Era 1879 y entonces, la mujer vivía en un escenario de sometimiento absoluto hacia su marido. Un lugar que Antonia Cid de la Fuente se negó a aceptar.
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Entonces y contra todo lo 'ordenado' socialmente ella, leonesa de Villademor de la Vega, decidió denunciar a su marido por maltrato. La condena nunca compensó aquella denuncia, seguramente la primera o una de las primeras de este tipo. Fueron cinco días de arresto para el marido y la posterior desaparición de la mujer.
La lucha de Antonia y su memoria, sin embargo, han sido recuperadas por Julen Ugidos Lafuente en 'Ahogada en el silencio' que este martes se presenta a las 19:30 horas en el Instituto Leonés de Cultura de la capital.
Todo lo que rodea la vida de Antonia tiene un aire dramático. Ella formaba parte de una familia de once hermanos, sumida en la pobreza y dispuesta a luchar por sobrevivir. Tuvo que trabajar desde los seis años, fue madre soltera (perdió a su hijo en el parto), tuvo que casarse con un primo y de nuevo perdió a su segundo hijo.
Todo el drama de la época, envuelto en negro sobre negro, acabó casándose con un viudo a cambio de cuidar a su descendencia y ser maltratada sin descanso hasta que un 6 de octubre de 1878 decidió poner fin a su calvario con una denuncia en el Juzgado de Paz.
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«Cuando enviudó de su primer marido, solo le quedaba arrimarse a un hermano o a un pariente, echarse a la calle y vivir en la miseria, o casarse con alguien que obviase su pasado, que terminó siendo un viudo que le dio una vida de perros. Fueron dos años terribles en los que tuvo que soportar las palizas de su esposo», resumía Julen Ugidos al diario Público en una entrevista.
Ugidos se había propuesto recuperar una parte de de la memoria familiar. Primero hizo estación en sus abuelos, Begoña y Adolfo, que eran primos. «Doce años y miles de documentos después, este psicólogo nacido en Barakaldo logró engarzar cuatro siglos de historia de los Redondo y los Ugidos, su propio apellido, más escaso y por tanto con mayor atractivo para trazar las huellas de sus antepasados. La madre de Adolfo, Vicenta, era la sobrina nieta de Antonia Cid, de quien no se conserva fotografía ni retrato», recuerda Público.
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Y así se encontró con la historia de Antonia Cid tras desempolvar los registros en un almacén de Villademor de la Vega para descubrir el pleito que interpuso Antonia. Aquellos documentos reflejaban la historia de una heroína sometida por el machismo de la época.
Hija de molineros de Villademor de la Vega, Antonia Cid nació en 1833 y su final está lleno de misterio. Julen L. Ugidos, autor del libro, asegura que su antepasado pudo desaparecer para evitar sufrir «males mayores». Otra, sin estar sustentada, es más trágica: en 1888 fue hallado el cadáver de una mujer en el río. Nunca se supo quien era aquella mujer porque nunca hubo atestado judicial.
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