«Es el momento de poner cariño en las cosas sencillas más allá del rendimiento»

Tanto la valenciana Rodrigo como la mallorquina De Castro han aprovechado el confinamiento para perfilar los proyectos que tenían entre manos, e incluso para adaptarlos a las nuevas circunstancias. La primera abrirá a finales de junio El Huerto, en un espacio ajardinado de mil metros cuadrados y tres plantas en pleno centro de Valencia donde tratará de dignificar la cocina de verduras en un formato relajado. Obsesionada con ejercer de anfitriona en todas sus casas, ha decidido a última hora trasladar a ese mismo edificio su buque insignia, La Salita, que recibió su primera estrella Michelin el pasado mes de noviembre. El local que deja libre será en menos de un mes una bocatería de lujo con una carta de vinos muy cuidada bajo el nombre de Farcit.

Para Maca de Castro, la pandemia llegó cuando acababa de firmar el contrato para la apertura del restaurante Andana, en el kilómetro cero de Palma de Mallorca. Lo hacía con vistas a abrir cuando pasara la temporada de verano, sin embargo la ausencia de turistas le ha obligado a cambiar de planes y dejar cerrados los restaurantes que el grupo familiar Dcastro tiene en el norte de la isla, para concentrarse en la apertura de la capital, con un precio más asequible y más posibilidades de nutrirse de un público local. «En La Alcudia no se ve gente por las calles, ni un barco en el mar, es increíble en pleno mes de mayo», lamenta.

En ambos casos los nuevos proyectos suponen una manera de aflojarse el corsé y «pasarlo bien» tras años plegándose a los estándares de la alta cocina, sobre los que quisieron reflexionar sin pelos en la lengua. «Los restaurantes gastronómicos cada día me aburren mas, sobre todo cuando se nota que los chefs no están cómodos, porque siguen todos los mismos cánones», lanzó Rodrigo. «Quiero hacer cocina de verdad, con corazón, es el momento de poner cariño en hacer las cosas más sencillas, no de buscar el rendimiento puro y duro», terció De Castro.

Las verduras serán grandes protagonistas en esos proyectos. Una cultiva el 80% de lo que sirve en sus restaurantes de Mallorca en un huerto propio y se confiesa fascinada por las legumbres tiernas o la potencia aromática de las hojas de tomatera. La otra se propone ofrecer platos principales a base de verduras con guarniciones proteicas, «el mundo al revés». Curiosamente, las dos han extraído lecturas positivas del confinamiento. A Maca de Castro le ha brindado horas de conversación en familia que antes eran casi impensables. «Estábamos en una rueda que giraba casi por inercia, sin tiempo para reflexionar». A Begoña Rodrigo, nada menos que la oportunidad «de conocer a mi hijo de siete años, con el que no había tenido tiempo de compartir, porque me puse a cocinar tres días después del parto».