El escritor castellonense Manuel Vicent. José Ramón Ladra
Entrevista

«En los 60, la emergente clase media quebró el espinazo a la dictadura»

Manuel Vicent, Escritor ·

En su última novela relata la desbordante vida de los artistas de Hollywood en un Madrid oscuro pero en el que iba abriéndose el compás de la libertad, «al contrario que ahora, que parece que se está cerrando»

Lunes, 17 de agosto 2020, 08:59

Este año, en Denia, Manuel Vicent está recordando los veranos de su infancia y adolescencia. «Hay una sonoridad extraña en la playa, que puede ser porque está semivacía y la gente habla más bajo. Hace unos días, tomando algo en un bareto, vi a unos ... niños pescando cangrejos, unas niñas bañándose y unos adolescentes corriendo, y me recordó la calas a las que iba en mi niñez, donde todo era tan limpio aunque fuéramos sucios». Recuerda el escritor un baño en el mar, tendría catorce o quince años. Había escuchado cómo las campanas de un oratorio llamaban a misa y dudó si sería más místico ir a escuchar a un cura «que amenazaba con las penas del infierno» o introducirse en las aguas como si Dios estuviera allí para abrazarlo. Optó por lo segundo. Quizá por eso es uno de los autores más hedonistas -si no el que más- de la literatura española. Acaba de publicar 'Ava en la noche' (Ed. Alfaguara), una reconstrucción del Madrid de comienzos de los sesenta, cuando los grandes de Hollywood paseaban por la Gran Vía y llenaban de glamur las fiestas de los privilegiados de la dictadura, mientras un joven cachorro de la burguesía local, José María Jarabo, enloquecía en una espiral de sangre y terminaba en el garrote vil.

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- Ha vuelto a los sesenta, una época recurrente en sus novelas.

- Para mí esos años, cuando me trasladé desde Valencia a Madrid, fueron como un choque contra el viento, que te da en la cara y te despierta, y luego lo conviertes en literatura. No viví la experiencia del protagonista de la novela, un aspirante a cineasta, pero sí conocí algunos de sus escenarios. Descubrí mi conciencia en las ruinas de un balneario, que eran bellísimas. Sobre los escombros pensé que era libre. Los niños de cuatro, seis años, buscábamos un mosaico donde nos habían dicho que había una diosa desnuda y nos preguntábamos cómo sería. No la encontré nunca pero se convirtió en la metáfora que aquí es Ava Gardner, una mujer inasequible aunque lo cierto es que te la podías encontrar muchas noches en Madrid.

- En una ciudad en la que los artistas y los ricos se divertían mucho, ajenos a la situación política del país.

- Era un mundo protegido por la Policía. En la Gran Vía colgaban en las fachadas de los cines unos enormes carteles con las estrellas de la época, esas con las que soñabas desde niño. Y te las encontrabas en la calle. Allí estaba Rita Hayworth saliendo de un hotel, Audrey Hepburn comprando en Mantequerías Leonesas y Gary Cooper inaugurando el Castellana Hilton. Ejercían la libertad sin darse cuenta y los madrileños los observaban. Era fascinante.

- Pero para una parte importante de la sociedad lo que había era problemas económicos y falta de libertad.

- Sí, pero en ese momento ya emergía en ese Madrid desolado una clase media. Cada día la gente conquistaba pequeños placeres y una parcelita de libertad. El compás iba abriéndose, todo lo contrario que ahora, que parece que se está cerrando.

«A la actriz Pilar Laguna le regalaron un cachorro de león y lo llevaba al café Gijón»

escenas pintorescas

- ¿Veían todo esto los artistas estadounidenses?

- Ellos tenían aquí la misma libertad que en Hollywood, pero además estaban protegidos por la Policía. Los periodistas ni se podían acercar, salvo que fuera para una entrevista para una revista de cine, y por supuesto sacar algún escándalo de lo que ocurría era impensable. Para el régimen, que Ava Gardner viviera aquí era una forma de promoción. No se estará tan mal, venían a decir si ella ha elegido esta ciudad. Y luego estaba Hemingway, que había venido en la guerra comprometido con la causa de la República pero luego se lo pasaba en grande durante el franquismo.

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- Hay escenas de su novela que parecen fantasía. ¿Es cierto que la actriz Pilar Laguna tenía un cachorro de león y lo llevaba al café Gijón?

- Ella era así. Le regalaron el cachorro y en el Gijón los artistas se lo pasaban unos a otros como si fuera un bebé.

- También habla de una jovencísima Brigitte Bardot en Benicássim, de que a Bette Davis le daban de comer carne de gato y que para un ascensorista del Hilton Ava Gardner no era gran cosa.

- Todo eso es cierto. A Brigitte Bardot la vi en un hotel de Benicássim durante el rodaje de 'Novio a la vista'. Lo de Bette Davis fue así, ella nunca supo de qué era la carne. Y Fernán Gómez me contó que un día Paco Rabal y él acompañaron a Ava Gardner a su hotel con la esperanza de que uno de los dos pudiera acompañarla a su habitación. Ella los despidió en el ascensor, y un empleado del hotel que vio su cara de decepción les dijo con toda seriedad que no se pusieran así, que ella no era para tanto.

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«Perón envió a Blas Piñar como notario a levantar acta de una fiesta escandalosa y Ava Gardner le abrió la puerta desnuda»

la diosa de hollywood

Cine y modernidad

- Una concentración de tantas estrellas convertiría a Madrid en un segundo Hollywood.

