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Con andar parsimonioso y en silencio llegaba Rafael Cadenas a la universidad de Alcalá de Henares. En su vida ha lucido una corbata, y tampoco lo hizo en el día grande de las Letras Hispanas, donde hizo un emotivo canto a la democracia y a libertad que encarnan, a su juicio Cervantes y el 'Quijote'. El gran poeta venezolano no se plegó al protocolo que exige chaqué para los participantes en la solemne ceremonia que presiden los Reyes y a la que no asistió Pedro Sánchez. Cadenas prefirió una chaqueta azul marino con camisa a juego y cuello Mao, chaleco gris, pantalones claros y zapato oscuro. Antes que él solo Juan Goytisolo renunció al chaqué, aunque sí se plegó a la corbata.
Llegó Cadenas flanqueado por su hijo Silvio, que le acompañó durante toda la ceremonia junto a su hija Paula, y su nieta Andrea. «Estoy lleno de España», dijo al inicio de su breve alocución en la que quiso «evitar el énfasis al que somos tan propensos los hispanoamericanos» y pidió «cuidar nuestra lengua, que anda muy maltrecha, acosada por galicismos y anglicismos». Lo hizo con emoción y voz cadenciosa desde el estrado del centenario Paraninfo complutense al que ascendió con dificultad.
«Es urgente defender la democracia de todo lo que la acecha y para ello se requiere recrearla. Esa tarea le incumbe a la educación, que la ha descuidado», lamentó en un discurso sin referencias apenas a su país, al régimen de Maduro y a la ausencia de democracia. «Los demócratas deben pedir a voces su renovación. Ha de interiorizarse, volverse transparente, dar primacía a lo social aboliendo la pobreza, apoyar la cultura. Esto no es ningún sueño, sino un trabajo de todos, hacedero solo con plena libertad», dijo.
Recordó a Cervantes como «un gran defensor de la libertad». «Recordaré sus palabras muy conocidas, aunque deberían difundirse más y colocaras en los escudos de los países: 'La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron a los cielos (...) por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a un hombre», recordó.
Repasó la vida de Cervantes «una novela de aventuras» y la de don Quijote «que puede verse como un proceso de la normalidad a la locura y de esta otra vez otra esperada normalidad, después de pasar por pruebas que al cabo lo sanarían». También se acordó de Sancho Panza «que a mi ver, ha sido subestimado por los quijotistas», y que «representa lo real, probablemente nuestro tiempo lo realce, ya que asistimos a una revaloración de la vida corriente, y es que también en ella está el misterio». «'La realidad es más extraña que la ficción', decía Walt Whitman», recordó.
«La impronta del Quijote estuvo en los creyentes de la utopía que arreglaría todo y terminó en un desengaño. Es sabido que nacionalismos, ideologías y credos dividen a los seres humanos, pero en este tiempo, el mundo, gracias al desarrollo de la comunicación, debería ser cosmopolita; ya en cierto modo lo es, pero a ello se oponen los factores que he mencionado, sobre todo el nacionalismo, que según Einstein es el sarampión de la humanidad» dijo Cadenas en el discurso acaso más breve de la historia del Cervantes en el que citó a Goethe, Orwell, Marx, Derrida, Santa Teresa, Schiller o Wittgenstein.
Evocó a Karl Jaspers «para quien no existe ninguna concepción del mundo valedera, lo cual nos deja a la intemperie, pero a la vez nos fuerza a indagar». «Él tenía dos temores: uno al totalitarismo y otro a la bomba. En este tiempo, aquel avanza y esta ha crecido. Resulta paradójico, por cierto, el que las naciones más civilizadas se encuentren entre las principales fabricantes de armas. Se trata de una industria muy prospera», lamentó.
Don Felipe agradeció que el Cervantes premie a «un hombre que trata de respirar por los poros del lenguaje» y que con su poesía «suma a Venezuela a la historia del Cervantes». El Rey repasó la extensa obra «de un gran poeta moderno, la de alguien que no quiere 'estilo sino honradez'; una valiosísima ambición; una aspiración que comporta 'rectitud de ánimo integridad en el obrar', según nuestro Diccionario de la RAE». «Un propósito magnífico y admirable» , concluyó el rey.
Con la presencia en Alcalá de Henares de Rafael Cadenas (Barquisimeto, 1930), el poeta de todos los exilios, el premio Cervantes recuperó su plena normalidad. El más alto reconocimiento de nuestras letras volvía a tener presente a su ganador en el centenario Paraninfo para recibir de manos del Rey Felipe VI la medalla y el diploma que le acreditan como ganador del premio mayor de nuestras letras.
El Cervantes consagró a sus 93 años a este gran poeta, tímido y parsimonioso que leyó su discurso ante los Reyes, Felipe y Letizia, el ministro de Cultura, Miquel Iceta, y ante la ausencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Una ausencia que según la presidenta de la Comunidad de Madrid «premia al antichavismo».
Iceta glosó por extenso la vida y la obra de Cadenas y celebró que el premio Cervantes «honra a la lengua común que une a España y Latinoamérica en el destino de las palabras, de la poesía y de la literatura». Agregó que Cadenas es «un hombre de una ética e integridad radicales, tanto en su andar como en su literatura». «Una voz comprometida, de una consecuente honestidad, que conoce las palabras exactas para defender al ser humano de los autoritarismos, de la falta de libertades y la violación de derechos humanos».
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