Luisa Traseira, directora del archivo de Sierra Pambley, consulta el facsímil sobre la revista Espadaña que atesora este museo. Bárbara Garrote

80 años de la revista Espadaña

El arsenal literario que desafió al Franquismo

El primer número de la revista Españada, fundada y editada en León, cumple 80 años en un proyecto que logró reunir a varios de los mejores poetas de la época en sus páginas y esquivar la censura del régimen franquista con una poesía humana y realista

Sábado, 25 de mayo 2024, 09:12

Cuando un artista escribe una canción, son cientos las influencias que le marcan la composición, que dan su particular color a cada nota, a cada palabra y a cada estrofa. Y quien sabe si una de las canciones más populares de Supersubmarina, ahora de vuelta ... a la primera escena pública, encontró parte de su esencia en León. En 'Canción de guerra', uno de sus versos dice 'mis bombas serán palabras'.

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Al amparo de la Catedral de León, en un particular refugio, la biblioteca Gumersindo Azcárate, - que ya había sido señalado de ser, incluso, sede de un grupo masón durante la Guerra Civil - un grupo de literatos leoneses decidieron usar las palabras como armas contra la dictadura franquista. Algo parecido a lo que reflejaba Supersubmarina en su canción, pero con fines diferentes.

Fue una batalla de soslayo, encubierta, en la que el alto nivel intelectual de Antonio González de Lama, Victoriano Crémer, Eugenio de Nora y el resto de literatos que participaban en este proyecto, junto a un plan perfectamente urdido, permitían que esta publicación saliera adelante.

La Biblioteca Gumersindo Azcárate, el origen

«Era un soplo de aire fresco en la época», explica la directora del archivo de la Fundación Sierra Pambley y de la Biblioteca Gurmensido Azcárate, Luisa Traseira, mientras recorre esta biblioteca, la primera de la ciudad de León en utilizar el sistema de préstamo de libros en la provincia y que tan bien conoce.

González de Lama, Crémer y De Nora fueron los grandes impulsores de este proyecto

La idea surge de Antonio González de Lama, sacerdote y amante enfervorecido de la literatura, que reúne en este lugar, del que era bibliotecario, a la flor y la nata de las letras leonesas de aquel momento. Victoriano Crémer, Eugenio de Nora, Manuel Rabanal, Pilar Vázquez, Luis Alonso, Josefina Rodríguez Aldecoa... se reunían allí semanalmente para «hablar de literatura».

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Y así comenzó a gestarse esta Espadaña que, en mayo de 1944, hace 80 años, vio la luz, con un 'logo' que es una espadaña, una planta que surge en la ribera de los arroyos leoneses, similar al junco: «Es un símbolo de lucha y representa la lucha entre Españada y España». Con este poema de Victoriano Crémer se estrenaba la publicación:

Poema

Tiranía del aire y de la noche; / un seno oscuro y hondo te prodiga/su verde sangre, trepando fríamente.

Impasible espadón; segura guarda/ de esa fresca manada de cristales/ que mansamente embiste tus raíces.

Si no fueran tus filos vigilantes/ la luz se nos daría agobiadora/ y el silencio sería un buey mugiente.

Tu torso de mancebo en plenilunio/desnudamente crece y se enamora/ como un mármol o dios arrebatado.

Morirás estrenando soles nuevos/ y sintiendo pesar sobre tu cuerpo/ la carroza de los Corpus.

Y si el dicho recalca que vale más una imagen que mil palabras, en este caso es el fiel reflejo del espíritu de este grupo de literatos, totalmente opuestos a la línea de la poesía oficialista de la revista Garcilaso, que se editaba en Madrid, y donde escribían los poetas afines al régimen «con un estilo muy formalista, cuidado y preciosista». «Ellos querían que la poesía estuviera implicada con la vida, que contara lo que realmente estaba viviendo la gente», explica Traseira.

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Confrontación con el oficialismo

Así, se pusieron manos a la obra. Contaban con González de Lama, sacerdote y vinculado al Obispado, por lo que podrían tener ciertas facilidades a nivel político. Por su parte, Victoriano Crémer – que ya había sido encarcelado por sus ideales políticos – había sido tipógrafo y sabía como hacer una revista. Y Eugenio de Nora, que había estudiado en Madrid y había colaborado en una revista poética, también conocía el mundo. Y se lanzaron a ello. «Tenían que hacer algo para hacer frente a esa poesía oficialista».

