De las columnas de Hércules a José María Hinojosa Cobacho, 'El Tempranillo', del Cid al seductor don Juan, de Pelayo a Wilfredo el Belloso, la historia de España está llena de mitos que se adaptan a las dos primeras acepciones que contempla el diccionario de ... la Real Academia Española para esta palabra: «Narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico» o «Historia ficticia o personaje literario o artístico que encarna algún aspecto universal de la condición humana». David Hernández de la Fuente, catedrático de Filología Griega en la Universidad Complutense de Madrid, se propone en 'Pequeña historia mítica de España' (Alianza Editorial) recorrer la historia del país a través de sus figuras arquetípicas y sus motivos literarios.
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Aunque algunos pretendan ahondar en el tópico de que España es diferente, la existencia de mitos se extiende a todas las naciones que en algún momento han querido construir una identidad colectiva. «La formación de los modernos estados nación con aspiración de unidad cultural que se da a partir de comienzos del siglo XIX está fuertemente basada en una relectura del pasado, no siempre fiel a los datos de la historia o la arqueología, tanto de la Antigüedad como del Medievo, y con un especial énfasis en las figuras heroicas, las batallas legendarias y los personajes de halo mítico del pasado», escribe Hernández de la Fuente, que ha publicado, entre otras obras, 'Oráculos griegos', 'Vidas de Pitágoras' y 'Mitología clásica'.
¿Fueron en realidad Breogán, Túbal, Viriato, Santiago, Prisciliano o don Julián personajes históricos o semihistóricos? ¿Cómo forjaron la Inquisición, el bandolerismo, la guerrilla, el paraíso perdido o las Dos Españas la conciencia de país? A estas preguntas responde el autor en libro ameno e instructivo, lleno de ejemplos que ayudan a entender por qué en todos los lugares (también en las zonas que ahora abrazan el nacionalismo o el independentismo), la existencia de los mitos ha servido para aunar, o a veces para separar, a la población.
Y es que, y quizá sea este uno de los rasgos del mito en España, la lucha entre la gloria y la decadencia pelean por la primacía. «No podemos desprendernos, como de una maldición, de este esquema circular», afirma el autor, que sin embargo, cree que «la edad de oro quizá no lo fuera tanto, ni la de hierro tan onerosa».
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