- Madrid y España en general. Yo vi en Denia a Bette Davis, que rodaba a las órdenas de John Farrow, el padre de Mia. La propia Mia, que era entonces una niña, paseaba por el pueblo. También estuvieron Dick Bogarde y muchos más. Lo raro es hallar a alguien del cine norteamericano de esos años que no estuviera en España en esa época.

- Eran gente de fuera con sus costumbres tan diferentes. ¿Samuel Bronston y sus estudios tuvieron algún papel en el inicio del cambio en España?

- Indirectamente sí. Venían a hacer películas porque el dinero que ganaban con los estrenos de las películas estadounidenses en España no lo podían sacar de aquí. Además, hacía sol, los técnicos eran buenos y todo salía muy barato. Y para el Gobierno, una foto de Ava Gardner bajando de un avión de Iberia era un spot impagable. Como lo era una fiesta a la que acudiera, y más si estaba el torero de por medio.

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- La pena es que el estudio solo durara cinco años.

- Porque Bronston quebró. Si no llega a suceder, España podría haber sido la nueva California. Y en ese ambiente, se cruza la sombra de Jarabo, un pilarista, vástago de la alta burguesía, que fue sometido a garrote. Todo eso está concentrado en los primeros sesenta, que es cuando se quiebra el espinazo a la dictadura a través de una clase media emergente.

- ¿Esas estrellas eran conscientes de cómo se vivía en España?

- Como le decía antes, estaban protegidos. Lo vemos con una anécdota. Ava Gardner solía dar unas fiestas muy ruidosas en el ático de Núñez de Arce Nº 11, donde debajo vivía Perón. Una noche, Perón llamó a un notario para que levantara acta del escándalo. El notario resultó ser Blas Piñar y cuando se presentó en el ático, parece que salió a abrir la propia Ava Gardner desnuda o casi. Piñar escribió después un artículo en 'ABC' titulado 'Hipócritas' en el que se refería de esa manera a los americanos.

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«Si los estudios de Bronston no llegan a quebrar, Madrid podría haber sido la nueva California»

influencia extranjera

-¿Y qué sucedió?

- El embajador estadounidense llamó al palacio del Pardo y Franco echó a Piñar de director del Instituto de Cultura Hispánica. Eso da una idea de hasta qué punto mandaban. A partir de ahí, Piñar se encrespó y llegó hasta donde sabemos. La Historia está también en los pequeños detalles.

- ¿La CIA tenía un papel en todo eso?

- Sí, y ahí estaba Aline Griffith, que trabajó para los americanos y era muy amiga de Ava Gardner, a quien protegía y vigilaba, todo a la vez.

- En ese ambiente, ¿qué pintaban los escritores españoles, la gente del café Gijón pero también de Chicote y otros centros de diversión?

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- Hubo un grupo de escritores en torno a Edgar Neville, que vivió en Los Ángeles en los treinta y llamó a muchos para que trabajaran en los guiones de las películas para las que se hacían versiones en distintos idiomas. Incluso Buñuel estuvo por allí. Pero en general en los primeros años sesenta el panorama de la literatura española era ruinoso.

- Muchas de las cosas que cuenta en su novela, y que sabemos que son reales, podrían haber estado en el guión de 'La dolce vita'. Pero no hubo un aprovechamiento de todo eso.

- En Italia terminó la guerra y vino el neorrealismo, con sus grandes cineastas y novelistas. Fueron quince años muy fecundos. España, en cambio, pasó del analfabetismo a la televisión y en medio no hubo nada. Una 'Dolce Vita' habría sido imposible en España. Incluso para poder ver esa película hubo que esperar a que Franco muriera, y eso que la acción transcurría en Italia, y no aquí.

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El estallido

- ¿De dónde salía la energía para que todo eso sucediera en aquellos años por otra parte tan oscuros?

- Cuando una sociedad está aplastada, la supervivencia crea un deseo, una gran vitalidad. La gente sabía que iba hacia la luz, hacia la libertad, y que eso era irreversible, tardara más o menos en llegar. El alcalde de Benidorm fue en una 'lambretta' a Madrid a pedir a Franco que permitiera el bikini en las playas porque si no iban a la ruina. Eso lo dice todo.

«El placer era una forma de luchar contra la dictadura. Ser hedonista era revolucionario»

ACTITUDES DE PROTESTA

- ¿Ese movimiento, esa corriente, fue lo que estalló en la Transición?

- El impulso era imparable y la corriente se desbordó en los años de Suárez, cuando estaba prohibido prohibir. De alguna forma, la Movida de comienzos de los ochenta fue como la comedia italiana de los cincuenta y sesenta para nosotros.

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- ¿Era más divertida aquella ciudad que la de hoy, aunque fuera solo para unos pocos?

- El hecho de que el sexo estuviera prohibido y castigado con el infierno te convertía en un héroe. Dentro de lo siniestro que era todo, había cosas maravillosas porque el placer era una forma de luchar contra la dictadura. Ser hedonista resultaba revolucionario; si lo eras, te hacías un progre del placer.

- Usted ha conocido a muchos escritores y gentes del cine de entonces y de ahora. ¿Tenían más glamur, más carácter de estrellas los de aquellos años?

- En aquel momento no te dabas cuenta. El tiempo todo lo dora porque es la memoria podrida por la imaginación. Éramos jóvenes y eso lo explica todo. La nostalgia no es literaria; lo es la melancolía. Nosotros no resistiríamos ahora vivir como en los años sesenta, por supuesto, pero creo que tampoco los jóvenes de hoy lo soportarían.

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