Marcos Antonio López Zaragoza es licenciado en Filología inglesa por la Universidad de Málaga. Tras numerosas publicaciones, cuyas tramas tienen como escenario a su querida Benalmádena, este docente ha reescrito una original y divertida versión de nuestro clásico más universal: El ingenioso hidalgo don Quijote ... de la Mancha regresa a Benalmádena, una novela en la que el joven, Alfonso López, embelesado por el alma del Caballero de la Triste Figura revive apasionantes aventuras en este precioso municipio, subido a un monopatín y acompañado de su fiel escudero, Pedro, y su perra Canela.
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- Marcos, ¿cómo comenzó tu pasión por la escritura y qué papel jugó tu abuelo en este proceso?
Mi pasión por la escritura comenzó escribiendo poemas de amor dedicados a mi novia Mónica, hoy, mi mujer. Yo no pensaba ser escritor, solo sacaba a relucir la musa de la creación que guardaba en mi interior. De manera profesional, empecé en 2012, cuando escribí mi primer libro infantil, inspirado en cuentos orales inventados para que se durmiesen mis hijas. Les gustaban tanto que quise recopilarlos en un libro para que otros niños y otros padres también disfrutaran con ello.
Verdaderamente, creo que mi abuelo tuvo la culpa de que me convirtiese en un apasionado escritor sin saberlo. Me crié en una gran casa de dos plantas; en la primera, vivían mis abuelos y en la segunda, mis padres, mis hermanos y yo. Recuerdo que cuando llegaba la Navidad, con tan solo dos añitos de edad, me bajaba las escaleras a gata y me acurrucaba en el medio de la cama entre mis abuelos. En lo alto del armario tenían una caja de mantecados y polvorones y siempre nos comíamos uno antes de dormir. No se me borra de la memoria cuando mi abuelo cogía uno para cada uno y los aplastaba con sus fornidas manos, antes de comérnoslo para que no se desmoronaran. Después, me contaba un maravilloso cuento con su grave voz que parecía que estaba en el cine. La trama del relato no era lo importante, sino la forma y la pasión de cómo lo contaba. Esa sensación de felicidad se quedó grabada para siempre en mi memoria y fue el detonante para que hiciera lo mismo con mis hijas.
- Tu primer libro, Aventura en Cieloazul y Citymar, publicado en 2012, recoge seis cuentos en los que prevalece un mensaje de amor, de generosidad y de piedad con los animales. ¿Para narrar y leer las aventuras infantiles del gato Ojos Verdes, del perro Choricero, de la gata Lucky, del Sr. Pigeon, del palomo del parque o de Moni, se requiere alma de niño?
Sí, por supuesto. El alma de niño no se pierde. Podemos envejecer, crecer o cambiar de pensamiento, pero esa pequeña alma se esconde en nuestro interior y renace cuando recordamos el pasado, nuestra infancia. No sé si a todo el mundo le pasará, pero al menos a mí sí. Y cuando leo o escribo sobre cuentos infantiles vuelvo a ser un niño y a disfrutar de esas aventuras como si verdaderamente las estuviese viviendo.
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- Tras esta primera incursión narrativa, llegó la poesía y la publicación en 2015 de Maqueronte Año 2030, el Principio del Fin, una novela futurista, que te consagró como «el escritor de Benalmádena». ¿Qué ha supuesto para ti este reconocimiento?
Maqueronte es mi novela más especial y creo que nunca la superaré, porque fue la obra que me guió en el proceso de creación. Cuando mi suegro Juan falleció, quise hacerle un homenaje y decidí que uno de los personajes se llamaría Juan, como si fuese San Juan Bautista, que en este caso sería nuestro salvador y héroe. La obra está inspirada en Utopía de Tomás Moro. Muchas de las ideas y acontecimientos que se auguraban se han cumplido, algo parecido a las predicciones de Nostradamus. La llamo la novela con alma, porque durante su creación fallecieron cuatro personas muy cercanas a mí, entre familiares y amigos, que marcaron el proceso de creación y resultaron ser, junto con Juan, los cinco héroes de la novela.
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Maqueronte es una novela misteriosa, como si un «ser divino» quisiera que la escribiese. En el Castillo del Bil-Bil, un amigo, que presentó el libro, me denominó, ante el público y las autoridades locales presentes, «el escritor de Benalmádena». En principio, no le hice mucho caso y no lo comprendí, pero, desde aquel momento y hasta el día de hoy, comencé a firmar todo lo que escribía con ese apodo. Gracias a ese título he crecido como escritor y cada día se me reconoce más a nivel nacional e internacional. Es un orgullo llevar el nombre de «el escritor de Benalmádena» por todo los rincones del mundo. Me siento muy feliz por ello.
- ¿Cómo surge la idea de escribir la historia cervantina que nos ocupa?
