El alcalde de León, durante la lectura de El Quijote.

Los sueños del Quijote galopan en León

Antonio Silván inicia en San Isidoro una lectura continuada del libro más célebre de la literatura española con motivo del 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes

A. Cubillas

Jueves, 21 de abril 2016, 14:13

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.

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Así arranca la historia del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, ... el único libro en castellano presente en la lista de los 20 más traducidos de todos los tiempos. Hasta en 48 idiomas se pueden leer las aventuras del inmortal caballero Alonso Quijano que este jueves se han recreado en el Salón del Pendón de Baeza de San Isidoro.

Allí el alcalde de la capital ha sido el encargado de leer las primeras fases de esta obra maestra en una lectura continuada que ha seguido la edil de Cultural, Margarita Torres, y la directora de la Unesco de Castilla y León, Isabel Cantón.

Lecturas de cinco minutos, de 10 a 17:00 horas, protagonizadas por la subdelegada del Gobierno, profesores, catedráticos y el rector electo de la Universidad, responsables del ILC, trabajadores de Asprona León, periodistas, escritores, numerosos leoneses anónimos y alumnos de varios centros de la capital.

Un acto para conmemorar el 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes que con pluma y una imaginación sin fin dio vida a un alocado personaje que tenía el sobrenombre de Quijada o Quesada y que en sus ratos ociosos se daba a la literatura.

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Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años, era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro; gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada o Quesada (que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben), aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llama Quijana; pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad.

Contaba Cervantes que de tanto leer y del poco dormir se le secó el cerebro hasta tal punto que llegó a perder el juicio, haciendo de su vida una fantasía con batallas, desafíos, heridas, amores y disparates imposibles, de tal modo que para él no habría otra historia más cierta en el mundo.

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En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra, como para el servicio de su república, hacerse caballero andante, e irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras, y a ejercitarse en todo aquello que él había leído, que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros, donde acabándolos, cobrase eterno nombre y fama.

Y así arranca la historia de este valeroso caballero al que, en compañía siempre de su mozo, le sucede toda suerte de tragicómicas aventuras, siempre impulsado en el fondo por la bondad y el idelalismo de ayudar a los desfavorecidos. Sin duda, una obra maestra, la más destacada de la literatura española y una de las más importantes a nivel internacional.

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