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Dice el holandés Rem Koolhaas, galardonado en el año 2000 con el célebre premio Pritzker por el conjunto de su obra, que «la arquitectura es una manera de pensar sobre el mundo muy similar en estructura a escribir un libro, ya que ambas disciplinas representan el mismo campo y dominio». Quizás esta idea también la percibió, en el verano de 2018, la escritora Nuria Quintana, cuando, en un viaje por Cantabria, descubrió, en una casa de piedra rosada, balcones blancos e idílicos jardines, sin duda, el escenario perfecto para una historia que existía en ella, desde hacía tiempo. En este espacio, que evocó «en mí la majestuosidad y la belleza de una elegante dama, pero también una íntima nostalgia», Nuria tejió una novela conmovedora, protagonizada por tres mujeres, Aurora, Isabel y Cristina, unidas ante el deber, los secretos y la traición. Dos tramas, en las que el pasado y el presente, los vínculos familiares y la amistad o el sacrificio y el perdón, serán las piezas fundamentales de La casa de las magnolias.
- Nuria, ¿cómo se produjo tu encuentro con esa edificación indiana que fue «el lugar en el mundo» de Josefina Aldecoa?
Ocurrió hace cuatro años, durante unas vacaciones en Cantabria. Iba en el coche cuando, al atravesar el municipio de Mazcuerras, la casa capturó mi atención. He visto muchos edificios indianos, pues desde pequeña me siento atraída por este estilo arquitectónico, pero esta casa posee un halo de encanto, de nostalgia y de misterio que la hace diferente de todas las demás. Al regresar, comencé a documentarme y descubrí que, entre sus paredes, Josefina Aldecoa había escrito casi toda su producción literaria. Esto no hizo sino confirmar mis sospechas: aquella antigua casa encerraba muchas historias en su interior.
- ¿Ese precioso escenario te regaló la trama o la ambientación disparó tu imaginación?
Llevaba años dando vueltas a una historia de época, pero no encontraba la ubicación adecuada. Cuando la casa apareció ante mí, esa idea, que por aquel entonces estaba muy desdibujada, comenzó a tomar forma. No fue solo la casa, también sus alrededores. Todos los rincones del municipio de Mazcuerras están impregnados de encanto y de magia: sus frondosos bosques, las nubes bajas que inundan sus valles y forman una densa niebla, sus amplios campos de hierba alta y la vera del río siempre relucientes por la humedad… Todos estos matices fueron indispensables para enriquecer y dar vida a la idea que tenía.
- ¿Qué te ha aportado Mazcuerras, refugio y hogar de dos grandes escritoras, como Concha Espina y Josefina Aldecoa?
El mejor regalo ha sido leer su obra, leer a mujeres que me precedieron y que también se sintieron atraídas por este mágico lugar varias décadas antes de que yo naciera. He experimentado una gran conexión con ellas, pese a que sus palabras llegan a mí desde el pasado. Supongo que no llegué a Mazcuerras por casualidad, sino que así debía ocurrir, pues allí me esperaba la historia que necesitaba contar.
- ¿Consideras que los lugares evolucionan con quienes los habitan?
Esa transición y esa evolución queda reflejada a lo largo de la novela. Los espacios son el reflejo del ánimo y de las vivencias de quienes los habitan. Por ello, cuando me encuentro con una casa vacía y en silencio, aparentemente olvidada por sus dueños, mi imaginación se dispara. Siento que entre sus paredes se han quedado atrapados para siempre todos los secretos de sus antiguos habitantes. Lo fascinante es que entonces llega una nueva familia, el lugar resucita y se convierte en un nuevo hogar, como ocurre en la novela con Margarita y Graciela. De nuevo, nacerán cientos de historias.
- La casa de las magnolias nos habla del viaje que experimentan quienes conforman ese mágico lugar, y las vivencias, que definen ese entorno. ¿Qué papel desempeña el tiempo en el desarrollo de tu historia?
En la novela el tiempo vertebra y unifica la historia y a cada uno de sus personajes. No solo he querido explorar cómo cambian los espacios a través de él, sino también las personas, las relaciones humanas. El tiempo es un ente invisible, pero muy poderoso que no concede nunca una tregua. Tiene el poder de cambiarlo todo, pero también posee la capacidad de concedernos segundas oportunidades.
- También los secretos permanecen con nosotros a través de los años y cuando esto sucede somos prisioneros de nuestras vidas. ¿Conocemos a la gente que está a nuestro lado?