Como casi todo lo que hago o escribo, todo está entrelazado y responde a un por qué. Siempre me gustó Cervantes y, al igual que el personaje principal del Quijote de Benalmádena, Alfonso, nunca me perdí un capítulo de los famosos dibujos animados de don Quijote, que se retrasmitieron en TVE, en la década de los 80. También me gustaba mucho leer las Novelas ejemplares: El licenciado Vidriera, Rinconete y Cortadillo… En mi etapa universitaria tuve que leer, de nuevo, El Quijote, resumirlo, además de analizarlo. En mi novela Pasión en Benalmádena, creé «el loco del Calamorro», basado en el personaje de Cardenio, y hablé de Dulcinea, es decir, mi influencia cervantina, me sirvió de base para escribir El Quijote de Benalmádena, sin olvidar mi relato Cervantes y Shakespeare se van de cacería, recogido en mi libro Benalmádena desde el corazón. Sin embargo, la verdadera chispa que encendió la mecha para que escribiese la novela fue una conversación que tuve con mi tía, profesora de Lengua y Literatura española, que me habló sobre un clásico adaptado a los lectores infantiles titulada Caperucita en Manhattan, de Carmen Martín Gaite. Aunque al principio no me lo tomé muy en serio, con el paso del tiempo pensé en la posibilidad de crear una adaptación de El Quijote para un público juvenil y que también resultara interesante para los amantes de esta obra.
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- El castillo de Bil-Bil, Colomares, los molinillos, la Cueva del Toro, Calamorro… ¿El Quijote siempre estuvo esperándonos en Benalmádena?
Así es. El Quijote, desde que se publicó en 1605, nunca se fue de Benalmádena. Solo estaba esperando a que una persona lo rescatase para revivir nuevas aventuras en esta ciudad mágica, que es Benalmádena, y, por fin, llegó la hora, cuatrocientos diecisiete años más tarde, a finales del 2022. Esta ciudad lo tiene todo: el monte Calamorro, que hace de Sierra Morena, los molinillos, el Castillo de Colomares, el castillo de Bil-Bil y un largo etcétera.
- Este escenario permanece unido a la industria papelera malagueña que, desde el siglo XVI hasta el siglo XIX, contó con la presencia de maestros franceses e italianos, como el genovés Félix Salesio, quien creó en 1784 seis fábricas de papel, en Arroyo de la Miel. ¿Qué se conserva de este legado cultural en tu ciudad?
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Arroyo de la Miel fue muy importante en esa época, porque era la que suministraba el material a la Real Fábrica de Naipes de Macharaviaya, ubicada en la Axarquía, que por aquel entonces tenía el monopolio de las Indias. Hoy en día, se conserva el acueducto de calle Ciudad de Melilla, que, actualmente, está en restauración, y que entre los antiguos lugareños se conocía como «La Tajea». Se trataba de una construcción vinculada con la utilización del agua como elemento generador de energía para mover los batanes. La Tajea era parte del ingenio de uno de esos molinos del siglo XVIII, por donde circulaba el agua para caer en alto salto y producir una fuerza superior que movería otros engranajes del batán.
Como se menciona en la crónica histórica de Benalmádena, tras la quiebra del complejo papelero a principios del siglo XIX, los terrenos se vendieron en parcelas entre sus acreedores, dando lugar a la actual Plaza de España (conocida entre los lugareños como el Corralón). Hoy solo se mantiene el edificio de La Tribuna, también, recientemente, restaurado. Esta zona está considerada el embrión de Arroyo de la Miel y a partir de ella se desarrollará el pueblo décadas más tarde.
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- Característico de los dos protagonistas más universales de nuestra literatura es la transferencia de rasgos del uno al otro, hasta el punto de que la crítica siempre ha hablado de la «quijotización» de Sancho y de la «sanchificación» de don Quijote. ¿Cómo describirías a tus héroes?
Así es; nuestros dos héroes también lo padecen, sin quererlo o sin darse realmente cuenta. No obstante, quizás sea Sancho el que más lo sufre, aunque no sería una quijotización en este caso, sino más bien una sanchificación, porque Pedro se llega a creer que es el verdadero Sancho, cuando tan solo quería seguirle el rollo a su amigo Alfonso, ya que él sí se cree que es el verdadero don Quijote. Por lo general, nuestros héroes son divertidos y, a veces, pueden dar incluso lástima. Aunque nuestro Quijote tiene muchos defectos, que no encajan en la sociedad actual, también tiene muchas otras virtudes, que se han perdido, prácticamente, o no se usan, como por ejemplo, la lealtad o la verdad.
