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La crítica sitúa a Lucia Berlin entre Raymond Carver, Alice Munro y otros gigantes del cuento estadounidense como Hemingway o Bukowski. La escritora norteamericana murió hace casi veinte años, pero ahora llega al lector español una colección de quince relatos inéditos en nuestro idioma rescatados ... por su hijo Jeff en 'Una nueva vida' (Alfaguara). Diez de los cuentos se publicaron originalmente en sus libros de relatos, pero no se incluyeron en los legendarios 'Manual para mujeres de la limpieza' ni en 'Una noche en el paraíso'.
Berlin seduce por su estilo descarnado, no exento de ternura y de un humor sutil conectado con el realismo sucio. Algunos de los cuentos reunidos por su hijo solo aparecieron en revistas, como el impactante 'Suicidio'. Otros son totalmente inéditos, como 'Manzanas', su primer cuento, y 'Las aves del templo', memorable retrato de la vida en pareja. La edición incluye una serie de reveladores artículos, ensayos y extractos de sus diarios nunca antes publicados.
Jeff Berlin ofrece información privilegiada sobre los textos y su génesis e incluye un breve recorrido final por la difícil y azarosa vida de su madre, una mujer «increíble» que nunca se sintió «víctima», según explica emocionado por videoconferencia. Es el segundo de los cuatro hijos varones de la escritora y albacea con sus hermanos de un legado que sigue ofreciendo sorpresas.
«Su vida fue una locura. La gente piensa que tenía una existencia llena de aventuras, pero no era así», dice el hijo de la escritora, una vagabunda laboral y existencial en permanente lucha con sus demonios y adicciones que afrontó situaciones desesperadas para sacar adelante a su familia. «Adorábamos a mi madre, pero no sabíamos si iba a desaparecer por la noche, si volvería a casa, si la iban a arrestar o si iba a perder su trabajo», recuerda Jeff.
Lucia Brown Berlin (Juneau, Alaska, 1936 - Marina del Rey, Los Ángeles, 2004) fue hija de un ingeniero de minas y un ama de casa «fría, racista y alcohólica». Vivió una infancia errante por Idaho, Montana, Kentucky y Texas, hasta que la familia se trasladó a Santiago de Chile. En 1968 regresó a la Universidad de Nuevo México, donde sería alumna del escritor español Ramón J. Sender.
Publicó sus primeros relatos a los veinticuatro años en The Atlantic Monthly y en la revista de Saul Bellow y Keith Botsford, The Noble Savage. Sus historias se inspiran en sus recuerdos: su infancia en distintas poblaciones mineras, su feliz y chic adolescencia en Chile, sus estancias en El Paso, Nueva York, México o California. También en sus tres matrimonios fallidos, su batalla contra el alcoholismo, o los trabajos alimenticios que desempeñó para mantener a sus cuatro hijos: enfermera, telefonista, limpiadora, profesora de escritura en varias universidades y en una cárcel. El cáncer de pulmón segó su vida a los 68 años.
Con seis libros de cuentos, no logró en vida un reconocimiento que no buscó. Su empeño era escribir y lo hizo mientras cuidaba a sus hijos y encadenaba empleos precarios, borracheras y resacas. «El hogar era siempre ella. Sobrevivió por lo menos a tres maridos y sabe Dios a cuántos amantes... ¡y eso que a los catorce años los médicos le dijeron que nunca podría dar a luz y que no pasaría de los treinta! Trajo cuatro hijos al mundo, de los que soy el mayor y el más problemático, y criarnos le costó horrores. Pero lo hizo. Y bien», le agradeció Mark, su primogénito.
«Mucho se han cargado las tintas en su alcoholismo y ella tuvo que luchar contra la vergüenza de ese estigma, pero al final vivió casi dos décadas sobria, en las que produjo lo mejor de su obra, e inspiró a buena parte de la nueva generación con sus clases. Eso no sorprende, porque desde los veinte años enseñaba de manera intermitente», explicó en su día Mark Berlin.
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