Solo con el paso de los años se puede llegar a hacer una afirmación tan rotunda. Por mucho que intentemos anclar algunas historias al pasado con la intención de ocultarlas, la verdad siempre encuentra un resquicio por la que salir a la luz y alcanzar el presente.
- Nuestras raíces, ese poderoso anclaje que nos sostiene frente al mundo, constituye otro elemento esencial de esta novela, en la que el lector camina junto a Isabel en su búsqueda de respuestas. ¿Cómo podemos reconciliarnos con nuestro pasado?
Bajo mi punto de vista, la única manera de lograrlo es dejar de huir de él. Negar una parte de nuestras vidas provocará el efecto contrario: los recuerdos nos acecharán, quizá bajo formas poco agradables, como ocurre con el personaje de Luis. Hay que encontrar la valentía para enfrentarse a los recuerdos y a los sentimientos que conllevan. Ese es el primer paso para alcanzar la aceptación. La huida imposibilita la reconciliación.
- Precisamente, a través del personaje de Luis, exploras la culpabilidad como un sentimiento que condiciona nuestra existencia. ¿Qué ocurre cuando el peso del error se asume en soledad?
Como Isabel le confiesa a Carmen en el Capítulo 7 de la novela: «(…) siempre he creído que compartir con alguien la carga que uno lleva dentro la alivia enormemente». El silencio es peligroso y puede ser muy dañino. En el caso de Luis, una noche de su juventud le persigue y le atormenta y termina consumiéndole con el paso de los años. Ser capaces de verbalizar, expresar y sacar al exterior lo que llevamos dentro es el comienzo de la sanación.
- A lo largo de toda la narración se nos enfrenta la luz con la sombra. ¿Es necesario el perdón para encontrar esa luminosidad?
El perdón, hacia otra persona o hacia nosotros mismos, abre la puerta hacia nuevos comienzos. Y cualquier comienzo es sinónimo de esperanza. El perdón implica diálogo, comprensión y respeto. Cuando se alcanza, otorga paz.
- «Brilla, pero sin apagar a los demás. Y si alguien te apaga, déjalo ir. Rodéate de quienes te hagan feliz y sumen a tu vida, olvida a quienes te hagan dudar de ti misma». ¿Deberíamos repetirnos más a menudo esta máxima?
Si lo hiciéramos, estoy segura de que el mundo sería mejor. Si para brillar tienes que apagar a quien tienes a tu lado, esa luminosidad no tardará en convertirse en oscuridad. Todos deberíamos tener presente que no somos mejores que ninguna otra persona: todos merecemos el mismo trato y el mismo respeto. Solo cuando seamos capaces de comprender esto, lograremos brillar en igualdad, con la misma fuerza.
- La crítica te ha comparado con Kate Morton o Jane Austen. ¿En qué aspectos literarios te identificas con ellas?
De Kate Morton he heredado la obsesión por el transcurrir del tiempo y la importancia de los espacios. Como ella misma dijo en una entrevista: «los edificios son casi personajes, y mucho más en declive, porque han viajado en el tiempo, su desgaste une pasado y presente».
Con respecto a Jane Austen, cuya obra merece un especial reconocimiento debido a la época en la que fue escrita, me quedo con su pasión para describir la naturaleza de las grandes complejidades humanas.
- Sabemos que en tu próximo proyecto, de nuevo, darás voz a las mujeres, en este caso, del siglo XIX. ¿Qué nos puedes adelantar?
En la línea temporal del pasado, con un enigmático y misterioso jardín como telón de fondo, nos encontraremos con un grupo de mujeres que lucharán por encontrar su lugar en una sociedad que constantemente limita su interés y sus aspiraciones. En secreto, debatirán acerca del conflicto entre lo que quieren y lo que les está permitido, y lo más importante: cómo lograr lo que desean sin dejar de ser fieles a sí mismas.
En la línea temporal del presente, el hallazgo de una antigua fotografía pondrá a prueba la relación entre las tres mujeres de una familia. Deberán enfrentarse a un inesperado misterio para resolver los conflictos personales que oscurecen su relación desde hace demasiado tiempo.
Estimados lectores:
La casa de las magnolias está esperando que también nosotros la habitemos. Acompañen a Aurora, Isabel y Cristina en su búsqueda personal. Podrán oír las risas de su niñez, sentir la fragancia de las flores en la alcoba, percibir la luminosidad del jardín o compartir con ellas sus más íntimos secretos en @tintaentusdedos.
- La casa de las magnolias. Nuria Quintana. Barcelona. Suma de Letras. 2022. 440 páginas.
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