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Rechaza por exageradas las comparaciones con John Le Carré, pero David McCloskey se ha ganado el derecho a ser considerado uno de los grandes escritores contemporáneos de novelas de espionaje. Ex analista de la CIA en Oriente Medio, su primer libro, 'Estación Damasco', diseccionó las grietas que acabarían en la realidad haciendo caer al dictador sirio Basar Al Asad. En su nueva obra, 'Moscú X' (Salamandra), McCloskey viaja a la Rusia de Putin en 'Moscú X' para analizar las luchas internas de los oligarcas y los políticos, y el papel de los servicios de inteligencia occidentales, con el trasfondo de la guerra de Ucrania.
«Ninguno de los dos bandos ha obtenido lo que buscaba. Los rusos querían colocar un gobierno títere en Kiev y Ucrania quería conservar su independencia y su integridad territorial», explica McCloskey, que sin embargo, considera que «el tiempo está a favor de Rusia». «Es muy probable que lo vuelva a intentar porque tiene diferentes formas de lograr sus objetivos. Pensemos en su relación con Estados Unidos. Dentro de un año o dos, Trump puede haber decidido abandonar a los ucranianos o la Unión Europea puede cambiar de opinión sobre Ucrania», cuenta este antiguo espía, que avisa a Europa de que Putin es una verdadera amenaza: «Si yo viviera en las república bálticas o en Polonia, estaría muy preocupado». «Desde los tiempos de los Romanov», agrega el autor, «Rusia piensa que cada vez necesita más territorio y eso no ha cambiado».
Como una premonición, 'Estación Damasco' anticipó el final de Al Asad, pero un posible desmoronamiento de la Rusia de Putin no sería, por sí mismo, una buena noticia para Occidente. «Si uno mira lo que vendría después de Putin, puede ser peor que el propio Putin», dice McCloskey, que cita un nombre, el de Nikolái Pátrushev, actual mano derecha del presidente ruso, como su posible sucesor.
«Ha ayudado a Putin a consolidar el régimen, se ha beneficiado económicamente de él y comparte la idea de Putin de que Rusia debe ser otra vez una gran nación«, explica McCloskey, que da una clave para entender por qué, en su opinión, »actualmente no hay ninguna perspectiva democrática para Rusia«. »Existe el sentimiento común de que el experimento de la democracia en los años 90, que convirtió al país en un caos y en Estado fallido, fue algo humillante que no debe volver a repetirse«. »Pero también es cierto que nada es completamente predecible porque también parecía imprevisible la caída de Al Asad«, asevera.
Residente en Texas, McCloskey cree que con Trump, «hemos llegado al final de la etapa en que Estados Unidos era el garante de la seguridad de Europa», una consecuencia, a su juicio, «del fracaso de la política exterior norteamericana de las últimas décadas». «Irak y Afganistán son ejemplos de que no tenemos un buen historia reciente en el extranjero y eso nos ha hecho, como país, querer mirar ahora más hacia dentro».
¿Pero cómo se explica el éxito electoral y el apoyo de por lo menos la mitad de los norteamericanos a Trump? «Lo primero que hay que decir es que Trump no está loco. Parecer un chiflado es parte de su estrategia. La gente disfruta de su voluntad de decir cosas que no se atreverían a decir. Digamos que es parte de su encanto», responde McCloskey, que describe el trabajo de un agente de la CIA como el de «un periodista clandestino». «La mayor parte del trabajo de un espía es explicar qué está ocurriendo en un determinado lugar del mundo a través de sus fuentes, que pueden ser llamadas interceptadas o personas. La visión de la CIA como una organización ilegal que cambia gobiernos pertenece a la Guerra Fría, pero no al mundo actual».
En las novelas de McCloskey hay una especie de sello personal, que es el de introducirse en los resquicios de los regímenes autoritarios y desmenuzar las contradicciones de sus élites, que disfrutan de las ventajas de vidas 'occidentalizadas' mientras mantienen a sus compatriotas en la miseria. «Este tipo de sistemas políticos tienen algo en común: para mantener el poder, los autócratas tienen que rodearse de un sistema radial en el que unos se hagan la competencia a otros para tratar de estar siempre cerca del poder. Al Asad tenía cuatro agencias de seguridad distintas, Putin igual. El jefe del grupo Wagner intentó una especie de motín, y ya sabemos cómo acabó», destaca McCloskey, que ya tiene una nueva novela en las librerías norteamericanas, 'The Seventh Floor'.
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