Los vinos volcánicos no huelen a azufre y otros tópicos que derriba Worldcanic

Porque si algo ha quedado claro en esta cita es que, aunque hay rasgos comunes que conectan Lanzarote, Sicilia, La Garrotxa, el Rift o la isla de Reunión, cada pueblo encuentra maneras distintas de adaptarse a su realidad. Lo explicó, copa en mano, el Master of Wine Rodrigo Mora, en el curso de una cata sobre vinos llamados volcánicos. «Es una etiqueta muy en boga -reconocía- pero es muy complicado definir un vino como volcánico porque responden a una diversidad de paisajes, variedades y elaboraciones enorme, que hacen que no se parezca en nada un vino de Oregón a uno de Australia o uno de Lanzarote».

Mora eligió cinco ejemplos para retratar ese panorama tan heterogéneo. Un jiano de Campania, una chardonnay de Oregón, un excéntrico Dr Mayer de Yarra Valley, en Australia, y dos vinos canarios, el primero de Taganana, la bodega tienrfeña que acaba de hacerse con el primer 100 puntos Parker canario y otro de Lanzarote, una malvasía de Juan Bello. Los vinos tenían poco que ver unos con otros, pero el sumiller acabó por encontrar un hilo conductor, la textura salina, muy sápida, común a todos ellos. «Esos aromas a azufre que algunos quieren ver como influencia de la actividad volcánica tienen más que ver con una reducción que se genera en la elaboración», explicó para desmitificar uno de los lugares comunes más extendidos.

No fue la única cata de vinos de una jornada dedicada a rendir homenaje a Sicilia, territorio invitado de esta edición. El sumiller Alessandro Limongelli presentó vinos elaborados en el entorno del Etna que sirve en W Villadorata Country Restaurant, de la chef Viviana Varese. Ambos explicaron como la influencia del mayor volcán de la isla se deja sentir en su propuesta gastronómica. «Es una tierra con una luz y una energía muy intensa, no es un lugar fácil, pero resulta fascinante», explicaba la chef al presentar una ponencia centrada en los cítricos que crecen con profusión en el agro siciliano. En las particularidades de la isla que marca el centro del Mediterráneo profundizaba también el chef Accursio Craparo: «Tenemos dos primaveras, la que todos conocemos en marzo, y la verdadera primavera siciliana, en otoño, cuando tras la sequía del verano las primeras lluvias traen una exuberancia natural increíble».

Ese influjo de paisajes «que apasionan pero a la vez dan miedo», fue el tema de la intervención del vulcanólogo Llorenç Planaguma, director científico del geoparque de La Garrotxa. «Los suelos que rodean los volcanes suelen ser ácidos y muy ricos en minerales, si la pluviometría acompaña pueden llegar a ser muy fértiles y tienen una particularidad, que endulzan ligeramente los frutos, lo que suele ser muy apreciado en la gastronomía», explicaba el experto. De ahí que desde el origen de los tiempos los humanos hayan elegido establecerse en esos entornos tan peligrosos como atrayentes. Como muestra, algunas de las espectaculares imágenes de la isla de La Reunión que presentó el vulcanólogo Patrice Huet en un congreso que ha acentuado en esta edición su perfil internacional.