Una oda al sándwich y al hombre que lo popularizó
Gastrohistorias ·
La manduca entre pan y pan fue bautizada a mediados del siglo XVIII en honor a John Montagu, cuarto conde de SandwichGastrohistorias ·
La manduca entre pan y pan fue bautizada a mediados del siglo XVIII en honor a John Montagu, cuarto conde de SandwichAna Vega Pérez de Arlucea
Viernes, 10 de noviembre 2023, 00:45
La historia podría haber sido diferente. En 1660 Edward Montagu, almirante de la Marina Real británica, podría haber elegido cualquier otro topónimo para su flamante título nobiliario. El condado de Huntingdon –de donde procedía su familia– ya estaba adjudicado, así que barajó otros nombres relacionados ... con su exitosa trayectoria naval, como los de los puertos de Portsmouth o Dover. Al final prefirió ser nombrado conde de Sandwich, en referencia a una pequeña localidad costera de Kent frente a la que su flota había estado apostada. De haber sido las cosas diferentes ahora estaríamos pidiendo un portsmouth de jamón y queso, un dover vegetal o un huntingdon club, pero la casualidad quiso que sir Edward optara por Sandwich y con sándwich nos hemos quedado para denominar a la comida entre pan y pan... de molde.
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Los anglosajones no hacen esa importantísima distinción. A pesar de que el idioma inglés regalara al mundo la palabra sandwich, para ellos su definición es tan laxa que admite desde bocadillos crujientes hasta perritos calientes, hamburguesas e incluso los 'open sandwiches' en los que solamente interviene una rebanada de pan con manduca por encima. Ustedes y yo sabemos que eso es una tosta (término que, por cierto, aún no aparece en el diccionario de la RAE), que el condumio que va dentro de un pan de barra es un bocadillo y que el que se come entre dos rebanadas de pan de molde se llama sándwich o, siendo un poco cursis, emparedado.
Prometo que algún día abriremos el melón de todas esas diferenciaciones y de cuándo y por qué entraron en nuestro vocabulario, pero déjenme que hoy me dedique únicamente a la historia 'sandwichil'. Aunque solo sea para recordar que el hombre que dio fama a este prodigio culinario nació un 13 de noviembre y no el 3 del mismo mes, fecha absurda y errónea en la que ahora se celebra el Día Mundial del Sándwich.
John Montagu (1718-1792) fue tataranieto de aquel Edward que eligió Sandwich en vez de Matalascañas para pasar a la historia. Obviamente el primer conde de ídem no imaginaba que su estirpe acabaría siendo conocida por el mixto de jamón y queso en vez de por grandes hazañas: la vida es dura y uno no puede elegir si sus descendientes harán tonterías con el apellido. Probablemente el mismo John Montagu, cuarto conde de Sandwich, tampoco estaría muy contento con su actual fama.
Diría que habiendo sido general del ejército inglés, secretario de Estado y primer lord del Almirantazgo hasta en tres ocasiones, tenía abundantes méritos para haber conseguido la gloria de otras maneras. Por ejemplo participó de forma clave en el Tratado de Aquisgrán de 1748 y como promotor de los viajes del capitán Cook recibió el honor de dar nombre a dos territorios hasta entonces ignotos: las Islas Sandwich (ahora conocidas como archipiélago de Hawái) y las Islas Sandwich del Sur, en el mar de Scotia.
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Da igual lo que el pobre Montagu hiciera en vida: lo que ahora recordamos de él es que le gustaba el juego y comer carne entre pan y pan. Lo dice hasta nuestro serio diccionario, que en un alarde de amor por el salseo léxico desliza en su versión web que la etimología de sándwich (así castellanizado y con tilde) se remonta al cuarto conde de Sandwich, «de quien se cuenta que se alimentó de esta clase de comida para no abandonar una partida de cartas». Quien hizo correr este rumor fue el escritor y enciclopedista francés Pierre-Jean Grosley, que durante el año 1765 vivió en Inglaterra y en 1770 necesitó tres volúmenes para verter sus críticas sobre todo lo inglés en su obra 'Londres'.
Hablando de los excesos de la pérfida Albión y de la pasión de sus ciudadanos por las cartas, Grosley deslizó una pulla que decía así: «Un ministro de Estado pasó veinticuatro horas en un juego público, tan absorto que durante todo ese tiempo no se alimentó más que de unas lonchas de carne asada, que se hacía servir entre dos rebanadas de pan tostado y que comía sin abandonar el juego. Este nuevo plato se puso de moda durante mi estancia en Londres, recibió el nombre del ministro que lo había inventado». Aunque el francés no mencionó el nombre de Sandwich, todo el mundo sabía a quién se estaba refiriendo.
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La cita contiene cierta inquina, no me digan que no. Historiadores y biógrafos de John Montagu la han puesto en cuestión considerándola un chismorreo malintencionado. Es posible que en vez de para no manchar la baraja, el conde se hiciera servir emparedados para poder comer mientras trabajaba sin descanso en su despacho, pero de una u otra forma algo hizo que llamó la atención de sus contemporáneos.
Fueron ellos, y no el conde, quienes acabaron llamando sándwich a aquel bocado que, a diferencia del pan como acompañamiento de otros alimentos (el pan con cosas existe desde hace miles de años), se mandaba servir ya preparado y listo para morderlo con finura. La próxima semana les contaré cómo el ilustre aristocrático de lord Sandwich acabó convirtiendo la pitanza entrepanada en un objeto de deseo y estatus.
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