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Dentro de la nueva ola de cómics feministas que inundan las librerías, la autora francesa Emma Clit se ha hecho con un lugar propio. Sus dibujos, que combinan la inteligencia y el humor, se han abierto camino desde Francia hasta todo el mundo, y ahora ... son publicados en medios como The Guardian, The Huffington Post, la BBC o Le Monde. En esas viñetas, Clit se pregunta si las mujeres están programadas para ser agradables y para soportar con buena cara todo, incluidos los comentarios machistas o la luz de gas, esa actitud condescendiente que algunas personas muestran hacia los comentarios de otras. Su nueva obra, que en España publica la editorial Lumen, se llama 'La carga mental', y este título ya es toda una declaración de intenciones: la carga mental es el tiempo extra que las mujeres dedican a pensar en todo lo que hay que hacer en el hogar, una tarea que, en opinión de Clit, ni los hombres más comprometidos con la igualdad llevan a cabo.
«Comencé a ser feminista a los 30 años», cuenta Clit. «Antes yo vivía en mi marco mental, pero decidí salir de mi matriz y ahora pienso que todo el mundo vive en 'Matrix' menos yo», apunta la autora, que a partir de conversaciones con familiares y amigos comprendió que el machismo tiene una «explicación política». Y cuando se le sugiere que las épocas están cambiando y que cada vez más, los hombres participan en el trabajo del hogar, se muestra escéptica: «Me fijo en las estadísticas y veo que en Francia las mujeres dedican 2,5 veces más tiempo a las tareas del hogar que los hombres. Y es verdad que muchas veces tanto hombres como mujeres responden que cada vez hay más igualdad, pero lo hacen porque se comparan con la situación de sus padres. En la realidad, la igualdad está aún lejana».
Los cómics de Clit no buscan agradar a todo el mundo. Incluso alguno de sus dibujos tratan cierto tipo de violencia política con comprensión. «No lo justifico, pero hay que ver su contexto. En la historia, hemos visto que mujeres como las sufragistas intentaron conseguir sus derechos por la vía legal, usando todos los recursos, pero así no consiguieron nada. En el fondo, el sistema se defiende asegurando que todo se puede conseguir dentro del sistema, cuando no es verdad. El hecho de que algunos grupos recurran an la desobediencia civil no puede ponerse al mismo nivel que otras violencias. Personalmente, no soy una persona violenta, pero como grupo político, no hay que excluir la posibilidad de llegar hasta ciertos puntos», sostiene.
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