La escritora Mar García Puig, frente al Congreso. Virginia Carrasco

Mar García Puig

«La psiquiatría ha querido domar a la mujer para meterla en el carril de lo doméstico»

La diputada de En Comú Podem cuenta en el libro 'La historia de los vertebrados' el brote psicótico que sufrió tras dar a luz a sus mellizos

Lunes, 10 de abril 2023, 00:10

«El 20 de diciembre de 2015 me convertí en madre y enloquecí». Así comienza 'La historia de los vertebrados' (Random House), un híbrido entre la novela y el ensayo de Mar García Puig (Barcelona, 1977), un libro en el que cuenta cómo tras someterse a un tratamiento de fertilidad y alumbrar mellizos, la ansiedad nubló su mente. García Puig fue madre y diputada a la vez, el mismo día. Editora y parlamentaria de En Comú Podem, García Puig entrevera su experiencia personal con la historia de otras muchas mujeres que a lo largo de la historia experimentaron la ligazón entre maternidad y delirio.

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-¿Se sintió culpable por no vivir la maternidad de una manera feliz?

-Sí, y es una de las cosas que más pesa a las madres. Aunque mis hijos fueron prematuros, estaban sanos. Todo iba bien, pero yo no sentía esa euforia que percibía a mi alrededor. Al contrario, me vino una angustia para la que nadie me había preparado. Es una cadena de la que es tan difícil salir que mucha gente finge.

-¿A qué atribuye su brote psicótico?

-En mi caso lo atribuyo a una crisis de ansiedad agravada por los tratamientos de fertilidad, pero hay otros factores. Está el hecho de que mis hijos dependían de mis cuidados. Además dejaba atrás una vida y empezaba otra: el día que parí era elegida diputada, a lo que se sumaban la falta de horas de sueño, el peso de la responsabilidad, la culpa de no estar a la altura, el miedo, el cansancio, el vaivén hormonal.

-Evita llamar a su mal «depresión posparto»

-La psiquiatría tiene mil etiquetas, pero los términos médicos se dejan fuera muchas cosas. Reivindico las palabras locura, malestar, delirio incluso. Y es que cuando se habla de depresión posparto parece que todo remite a las hormonas, y hay mucho más que eso. Hay un componente humano, cultural, filosófico e histórico.

-En el libro investiga la situación de otras mujeres que a lo largo de la historia fueron tildadas de locas.

-La primera mujer a la que practicaron la lobotomía transorbital llegó a la consulta del psiquiatra simplemente porque estaba cansada.

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-¿Por qué dice que se sentía perteneciente a una hermandad de locas?

-Hay todo una historia de mujeres que dieron a luz y enloquecieron. Sus casos han sido silenciados. Emma Riches, por ejemplo, cada vez que tenía un hijo, y tuvo cuatro, era ingresada en el manicomio de Bedlam de Londres. Algunas mujeres de la época victoriana contaban lo que les pasaba de una manera muy fantasiosa: veían bolas de fuego y demonios, En su lenguaje encontré una escapatoria para explicar lo que me estaba pasando a mí, aunque yo tendía a racionalizarlo todo.

-¿La historia de la medicina es misógina?

-Salvo algunos casos, la psiquiatría ha querido domar a la mujer para meterla en el carril adecuado de la normalidad de lo doméstico.

 

«La forma de desacreditar a las políticas es llamarlas 'histéricas e irracionales'»

 

-¿Cuáles eran las expresiones extremas de su crisis?

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-Sufría la pulsión de llevar a mis hijos continuamente al médico y de ir yo misma a la consulta, fruto de una obsesión por la muerte y lo imprevisible. Dudé si incluir el episodio de la tricofagia [ingesta del propio pelo], pues era un capítulo algo crudo que no me dejaba en buen lugar, pero lo hice porque es importante que la gensepa que hay cosas de las que se puede salir, aunque yo intenté mantenerlas ocultas.

-Cuando Errejón habló de salud mental en el pleno de la Cámara hubo risas.

-Se le dijo: «vete al médico».

-¿No teme ser estigmatizada?

-Sí, me lo planteé, pero las personas que tenemos voz pública hemos de aprovechar que hay cierta apertura ahora mismo, la gente quiere hablar de salud mental. Igual que me arriesgo al estigma diciéndolo, también contribuyo un poco a quitarlo.

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«Nerviosas e histéricas»

-Habla de un senador de Massachusetts que dijo: «Las mujeres son demasiado nerviosas e histéricas para entrar en política». ¿Ese sentimiento pervive entre los diputados españoles?

-Sí, la forma de desacreditar a las políticas es llamarlas «histéricas», se apela a su supuesta irracionalidad. Una de las cosas que se aprenden al entrar en el Congreso es que tienes que ser muy comedida. Se cita mucho nuestra parte emocional, como si lo hombres carecieran de ella.

-Cuenta que su psicólogo le aconsejaba que se rindiera. ¿A qué se refería?

-Me di cuenta de que tenía una especie de rebeldía contra cosas que no me gustaban de la vida. Al dar a luz me hice consciente de la muerte. Antes no le hacía mucho caso, pero al nacer mis hijos la muerte se me apareció como un miedo constante contra el que intenté batallar. El psicólogo me dijo que hasta que no me rindiera y aceptara su existencia estaría destinada a sufrir.

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Mar García Puig es autora de 'La historia de los vertebrados'. Virginia Carras

-¿Se ha preguntado si el sistema económico, el capitalismo, se conjura para producir una sociedad enferma de locura?

-Es uno de los factores. Freud decía que la salud mental es la capacidad de amar y de trabajar, y el capitalismo nos define así: tener una familia, criar a unos niños y trabajar. Pero, ¿cuánto de locura hay en trabajar 12 horas al día? La salud mental es la capacidad de trabajar, pero muchas veces ese trabajo es el que provoca la propia locura.

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-Freud asoció a la mujer con la histeria. ¿Creó un estereotipo muy dañino?

-En el psicoanálisis hay una doble vertiente. Una tiene una parte misógina y patriarcal que ha hecho daño. Pero también Freud puso sobre la mesa aspectos de la sexualidad, de deseos ocultos que la sociedad ocultaba a las mujeres de las que luego han tirado psicoanalistas feministas.

-Insinúa cierta decepción por no haber podido cambiar la dinámica de los partidos, ni siquiera en su propia formación.

-Sí. Partíamos de una propuesta muy ambiciosa, la de crear un partido y movimiento ciudadano que superara las dinámicas de lo que denominábamos vieja política, pero pesó mucho la institución. No digo que no hayamos hecho algunas cosas; ahora bien, la política tiene género y en el caso de Podemos al final se ha caído completamente en esas dinámicas que pretendíamos evitar. Hay que seguir luchando para cambiarlas. Todos estos conflictos que estamos viviendo recientemente son producto de eso.

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-¿Dejará de ser diputada?

-Vengo del mundo cultural, soy editora y procedo también del activismo feminista. Siempre he hecho política y la voy a seguir haciendo. Pero voy a cerrar una etapa como diputada, no quiero perpetuarme en el Congreso. Me gusta mucho el mundo de los libros y desde ahí también se puede hacer política. Lo único que de verdad puede conseguir un cambio transversal es la cultura.

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