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Cuando Unamuno fue exorcizado en León

Cuando Unamuno fue exorcizado en León

El célebre literato bilbaíno viajó en distintas ocasiones a León, algunas veces de parada en su camino a Asturias, y sentía una especial atracción por la Basílica de San Isidoro, donde en 1906 pidió que se le realizara un exorcismo con una de las reliquias que allí se custodian

Martes, 12 de marzo 2024, 08:14

La literatura nacional ha tenido grandes nombres, grandes autores y literatos de enorme versatilidad. Uno de ellos era Miguel de Unamuno, al que muchos relacionan con Salamanca por su vínculo con la universidad de la capital charra y su afincamiento a orillas del Tormes.

Bilbaíno de nacimiento, visitó en distintas ocasiones León, ciudad por la que sentía devoción. En su obra 'Andanzas y visiones españolas' (1922), en la que relata varios viajes, dedica una parte a una curiosa visita que realizó a León en el verano de 1906, una ciudad que calificaba de «vieja y regia, henchida de recuerdos de nuestra historia, en una verde llanada llena de álamos que bañan el Bernesga y el Torío al ir a juntar, a la vista de la ciudad, sus aguas».

San Marcos, la Catedral o la iglesia del Mercado

El «convento de San Marcos», que le recordaba a «mi Salamanca por la alameda delante de San Marcos que corre a lo largo del Bernesga» o la iglesia del Mercado, que mostraba «aún señales de lo que en un tiempo fue, y es un caso típico de cómo puede desfigurarse un templo haciéndole perder su primitiva personalidad», aparecen en este 'paseo' por León.

Cómo no, Unamuno también menciona a la Catedral, «elegante y bonita, que es como se traduce pulchra», y que describía así: «La elegantísima y bella catedral gótica leonesa [...] se abarca de una sola mirada y se la comprende al punto. Es de una suprema sencillez, de una suprema elegancia. [...] Pero por dentro de esta catedral, que podríamos llamar modelo de gótica, tan pura, tan aérea y tan clara, le encuentro que le falta recojimiento y misterio».

San Isidoro, el monumento que más le fascinaba

Le fascinaba León, con esas «particularidades de su habla popular, que del castellano literario se apartan algo» y unas calles «que se han modernizado y aún cambiarán más, pues la riqueza minera de la provincia acabará por hacer de la capital un gran centro mercantil y aun de recreo», pero en especial un edificio: San Isidoro.

«Mas lo que en León produce impresión más profunda al espíritu algo cultivado, es la venerable basílica románica de San Isidoro, donde está el formidable panteón de los reyes de León», expresa Unamuno, autor caracterizado por su perfil nihilista, existencialista y muy religioso, a la par que ciertamente escéptico con el catolicismo. «Es una de las más severas y, a la par, más elocuentes páginas de peidra de la historia de España».

El exorcismo con la mandíbula de San Juan Bautista

El literato reconoce que «dificilmente olvidaré la impresión que se porodujo en mi alma cuando entré por primera vez en el panteón de los reyes leoneses», sensación que sólo compara con su visita a la Real Capilla de la Catedral de Granada, donde están los restos de los Reyes Católicos.

Pero no sólo guardaba ese recuerdo de San Isidoro, porque en ese «solemne recinto», relata Unamuno, en un día «del mes de agosto de 1906», el abad de la basílica, Jerano Campillo, «me sacó los demonios del cuerpo con la mandíbula de San Juan Bautista que allí se venera». «Es una historia que he de contar algún día para edificación de las almas sencillas que crean en la mandíbula del Bautista y en mis demonios, y no sé si para regocijo de los espíritus volterianos», escribía Unamuno.

Así es como el alma de Miguel de Unamuno, al que recientemente la Universidad de Salamanca ha otorgado el 'honoris causa', tiene un capítulo vital y místico capital de su vida en la «regia» ciudad de León, «cabeza del reino que unido al de Castilla formaron el esqueleto de España».

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