León siempre ha sido tierra de grandes poetas y literatos – y lo sigue siendo, para muestra el último Premio Cervantes, Luis Mateo Díez – y en ese momento era un importante epicentro cultural a nivel nacional. Y desarraigado, que quería que las letras «conectaran» con la realidad española, «con el hambre que pasaba el país y que llegara a los exiliados, a aquellos que habían sido depurados ideológicamente».

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Así burlaban la censura

El principal problema era burlar la censura, lograr superar ese control para salir a la luz en una revista que, sin pudor alguno, con valentía y decisión, incluyó en sus páginas a poetas exiliados por su significación política. En sus páginas aparecieron autores de la Generación del 27, algunos encarcelados, como Miguel Hernández – que murió en 1942 en prisión – o García Lorca – asesinado en la Guerra Civil -, del que incluso se publicaron sus 'Seis poemas galegos', escritos en lengua gallega, muy restringida durante el Franquismo, especialmente en sus primeros años.

«Son poemas que siempre tienes que leer con un doble sentido. Buscan que sus ideas salgan a la luz y que sea un soplo de esperanza, especialmente para los exiliados, de que algo se está moviendo dentro de España», señala Traseira, que insiste en que la idea de este grupo de literatos era que la poesía «gritase, que contase cosas como que había gente en las cunetas, algo que hoy todavía es doloroso, pero más todavía en aquellos momentos».

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Contaban con una ventaja, y era, de nuevo, esa condición sacerdotal de González de Lama que, con su firma, avalaba que todo lo que su publicaba en Espadaña estaba dentro «de la ortodoxia del régimen». «Así logran publicar de nuevo a Lorca, Hernández o traducciones de obras extranjeras», continua Traseira. También cuidaron otros detalles como que Crémer, pese a ser uno de los líderes de la publicación, no apareciera entre los nombres que encabezaban la petición, ya que había sido encarcelado por su vinculación política a los sindicatos. «Utilizan a De Nora, aún estudiante, que era más pausado en apariencia y también incluyen a Rabanal, de una ideología algo más conservadora y con relación con varios políticos de la época en León», detalla.

Así, sale a la luz Espadaña, aunque sin ayudas públicas y mantenida, únicamente, por las suscripciones que llegaban, esencialmente, de exiliados en Latinoamérica y Europa para dar ese aliento de esperanza allende de Pirineos y marcar la poesía de posguerra: «Es un hito de las letras españolas».

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El final

Su déficit fue, quizá, el escaso poder de difusión que tenía, puesto que no llegaba a venderse y no era accesible para la ciudadanía en general. «Apenas se editaban 250 ejemplares en cada tirada». Pero, más allá de eso, tuvo un peso y una influencia indudable en la literatura española desde entonces, logrando congregar en sus página a figuras como Vicente Aleixandre, Gerardo Diego o Dámaso Alonso.

Espadaña 'murió' apenas siete años después, en 1951, por un cúmulo de situaciones: «La cuestión política fue cambiando y también las tendencias poéticas. González de Lama tuvo un nuevo cargo en el Obispado que le hizo ser más prudentes, hubo problemas económicos y ese empuje se fue perdiendo. Era muy duro publicar sin ayudas una revista quincenal por un grupo pequeño de personas y, así, se fue difuminando poco a poco».

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«Era muy duro publicar una revista quincenal sin ayudas y por un grupo muy reducido de personas»

Su recuerdo, su influencia y su legado han quedado vigentes y sigue estando presente, dejando incluso enseñanzas para la vida diaria: «La lectura que debemos sacar es que se pueden sacar adelante los proyectos pese a que tengas muchos impedimentos y que hay que ayudar y empujar a la gente joven con iniciativa y valor».

Con palabras bien afiladas y rimas con pólvora, un grupo de literatos desafió al régimen franquista sin que este apenas se percatase para mostrar a España y, sobre todo, al mundo, a través de una lectura profunda e inteligente, la realidad de la posguerra.

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