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- Como afirmó Goytisolo, sobre el personaje principal, al recibir el Premio Cervantes en 2014, «su locura es una forma superior de cordura». Toda la vida de don Quijote desde que es armado caballero consiste en el empeño de traer los ideales de belleza y de justicia –que son la verdadera realidad aunque no sean la realidad de la vida– a la propia vida. ¿Qué te ha aportado a ti este espíritu de nobleza?
Cuando Cervantes escribió El Quijote el ideal caballeresco estaba obsoleto y este se burlaba en su novela. Los caballeros debían estar alentados por la fidelidad, la fortaleza, la cortesía, la generosidad y la franqueza. En aquella época se valoraba más lo espiritual que lo físico. Aunque quizás hoy parezca absurdo, echo de menos esos valores. Nuestro protagonista, a pesar de todos los defectos que le puedas buscar, esconde grandes virtudes que lo hacen un héroe sempiterno. No tiene miedo a nada, se levanta tras cada caída, persiste en sus objetivos, es honesto, quiere ser siempre justo, aunque se equivoque… Si yo hubiese nacido en aquella época, creo que me hubiera gustado y adaptado bien.
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- Además de ser una novela de humor y de ideas de alcance universal, El Quijote es, fundamentalmente, un libro de crítica social sobre la vida española de su tiempo. ¿Cómo has trasladado ese espíritu a una narración actual?
De igual modo en esta novela hay una gran crítica social en muchísimos aspectos, lo que demuestra la gran relevancia que tiene esta versión nueva. Me ha resultado muy fácil, porque seguimos siendo «los mismos perros con diferentes collares». La sociedad ha cambiado al son de la tecnología. Usamos móviles, tablets, vehículos eléctricos, pero siguen existiendo sinvergüenzas, ladrones, maltratadores, borrachos y un largo etcétera. Otra de las grandes críticas que incluyo en esta novela es la falta del fomento de la lectura. El Quijote le sonará a una inmensa mayoría, pero creo que la clásica novela se lee muy poco entre los más jóvenes, a no ser que les obliguen a leerla o a estudiarla, en parte. Con esta obra creo que engancharé a que se lean también la novela original de nuestro gran maestro universal Miguel de Cervantes, al menos, eso pretendo.
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- La misma obra es un ejercicio de experimentación literaria, en la que se recrea vida y Literatura. ¿Cómo has intercalado los diferentes relatos, poemas, diálogos… en tu novela?
Como decía Cervantes, «el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho». En mi novela mezclo mi experiencia de cuando era joven, en la década de los 80, y ahora de mayor. Al igual que hacía Cervantes, hay una mezcla de todo, pequeñas historias, poemas, diálogos… Pero en mi narración «voy al grano y no quiero nada de paja o de relleno en esta obra». Intento conseguir que el lector se entretenga y se divierta en cada página del libro.
- Cervantes contribuye a gestar un nuevo lector entendido, escéptico y cómplice, que se deja llevar, pero no engañar, por tantos embaucadores, maestros en el arte de hablar. Con tu particular homenaje a Cervantes, ¿qué pretendes transmitir al lector moderno?
En cierto sentido también transmito ese mensaje. Cervantes se sintió engañado con El Quijote de Avellaneda, por eso se dirigió a sus lectores y les pidió que supiesen diferenciar la novela original de la falsa. Sentía que le tenían envidia, por eso justificaba con frecuencia sus actos. En mi caso, aunque de momento no me he encontrado con ningún «impostor», sí conozco a más de uno que va detrás de mis pasos. El lector moderno es mucho más inteligente que el de antes, pero nunca está de más guiarlos y hacerles ver que hay embaucadores, que siempre intentan hacerte sombra. Como he mencionado anteriormente, con mi homenaje a Cervantes pretendo que se lean mi obra y que, después, se lean el clásico, pero también quiero que vean que las dos son auténticas. Mi novela en sí es un elogio al maestro Cervantes. Cada frase que escribió fue una fuente de orgullo para la humanidad y hoy en día tiene una relevancia que el paso del tiempo no ha modificado.
- Marcos, ¿habrá segunda parte?
Sí, ya estoy escribiéndola, pero antes, si Dios quiere, saldrá una versión de la primera parte en inglés, con el objetivo de que se difunda más a nivel internacional. La segunda parte será mucho más divertida y se descubrirán todos esos interrogantes que dejó sin esclarecer la primera parte. No obstante, no descarto que no termine del todo, como así lo hace la segunda parte de la novela de Cervantes. Me gustaría que mis lectores disfrutasen un poco más de mis personajes.
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Como «Al bien hacer, jamás le falta premio», invitamos a nuestros lectores a hacer propias las palabras de Cervantes y a seguirnos en nuestras redes sociales @tintaentusdedos.
- El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha regresa a Benalmádena. Marcos Antonio López Zaragoza. Círculo rojo. 2022. 215 páginas.
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