La casa de León en Madrid presenta el libro 'Opus Luciferina, antología del desconcierto'

Los ponentes hablaron del contenido de esta obra, que es una antología muy extensa (760 páginas), con textos tomados de varios libros inéditos del autor. Se puede decir que es una antología de antologías, cada una de ellas con un título concreto: Ad urbe incógnita, Hijo de Eva, Zoom politikon, Imsomnios. Y así hasta nueve poemarios.

El autor nos sumerge en los miles de versos de su obra con una alegoría. Partimos con él en «nueve esquifes, sin rumbo y sin pertrecho alguno. Los viajeros apiñados en cada bote comparten sueños y penurias. Saben que tendrán que achicar agua constantemente a fin de evitar el naufragio, que las preguntas quedarán sin respuestas, que los anhelos se frustrarán, que las heridas con las que embarcaron se infectarán con el salitre y que, seguramente, nunca vislumbren tierra firme. Aún así, se lanzan a la aventura, porque navegando se descubre el mundo y la aventura trae consigo asombros, deslumbramientos, tormentas, motines, impotencias, riesgos…». Si al final no llegamos a Utopía habremos al menos contemplado la «broma macabra de la vida», según el autor.

Los 666 poemas, más otros 9 introductorios a cada uno de los capítulos que componen la antología, que abarcan diversos temas que van desde poemas dedicados a la madre, al amor en todas sus vertientes y a la familia y las costumbres rurales, hasta la poesía social, la poesía existencial, la muerte… Incluso poemas que el autor escribe «medio en broma…». En Ars blasfemandi, octava parte de esta antología, exclama el autor: «Qué hago yo, ahora, con estas sombras / que me cuelgan de los dedos / y este regusto en el paladar a rosas muertas / y el polvo de perlas negras machacadas«. Quizá el subtítulo sea la forma más acertada de aludir al eje fundamental de esta gran obra poética: el desconcierto.

Fernando Carlos Pérez Álvarez habló de la persona del autor en unas coplas creadas para la ocasión, destacando la capacidad del autor para captar el hecho poético.

El autor, en aclaración del titulo de la obra, destaca a lucifer como portador de la luz desde el punto de vista etimológico, diferenciándolo del otro significado satánico.

Al final se leyeron poemas elegidos por los asistentes al azar, resultando ser, en esta tarde de calor en Madrid, un agradable velada poética.