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Este martes, a las 20.00h, en el salón de actos del Ayuntamiento de León, tendrá lugar la actividad denominada 'La Palabra Precisa', con la intervención de Ricardo Sumalavia, Eloy Tizón y Natalia Álvarez Méndez.
Al mismo tiempo se presentará el ... libro del narrador peruano titulado 'Historia de un brazo'.
Eloy Tizón nació en Madrid en 1964. Además de escritor, también lleva a cabo la realización de talleres literarios como La Casa encendida y colabora en prensa. Ha publicado tres novelas: Labi (2001), La voz cantante (2004) y Seda salvaje (1995); tres libros de relatos: Técnicas de iluminación (2013), Parpadeos y Velocidad de los jardines (2006); y el ensayo literario Herido leve. Treinta años de memoria lectora (2019). Además, parte de su obra ha sido traducida a diversos idiomas como el inglés y el francés entre muchos otros.
Ricardo Sumalavia nació en Lima en 1968. Estudió literatura en la Universidad Católica del Perú, la maestría en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y el doctorado en la Universidad Michel Montaigne, en Burdeos. Es autor de varias novelas como Mientras huya el cuerpo (2012) y Que la tierra te sea leve 2008, y de los libros de cuentos Enciclopedia mínima (2004), Retratos familiares (2001) y Habitaciones (1993). Dirigió el sello Ediciones Pedernal, y fue responsable de la Colección Orientalia del Centro de Estudios Orientales de la Universidad Católica, donde se desempeña como docente.
Historia de un brazo arranca en el momento en que cae el telón. Su comienzo coincide con el final de una vida, pero con un solo movimiento, sutil, de muñeca, Ricardo Sumalavia nos transporta del realismo de una morgue hasta las arenas movedizas del género fantástico; con la presencia/ausencia de un tercer brazo. Oculto bajo la camisa del padre del narrador, casi invisible, el brazuelo irrumpe con vida propia en momentos estelares. Basta su sola presencia para desbordar el decorado sepia de un interior burgués y zarandear mediante un esguince el tono de comedia de la novela, empujándolo hacia un territorio de extrañamiento más inquietante y oscuro, poblado de imágenes de plasticidad onírica, por momento delirantes.
Esta novela corta nos regala una bonita enseñanza de orfebrería narrativa. Un solo brazuelo, apenas entrevisto, es capaz de poner en solfa el tejido de la realidad. Se trata de una especie de maniobra posmoderna, muy libre y deliciosa, de trazo firme y amenidad inagotable, con cuentos dentro del cuento, saltos cronológicos, y la familia como teatro de todas las disfunciones. Al final, no queda claro si Sumalavia escribe seriamente una comedia o si nos cuenta, sonriente, un drama; y, además, no importa, pues se contará para siempre como una de las pesadillas más felices de nuestra biblioteca.
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