', 'No te sientas víctima' y 'Abraza la incertidumbre'.

Cree Lapuente que una vez perdido el sentido profundo de la vida que proporcionaba Dios, la sociedad se ha volcado en otros dioses, como la política, «vista como una lucha cósmica entre el bien y el mal», o el capitalismo neoliberal y el individualismo, representados en un lema que el autor rechaza de plano: «Nada es imposible». «A mí me gustaría reivindicar lo ordinario», explica. Y por eso, huye de grandilocuentes soluciones, como «la reinvención del capitalismo». «Eso es pensamiento mágico, ideas propias de chamanes, como Trump en el extremo contrario. Más que intentar reinventar el capitalismo, lo que debemos hacer es reinventarnos nosotros», asevera, antes de añadir, en tono optimista, que aún queda esperanza: «La canciller alemana, Angela Merkel, la Comisión Europea o el Gobierno danés nos muestran que existen todavía instituciones que apuestan por el consenso».

Introspección

Y en este punto, de la disección de la gran política, de la economía más alta o de la religión más elevada pasa Lapuente a defender la necesidad de una nueva introspección individual para cambiar el sentido de la vida. «Debemos asumir la incertidumbre y la muerte, son debates que se están evitando», dice. Y volver a poner estos asuntos sobre la mesa permitiría entender un paradigma clave, en opinión del escritor. «Nosotros no somos los guionistas de nuestras vidas, somos los actores. Debemos saber que podemos controlar algunas de las cosas que nos suceden, pero no todas. La salud, el dinero y el amor no dependen de nosotros, dependen de nuestro código genético, de Dios o de otros factores, y no podemos centrarnos en lo que no está en nuestra mano. En cambio, hay que focalizarse en lo que sí podemos controlar, en mejorar nuestra actitud ante la vida, en encontrar la tranquilidad, en evitar las situaciones de angustia que bloquean nuestra mente», subraya Víctor Lapuente.

La epidemia de enfermedades mentales, como la depresión y la ansiedad, contrasta con la riqueza de la sociedad más opulenta que vieron los tiempos. Pero la explicación, apunta el politólogo, está en el narcisismo, una palabra que se concreta «en la acumulación de bienes y en el egocentrismo», pero que en vez de proporcionar alegría, suministra ansiedad, con las redes sociales como cenit de esta «persecución individualista de la felicidad que no da la felicidad», resume.

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